En uno de los momentos más trágicos de la crucifixión, dos ladrones perciben que el hombre que esta moribundo a su lado es el Hijo de Dios. "Señor, acuérdate de mí cuando estés en el Paraíso", dijo un ladrón. "En verdad, estarás hoy conmigo en el Paraíso", responde Jesús, transformando al bandido en el primer santo de la iglesia Católica: San Dimas.
No sabemos porque razón Dimas fue condenado a muerte. En la Biblia, él confiesa su culpa, diciendo que fue crucificado por los crímenes que cometió. Supongamos que haya hecho algo tan cruel, tenebroso o suficiente como para terminar de aquella manera, lo mismo así, en los últimos minutos de su existencia, en un acto de fe se redime – y se lo glorifica.
Recordemos de este ejemplo cuando, por alguna razón, nos juzgamos incapaces de tener una vida espiritual.