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– No, Shanna. -susurró-. Aunque me enviaras a diez mil millas de aquí y construyeras una muralla para impedir mi regreso, yo vendría como una polilla, atraído por la llama de tu fuego, a buscar mi pasión y mi dolor.

Aunque Shanna había pensado que la segura negativa de el la, molestaría, sintió en cambio que en su interior, muy profundamente, empezaba a crecer una cálida ternura.

– ¿Y entonces -ciertamamte era una maligna serpiente la que tentaba a Shanna a arrancar la manzana del árbol, y darle un mordisco

– negarás tu afecto hacia esa muchacha, Milly, Y serás solamente mío?

Ruark se incorporo sorprendido atónito, al oír el nombre de la muchacha.

– ¡Milly! -La palabra escapó involuntariamente de sus labios-. Pero si esa pequeña…

Unas briznas de paja cayeron desde arriba sobre los dos, en seguida un chillido desgarró el aire y toda una lluvia de heno casi los cubrió completamente. Ruark se incorporó sobre sus rodillas escupiendo briznas de paja. Shanna se puso de pie y cerró su bata, Hubo un movimiento debajo de la paja. La forma quedó quieta y se sentó. Nuevamente el nombre brotó de 1os labios de Ruark, ahora más fuerte.

– ¡Milly! ¡Qué demonios.! -No pudo encontrar más palabras.

La muchacha sonrió tontamente.

– Oí que pronunciabas mi nombre y me acerqué para ver, qué querías, y entonces…,.

Bajo la furiosa mirada de Shanna, Milly cerró su blusa abierta para cubrir sus pequeños pechos desnudos.

– Además -continuó Milly con un; mohín y en tono petulante.-estaba empezando a cansarme de esperarte allí arriba, y a mí no me gusta ser la segunda..

– ¡Queeeé! -La palabra explotó en los labios de Shanna. Una cólera helada, violenta y que anuló toda cordura, hizo empalidecer las mejillas de Shanna y puso un intenso fuego verde en sus ojos cuando comprendió el significado de la presencia de Milly.

– ¡Shanna! Ruark empezó a ponerse de pie, viendo ya el desastre que se avecinaba.

Ciegamente, Shanna extendió una mano en busca de un arma. ¡Cualquier arma! Sus dedos rozaron varios arneses que colgaban de los ganchos. Un gemido furioso escapó de entre sus dientes apretados cuando ella arrojó toda una masa de correas de cuero que fueron a caer sobre la paja, entre los otros dos. El pesado collar de tiro golpeó a Ruark en la espalda y 1o hizo caer nuevamente sobre el heno. Rodó y vio a Shanna de pie sobre él, las piernas separadas, el cabello suelto, la bata blanca flotando alrededor de su cuerpo como en un torbellino. Era como una antigua druida vengadora surgida del pasado. Nunca la había visto tan hermosa ni tan furiosa.

– ¡Revuélcate en el heno con tu pequeña! -gritó Shanna con una voz que hubiera hecho congelar las olas del mar.

Corrió hacia el establo y mientras Ruark trataba de librarse de la masa de correas, abrió la puerta. Milly empezó a luchar contra la maraña de arneses y sólo consiguió que los dos quedaran más enredados. Shanna tomó la cuerda que sujetaba a Jezebel y sacó al animal del establo. Después, tomándose de las crines, saltó sobre el lomo de la yegua.

– ¡Maldita sea, Shanna! ¡Detente! -gritó Ruark.

Yegua y amazona salieron por la puerta de los establos como si el animal tuviese alas y se perdieron en la oscuridad.

Ruark trató de librarse de los arneses pero los movimientos de Milly se 1o impedían.

– Quédate quieta -gritó con furia.

Milly obedeció.

– Sólo estaba bromeando gimió ella, súbitamente temerosa de la furia de él.

La única respuesta de Ruark fue un gruñido inarticulado. Por fin consiguió desembarazarse de las correas y corrió hacia la puerta pero chocó con Elot, el muchacho del establo, quien, frotándose los ojos, había elegido ese momento para emerger del cuarto de arneses.

El sorprendido muchacho se sentó en el suelo donde había caído derribado por Ruark.

– Qué… -empezó a decir.

– ¡Vuelve a la cama! -Las palabras sonaron como un latigazo.

Ruark salió corriendo y dejó a Elot mirando sorprendido a la joven que parecía que estaba tratando de colocarse varios arneses al mismo tiempo.

Elot murmuró algo acerca de pesadillas y regresó a su cama de la cual se levantaría por la mañana preguntándose la causa de los magullones que misteriosamente 1o afectaban.

Milly soltó un gemido de exasperación mientras seguía luchando con la maraña de arneses. Quedó paralizada cuando apareció junto a ella una alta sombra. Temerosa, alzó la vista.

– Ah, señor -suspiró aliviada-. Me asustó. Creí que era el señor Ruark que había regresado.

Una mano enguantada de negro levantó los arneses que la tenían atrapada y los colgó en los ganchos de los que habían sido arrancados. La capa negra se agitó y reveló una figura alta y flaca cuando el hombre se arrodilló para ayudar a Milly a ponerse de pie. Ella se apoyó en él, sonrió mirándolo a los ojos y acarició con una mano el pecho del recién llegado, con gran familiaridad.

– Yo dije lo que usted me indicó -murmuró ella, mirándolo a la cara. Pudo ver que la sonrisa de él se hacía más amplia, aunque sus facciones estaban ocultas en las sombras del tricornio-. ¿Pero por qué me empujó? Casi me rompí el cuello cuando me caí. -Hizo una pausa y sonrió con expresión de conocedora_. Le hubiera arruinado su diversión. Sí, esa es la verdad.

El hombre se limitó a asentir con la cabeza y después la ayudó a subir la escalera hacia el henil para continuar allí con 1o que fuera que los tenía ocupados antes de la llegada de Ruark.

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