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Así que iré al grano, puesto que al irme por las ramas no estoy facilitando precisamente la lectura de esto (¡ni su escritura!). Gracias a lo mucho que ha progresado nuestra época, tengo una gran confianza en que en Albion House te van a cuidar muy bien. Nuestra época favorece especialmente a los minusválidos, y los sistemas de derechos están hechos pensando en ti, de acuerdo con las pautas más recientes. En calidad de contribuyente de toda la vida, supongo que me alegra ver que el dinero que tanto me ha costado ganar va a parar a algo tangible, porque he pagado impuestos por valor de muchas vacaciones en el extranjero, de hecho me podría haber comprado un apartamento en Andalucía, como el que tienen los Nicholls en Fuengirola, incluso uno mucho más grande que el de ellos, y situado más cerca de las tiendas. Así pues, por lo menos tu estado mental, y todas tus necesidades cotidianas, van a ser atendidas por especialistas en un montón de campos. Yo nunca podría ofrecer tanto porque no soy un especialista, y «Capistrano» no está adaptado para los minusválidos. Y pensando en términos ilustrados, en relación con todas esas «codependencias y facilitamientos», y otros descubrimientos científicos de la psicología que pueden afectar a la gente hoy en día, estoy seguro de que es mejor que yo no te complique más la vida creando una fachada de vida familiar, ni ninguna otra artimaña que después te vaya a ser difícil de racionalizar. Porque aunque voy a intentar no meter el dedo en la llaga, la verdad es que tienes minusvalías que nos van a mantener separados, y creo que será mejor dejar que te encuentres a ti mismo por tu cuenta, y que yo no te suponga ningún «exceso de equipaje». Me parece mejor que te independices ahora, y estoy seguro de que en el futuro me vas a agradecer que tome ahora esta decisión tan difícil. Por favor, asegúrate de que la enfermera jefe te lee esto, o por lo menos encárgate de que lo lee ella. Ya sabes que te deseo lo mejor del mundo en el futuro.

Ted.

PD: Marjorie, tu madre, insiste en que te diga que cuando digo «hijo» me refiero a los dos. En todo caso, en cierta manera solamente sois uno. Tu madre se muda a Surrey.

La mirada de Blair llegó a la última palabra de la carta, se detuvo y quedó inmóvil y vidriosa durante un momento. Por fin bajó la hoja de papel y abrazó a su hermano, sorbiendo por la nariz en su hombro. Conejo sorbió también y le puso una mano en la espalda a Blair.

– Iba dirigida a mí, ¿verdad? -preguntó Blair.

Conejo bajó la vista.

– Siempre has estado solamente tú. Yo no era más que un parásito. Un accidente de la naturaleza.

– No, Nejo. No digas eso. No.

– No, es verdad. No lo estoy diciendo para hacerme el sensiblero. Solamente quiero que sepas que voy a hacer todo lo que esté en mis puñeteras manos para darte el viento que necesitan tus alas. Todo, joder. Solamente siento haber tardado tanto en recobrar mi puñetero juicio, Blair. Lo siento mucho, colega.

– Y yo voy a hacer lo mismo por ti, viejo amigo. Voy a hacer lo mismo por ti.

Los dos hermanos se abrazaron hasta que sus sollozos se fueron espaciando y sus respiraciones se volvieron lentas y regulares. Los minutos eran medidos por los clics y los plafs de la gatera de la habitación del piso de arriba.

Por fin Blair echó la cabeza atrás y le susurró al oído a Conejo:

– Eh… ¿no notas que acecha un líquido reconstituyente con aromas de enebro?

Hubo un momento de silencio. Conejo se apartó un poquito.

– Pues ahora que lo mencionas, sí.

Mientras la luz del sol calentaba la neblina de Londres como el haz de una linterna, los Heath se dirigieron a la cocina americana para dejarse envolver por el calor de la ginebra. Su dosis original de hidrocloruro de solipsidrina no daba muestras de remitir. La mayor parte de una botella de Gordon's -la ginebra favorita de Conejo- pronto se sumó a sus flujos sanguíneos, para ser arrojada después en el retrete y en el suelo junto al mismo.

Para cuando empezaron a pasar coches escopeteando por Scombarton Road, los dos hombres estaban desnudos de cintura para abajo. El pene de Blair se erguía orgulloso y reluciente, el de Conejo menos. No oyeron cantar a los pájaros por culpa del estruendo del disco de Pirie Jammette, de Blair, aunque sí captaron ruido de unos pasos furiosos en el piso de arriba. Los gemelos cantaron por encima del mismo, retorciéndose, agitando dedos frenéticos en el aire, y a medida que se acercaba el clímax de la canción, tuvieron simultáneamente la idea de darse la espalda el uno al otro, doblarse por la cintura, frotarse los culos y hacerlos chocar hasta que les relució la piel. Aquello habría sido imposible hacía solamente un año. De manera que lo hicieron, y luego bailaron de aquella forma extraña, levantando mucho los pies, con las nalgas bamboleándose en la penumbra.

– Luego bailamos un tagno. -Blair puso morritos para arrastrar las palabras.

– Sí, carriño -dijo Conejo.

– Tú eres mi corriño.

– No, tú eres mi coruña.

Blair intentó recuperar el control de sus piernas. Extendió los brazos y dobló las rodillas hasta encontrar un punto de apoyo y consiguió llevarse a sí mismo hasta la silla del ordenador.

– Pero mira -dijo, dándole un golpe al botón de encendido y sentándose encorvado sobre la mesa. Un volante intentó girar en su mente, y con el primer giro fragmentos de recuerdos aparecieron. Entrecerró los ojos y se quedó boquiabierto. Luego sacó de su chaqueta la tarjeta que le había dado Truman.

Se conectó a Internet y empezó a pulsar teclas: «www. k…»

– Tetas no encontradas.-Conejo se bamboleó, señalando por encima del hombro-. 404: Culo no encontrado…

– No, non -dijo Blair-. ¡Espera! Salen chircas pod aquí.

– Pero solamentre hay chircas estrangreras. Chircas asiárticas que se llaman Pong y Wee.

– Naa, hay rusias rubias. -Se apartó el pene con la mano del borde de la mesa y dejó su glande cerca del teclado.

– ¡Rusias! Son gomo empanadas de cerdo. Son gomo buñeteras asistentes sanitrarias armadas, o argo alsí, con caras anchas y durras.

– Naa, no, toas parecen tenistas. -Blair se inclinó sobre la pantalla y obligó a sus ojos a enfocar bien. «www. kssnkz», tecleó. Su cabeza se bamboleó a derecha e izquierda por encima del teclado. Volvió atrás y borró todo hasta la primera «K».

– Se dan un sshute de grasa el día desbués de la boda -dijo Conejo-. Y llevan galcetines nregros para siempre. Se llaman cosas gomo Lumbumla y Glom. Glomx.

«www.kushnksgrils»

– Además, tú eres mi carriño.

– Tú eres mi carruño -dijo Blair.

– Ahora tennngo que dormir. -Conejo se fue dando tumbos pesadamente. Rodeó la mesa de la cocina y la usó como pivote para su trayectoria hasta el sofá más cercano. Se dejó caer en el mismo. Sus suspiros se convirtieron en ronquidos y se quedó dormido agarrándose las solapas de la chaqueta.

Los ojos de Blair se estrecharon hasta convertirse en rendijas. Echó el dedo hacia atrás y lo disparó hacia el teclado.

«www.kuzhniskgirls.com.ru»

La pantalla se llenó de mujeres. Mujeres con peinados y poses inéditos desde los días de los jeques y las chicas de los locos años veinte, retratadas sobre chabacanos fondos de estudio que representaban orillas de lagos, playas y tocadores.

Y en la esquina inferior derecha de aquel surtido de mujeres cohibidas, una cara asomaba con el brillo de ofrecer una vida de verdad.

Una cara salvaje y hermosa.

El pene de Blair dio un salto hasta su mano.

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