Careimi Assmann cuenta: Diego no conocía el mar. Santiago Kovadloff lo llevó para descubrir el océano.
Durante días, viajaron hacia el sur. Cierta tarde, Santiago le dijo a Diego: "Atrás de aquellas dunas está el mar". El corazón del muchacho latía de emoción. Subió corriendo las arenas, sin esperar por nadie, y de repente, estaba delante del océano.
Fue tanta la inmensidad, fue tanto el fulgor, que el pequeño quedó mudo. Cuando consiguió recuperar la voz, tartamudeó: "¡Es muy grande! ¡Ayúdame a mirar!"
El maestro comenta al respecto: "así como nadie puede ayudarnos a mirar el océano, no podemos usar los ojos de nadie para entender y divisar lo que acontece con nosotros".