Elie Wiesel, premio Nobel de literatura, escribió: "Dios es la sombra del hombre. Así como la sombra repite los movimientos del cuerpo, Dios repite los movimientos del alma".
De esta manera, siempre existe una relación entre lo que hacemos y lo que recibimos a cambio. Si somos generosos, la "sombra de Dios" repite los movimientos que hacemos en beneficio de nuestro prójimo, y nos da con generosidad diez veces mayor. Si fuimos crueles, esta nuestra crueldad se refleja en el plano astral, y también retorna.
Mucha gente justifica su propia infelicidad, argumentando que está pagando ahora lo que hizo en vidas pasadas. Existen algunos casos en los que esto sucede, y, mismo en estos casos, un verdadero acto de amor apaga cualquier culpa. Debemos concentrarnos en movimientos de armonía, para que la sombra que proyectamos en el mundo espiritual sea siempre un acto de honra a Dios.