En Japón participé de la conocida "ceremonia del té". Se entra en un pequeño cuarto, el té es servido y nada más. Sólo que todo es hecho con tanto ritual y protocolo, que una práctica cotidiana se transforma en un momento de comunicación con el Universo.
El maestro del té, Okakusa Kasuko, explica lo que sucede: "la ceremonia es la adoración de lo bello y de lo simple. Todo se esfuerzo se concentra en la intención de obtener la perfección a través de los gestos imperfectos de la vida cotidiana. Toda su belleza consiste en el respeto con el que es realizada".
Si un mero encuentro para beber té nos puede transportar hasta Dios, que se puede decir de las otras oportunidades que acontecen todo el día, y no nos damos cuenta.