En el interior de Paraíba, junto a Pedra do Ingá, conocí a un hombre analfabeto, sin ninguna cultura más allá de la tradición oral. En media hora que pasamos juntos, me dijo cosas que solo los maestros dicen.
En un departamento, en Nueva York, junto al Central Park, conocí a un hombre que hablaba cinco lenguas. Tenía una basta biblioteca sobre magia. Pasamos tres horas conversando, y él me dijo cosas que apenas los discípulos dicen.
Y, otro día, conocí a otro hombre analfabeto y sin cultura, que en media hora habló apenas tonterías. Y, otro día, conocí a otro hombre culto, políglota, que me abrió los ojos sobre cosas importantísimas.
Esto también ya pasó con usted. Por tanto, intentar establecer reglas, preconceptos o padrones, apenas empobrece nuestra búsqueda. Estar abierto para la vida, es estar abierto para el prójimo. Cuando nuestro ángel usa a las personas para darnos algún mensaje, no las escoge de la manera en que nosotros las escogemos.