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CAPÍTULO 51

Holly permaneció de pie ante la puerta del dormitorio, mirando alternativamente a Laura y a Daniel. Por su semidesnudez, dedujo que Daniel ya sabía que Laura asistiría a la boda. También supuso que no había informado de ello a Tom ni a Denise, ya que éstos no la habían avisado a ella. Pero aunque lo hubiesen sabido no habrían considerado importante decírselo, ya que no había contado a ninguna de sus amigas lo que Daniel le había dicho antes de Navidad. Mientras Holly contemplaba aquella habitación de hotel, comprendió que no tenía absolutamente ninguna razón para estar allí en aquel preciso momento.

Inmóvil, Daniel se anudó la toalla. Su rostro era la viva imagen del desconcierto; el de Laura anunciaba tormenta. Holly se había quedado atónita. Nadie dijo nada durante un rato. Holly casi podía oír el tictac de sus tres cerebros. Finalmente alguien habló, y, Holly deseó que no hubiese sido esa persona en concreto.

– Qué estás haciendo tú aquí? -masculló Laura.

Holly boqueó como un pez en un acuario, mientras que Daniel puso ceño con expresión confusa sin dejar de mirar a las chicas.

– ¿Vosotras dos…? -Se interrumpió como si la idea fuera absurda, pero lo pensó mejor y decidió preguntar de todos modos-. ¿Vosotras dos os conocéis?

Holly tragó saliva.

– Ja. -Laura torció el gesto con desdén-. ¡Desde luego no es amiga mía! ¡Sorprendí a esta bruja besando a mi novio! -soltó, y se calló de golpe al darse cuenta de lo que había dicho.

– ¿Tu novio? -exclamó Daniel, cruzando la habitación para reunirse con ellas junto a la puerta.

– Perdón… ex novio -puntualizó Laura mirando al suelo.

Un amago de sonrisa apareció en los labios de Holly, feliz de que Laura se hubiese puesto en evidencia.

– Sí, Stevie, ¿no? Un buen amigo de Daniel, si no recuerdo mal.

El rostro de Daniel enrojeció mientras las contemplaba atónito. Laura m¡ró a Daniel, preguntándose muy enojada cómo era posible que aquella mujer conociera a su novio… a su novio actual, por supuesto.

– Daniel es un buen amigo mío -explicó Holly, cruzándose de brazos.

– ¿Y también has venido a robármelo? -Inquirió Laura con acritud.

– Por favor, mira quién fue a hablar -le espetó Holly, y Laura se sonrojó.

– ¿Le diste un beso a Stevie? -preguntó Daniel, que comenzaba a seguir el hilo del asunto. Parecía enojado.

– No, no le di ningún beso a Stevie. -Holly puso los ojos en blanco.

– ¡No poco! -gritó Laura como una cría.

– Por qué no te callas de una vez? -dijo Holly, y se echó a reír-. Además, ¿a ti qué te importa? Veo que vuelves a estar con Daniel, así que al final todo te ha salido a pedir de boca. -Se volvió hacia Daniel y añadió-: No, Daniel. No le di un beso a Stevie. Fuimos a Galway a celebrar la despedida de soltera de Denise y Stevie estaba borracho e intentó besarme -explico con serenidad.

– Menuda mentirosa está hecha -dijo Laura amargamente-. Yo lo vi todo.

– Y Charlie también. -Holly hizo caso omiso de Laura y siguió mirando a Daniel-. Si no me crees, puedes preguntárselo, aunque en realidad tampoco me importa que me creas o no -agregó-. En fin, venía para charlar un rato contigo, pero es evidente que estás ocupado. -Echó un vistazo a la pequeña toalla que llevaba anudada a la cintura-. Así que ya os veré a los dos en la boda.

Luego se volvió y se alejó por el pasillo a grandes zancadas, arrastrando su maleta. Se volvió un momento para mirar a Daniel, que aún estaba asomado a la puerta, y siguió caminando hasta doblar la esquina. Se paró en seco al ver que por allí no había salida. Los ascensores estaban en la otra dirección. Anduvo hasta el final del pasillo para no pasar otra vez por delante de la habitación y quedar como una tonta de remate. Esperó un rato al final del pasillo, hasta que oyó que Daniel cerraba la puerta. Entonces por fin se encaminó de puntillas hacia los ascensores.

Pulsó el botón y suspiró aliviada, cerrando los ojos. No estaba enfadada con Daniel. En realidad, de un modo un tanto infantil, se alegraba de que él hubiera hecho algo que les impidiera mantener la conversación que tenían pendiente. La había plantado y no al revés, como tenía previsto. Aunque Daniel no podía estar muy enamorado de ella, se dijo, si había sido capaz de olvidzrla tan pronto para caer de nuevo en los brazos de Laura. En fin, al menos no había herido sus sentimientos… aunque seguía pensando que estaba loco si volvía con Laura…

– ¿Piensas entrar o qué?

Holly abrió los ojos de golpe. Ni siquiera había oído abrirse las puertas del ascensor.

– ¡Leo! -exclamó sonriente. Entró y le dio un abrazo-. ¡No sabía que venías!

– Hay que arreglarle el pelo a la mandamás -bromeó Leo, refiriéndose a Denise.

– ¿Tan grave es? -Holly hizo una mueca.

– Está nerviosa porque Tom la ha visto el día de su boda. Cree que le traerá mala suerte.

– Bueno, sólo será mala suerte si piensa que lo es -dijo Holly, sonriendo.

– Hacía siglos que no te veía -dijo Leo, mirando de forma elocuente el pelo de Holly.

– Tienes razón -admitió ella tapándose las raíces con una mano-. He estado tan ocupada en el trabajo este mes que no he tenido tiempo de nada. Leo arqueó las cejas y adoptó una expresión simpática.

– Nunca pensé que alguna vez te oiría decir algo así sobre el trabajo. Eres una mujer nueva.

Holly sonrió agradecida.

– Sí, creo que realmente lo soy.

– Venga, pues -dijo Leo, saliendo del ascensor en su piso-. Aún faltan unas horas para que empiece la boda. Voy a atarte el pelo para cubrir esas raíces tan espantosas.

– ¿Seguro que no te importa? -preguntó Holly, mordiéndose el labio con picardía.

– No, no me importa lo más mínimo. -Leo restó importancia al asunto con un ademán-. No podemos permitir que eches a perder las fotos de la boda de Denise con esa cabeza que llevas, ¿no crees?

Holly sonrió y fue tras él con la maleta. Aquel último comentario era más propio de él. Por un instante se había pasado de amable.

Nerviosa, Denise miró a Holly desde la mesa presidencial del salón de banquetes del hotel mientras alguien golpeaba una copa con una cuchara para indicar que comenzaban los discursos. Holly no paró de retorcerse los de dos en el regazo, repitiendo mentalmente su discurso por enésima vez sin prestar atención a lo que decían los demás oradores.

Debería haberlo escrito, pues ahora estaba tan nerviosa que no se acordaba del principio. El corazón le latió con fuerza cuando Daniel se sentó y todos aplaudieron. Era la siguiente y esta vez no podía esconderse en el cuarto de baño. Sharon le apretó su temblorosa mano y le dijo que lo haría muy bien. Ella respondió con una sonrisa vacilante, ya que no lo tenía muy claro. El padre de Denise anunció que Holly iba a hablar y la concurrencia se volvió hacia ella. Lo único que veía Holly era un mar de rostros con los ojos puestos en ella. Se levantó lentamente de la silla y miró a Daniel en busca de aliento. Inste le guiñó el ojo. Holly sonrió y sus pulsaciones disminuyeron. Todos sus amigos estaban allí. Echó un vistazo al salón y localizó a John sentado a una mesa con amigos suyos y de Gerry. John le hizo una seña levantando el pulgar y el discurso de Holly saltó por los aires mientras otro nuevo tomaba forma en su cabeza. Carraspeó.

– Por favor, perdonadme sí me pongo un poco sentimental mientras hablo, pero es que hoy estoy muy contenta por Denise. Es mi mejor amiga… -Hizo una pausa y lanzó una mirada a Sharon-. Bueno, una de ellas.

El público rió.

– Hoy me siento muy orgullosa de ella y me encanta que haya encontrado el amor junto a un hombre tan maravilloso como Tom. -Sonrió al ver que a Denise se le saltaban las lágrimas. La mujer que nunca lloraba-. Encontrar a alguien a quien amas y que te corresponda es una experiencia maravillosa. Pero encontrar una verdadera alma gemela es aún mejor si cabe. Un alma gemela es alguien que te entiende como nadie, que te ama como nadie, que estará a tu lado siempre, pase lo que pase. Dicen que nada dura para siempre, pero tengo una fe inquebrantable en que a veces el amor sigue vivo incluso cuando dejamos de existir. Sé un par de cosas sobre lo que significa conocer a alguien así, y me consta que Denise ha encontrado a su alma gemela en Tom.

Denise, me alegro de decirte que un vínculo así nunca muere.

– A Holly se le hizo un nudo en la garganta y se tomó un momento para recobrar la entereza-. Estoy tan honrada como sorprendida de que Denise me haya pedido que hablara hoy.

Todo el mundo volvió a reír.

– Pero también me siento orgullosa de que me hayan pedido que comparta este día tan hermoso con Tom y Denise, y desde aquí les deseo que pasen muchos días más tan felices como éste.

Los invitados lanzaron vítores y alzaron sus copas.

– ¡No obstante! -Holly levantó la voz por encima del griterío y alzó la mano para acallarlo. El ruido cesó y todas las miradas volvieron a estar pendientes de ella-. No obstante, algunos de los invitados aquí presentes estarán al corriente de cierta lista que ideó un hombre maravilloso. -Sonrió y dirigió la mirada hacia la mesa de John; Sharon y Denise gritaron entusiasmadas-. Y una de las reglas de esa lista era no ponerse jamás un vestido blanco caro.

Holly se echó a reír mientras la mesa de John enloquecía y Denise se ponía histérica al recodar la fatídica noche en que aquella regla se agregó a la lista.

– Así que en nombre de Gerry -prosiguió Holly-, voy a perdonarte por romper esa regla sólo porque estás guapísima y os pido a todos que brindéis conmigo por Tom y Denise y su vestido blanco carísimo, pues me consta que lo es porque ¡me he recorrido todas las tiendas de novias de Irlanda! Todos los invitados alzaron sus copas y repitieron al unísono: -¡Por Tom y Denise y su vestido blanco carísimo!

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