– ¿Quieren un baño de agua fría? -les preguntó Tiantian, en sus palabras no había ni una brizna de burla, salieron de su noble y bondadosa alma. Según él, el baño era la solución a todos los problemas, la bañera era como el útero materno, tierra de felicidad, calidez y seguridad. Purificar el cuerpo y el alma con un baño, te aleja del polvo, del ruidoso rock amp; roll, de las bandas y vagabundos, de los problemas que te agobian, del sufrimiento amargo.
Los conflictos internacionales se calmaron, la fiesta siguió. Tiantian me regaló a mí su rosa, su poema y su cuerpo. Yo también le ofrecí todo a él. Madonna riendo se burlaba:
– ¡Ay sí! en público son una pareja muy devota, ¿no son asquerosos?
– Disculpa, no quisimos provocar tus celos -Tiantian esbozó una sonrisa, yo sin embargo me enojé.
Madonna y Zhusha sabían lo mío con Mark, ¿pero cómo podía confesarle eso a Tiantian? Y más cuando él me da algo que Mark no puede, a ellos dos no se los puede comparar. Tiantian con su amor y su cercanía penetra partes de mi cuerpo a las que Mark jamás podrá alcanzar. No reconozco ser voraz y egoísta en ese aspecto, reconozco sin embargo que no me puedo controlar y siempre busco excusas para justificarme a mí misma.
– No puedo perdonármelo -le dije alguna vez a Zhusha.
– En realidad tú siempre te lo perdonas -fue su respuesta.
– Sí. Así es.
Zhusha y Dick también se regalaron mutuamente las tres ofrendas. La Araña, el Padrino y sus dos amigos me regalaron sus poemas a mí (afortunadamente, me convertí en la persona más inteligente de la noche, recibí poemas olorosos y apestosos, como: "Tu sonrisa resucita muertos, es de excelente calidad". Otros eran elogiosos, como: "Ella parece acero rizado, no parece un ser vivo…" Algunos parecían reales: "Ella ríe, ella llora, es verdadera, es una ilusión…" (este sí coincidía, me describía bien). De los cuatro hombres que les ofrecieron las rosas y los cuerpos, con gran placer y regocijo, a las modelos que trajo Fei Pingguo, tres y medio eran discípulos de Fudan. El medio claro que era la Araña, a él lo echaron de la escuela en la mitad.
Los cuatro discípulos de Fudan flirtearon con las hermosas modelos, en el departamento había sillón, cama y alfombra. Seguro que podían acomodarse.
Dick observaba los cuadros de Tiantian colgados en la pared, Zhusha y yo conversábamos sentadas frente a un plato lleno de frutillas:
– ¿Has visto a Mark últimamente? -me preguntó en voz baja sin mirarme.
– Sí. -Suavemente mecía mis piernas, Tiantian acababa de poner un disco de acid jazz, la habitación estaba en desorden total, los ojos de todos empezaban a parecer huevos fritos, nadie estaba sin hacer nada, cada uno se divertía a su modo.
– ¿Por qué me lo preguntas? -Me di vuelta y la miré.
– En la empresa hay rumores, se dice que Mark regresará pronto a las oficinas centrales de Berlín.
– ¿De verdad? -Traté de aparentar que no pasaba nada, el líquido de una frutilla demasiado agria se esparció por mi lengua provocándome náuseas.
– Tal vez debido a su excelente desempeño en China fue promovido y regresa a las oficinas centrales de Berlín para ocupar un puesto importante.
– … Quién sabe, tal vez sea cierto. -Me levanté y pateé una revista que estaba en el piso y un almohadón de satén rojo con flores bordadas. Salí al balcón. Zhusha me siguió:
– No pienses demasiado en eso -me dijo en voz baja.
– Cuántas estrellas, qué belleza. -Levanté la cara y miré las estrellas. Las estrellas en el vacío profundo y helado parecían pequeñas heridas de las que brotaba sangre plateada, si tuviera alas, volaría hasta allá y besaría cada una de esas heridas. Cada encuentro sexual con Mark me proporcionaba esa sensación de elevamiento acompañada de un leve dolor.
Quería creer que el cuerpo y el corazón de una mujer se pueden separar, si los hombres pueden lograrlo ¿por qué las mujeres no? Pero en realidad me di cuenta de que cada vez pensaba más en Mark, en esos momentos mortales y maravillosos que pasamos juntos.
Zhusha y Dick se despidieron y se fueron. Antes de partir, Zhusha se acercó a Johnson y se despidió agradeciendo la rosa que él le había ofrecido. Johnson no estaba muy contento, se había peleado con el serbio y ahora la hermosa Zhusha se despedía. Madonna lo agarró y le sugirió ir al balcón para ver las estrellas.
Esa noche reinó el caos, un desorden fuera de control. A las tres de la madrugada Fei Pingguo se llevó al serbio a su hotel, el Nuevo Jinjiang. El Padrino, la Araña y sus amigos se revolcaban con las modelos en el otro cuarto. Madonna, Tiantian y yo dormimos en la cama de nuestra habitación, Johnson se durmió en el sillón.
A las cinco de la madrugada me despertaron los ruidos de varias personas al mismo tiempo. En el cuarto de al lado una mujer gritaba histérica como las lechuzas que aúllan en los techos durante la noche. Madonna se había pasado al sillón, su delgado cuerpo desnudo se enredó alrededor de Johnson como una gran serpiente blanca. Tenía en su mano derecha un cigarrillo, e inhalaba una pitada ocasional mientras envolvía a Johnson.
Los miré fijamente por un rato, ella de veras que era increíble, era muy especial. Cambió de posición, y al darse cuenta de que la miraba me mandó un beso como diciendo que si quería podía unirme. Tiantian de pronto me abrazó con fuerza, él también estaba despierto. En el aire flotaba un olor a adrenalina, a cigarro, a vino y a sudor, suficiente como para asfixiar a la gata.
En el aparato de música todo el tiempo sonaba la misma canción, Green Light, nadie podía dormir, Tiantian y yo nos besábamos en silencio, nos besábamos profundamente sin parar, cuando acabaron los suspiros de Madonna y Johnson nosotros nos dormimos abrazados.
Cuando nos despertamos aquél mediodía todos habían desaparecido sin dejar ni un rastro, ni una nota. En el suelo, en la mesa, en el sillón había restos de comida, de cenizas, cajas de anticonceptivos vacías, toallas de papel sucias, un zoquete apestoso y una bombacha negra. Una escena de horror.
La fiesta 1+1+1 había diluido mi lamentable estado de ánimo, además, como dice el dicho, todo lo que llega a su extremo inevitablemente regresa a su opuesto, así que tiré la basura, limpié la casa y me preparé para iniciar de nuevo mi vida.
Luego de pronto descubrí que nuevamente podía escribir, esa fuerza mágica sin forma ni cuerpo para manejar el lenguaje, ¡gracias a Dios!, había regresado nuevamente a mí.
Toda mi atención se enfocó en el final de la novela. Tiantian seguía en el cuarto contiguo solo y feliz, para matar el tiempo iba a casa de Madonna a jugar en la computadora o a dar vueltas en el coche de ella. La cocina nuevamente estaba sucia y decepcionantemente vacía, ya no ensayábamos nuevas recetas. El nuevo repartidor del restaurante Pequeño Sichuan llegaba puntualmente con la comida, Ding, el anterior repartidor, ya no estaba, había renunciado. Me hubiera gustado saber si él de veras se había dedicado a escribir como quería, pero el nuevo repartidor no sabía nada de eso.