Es mucho más fácil de juzgar a los otros, cuando no nos colocamos en la misma situación de ellos. Un ejemplo de esto ocurrió en el Congreso del partido Comunista, cuando Nikita Khruschev – para espanto del mundo- denunció los crímenes de Stalin.
Durante el discurso, alguien gritó:
– ¿Dónde estabas, camarada Khruschev, cuando los inocentes eran masacrados?
– Levántese quien dijo esto – pidió Khruschev
Nadie se movió.
– Usted, quien fuera, ya respondió su pregunta – Continuó Khruschev – En aquel momento, usted estaba en la misma posición en la que está ahora.