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Cuando levantaron a esos amantes de las cenizas, estaban fuertemente abrazados, el cuerpo calcinado de uno estaba metido en el cuerpo del otro, no había manera de separarlos. El chico y la chica no llegaban a los veinte años, eran estudiantes de una importante universidad de esta ciudad, justo era una noche de fin de semana, los padres de la chica habían ido, como cada fin de semana, a la ópera en el teatro Tian Chan. El chico había ido a la casa de la chica, ellos siempre veían juntos la televisión, oían música, charlaban, claro que como cualquier pareja de jóvenes se tocaban tiernamente. De pronto el fuego empezó a crecer desde la cocina común de los pisos de abajo, se dispersó fácilmente en esa casa con estructura de madera, además el viento aquella noche era muy fuerte, no se dieron cuenta del peligro hasta el momento en que el aire en la habitación empezó a arder. Sabían que ya no era posible salir de allí, el fuego había sellado todas las ventanas y salidas. Sólo les quedó una cosa, hacer el amor locamente en medio de las llamas. Mi nariz de veras que logró percibir ese olor a quemado, al aire caliente y seco de la desesperación.

Dejé la lapicera y me puse a pensar, si mi amado y yo hubiéramos estado en esa habitación ¿qué hubiéramos hecho? Sin lugar a dudas lo mismo, ya que no había otra elección.

Sólo con ese lazo tan profundo se puede enfrentar el miedo insondable ante la inminencia de la muerte. La única de las teorías de Freud en la que yo creo verdaderamente es en la de la relación misteriosa entre el instinto de vida y el instinto de muerte.

Recuerdo cuando Madonna en aquella fiesta en el jardín me preguntó: "¿Si en 1999 las predicciones de Nostradamus sobre el fin del mundo se cumplen, qué sería lo último que harías?", y ella misma se respondió: "Coger, claro".

Mi mano derecha aún sostenía la lapicera, la izquierda se deslizó hacia mi sexo, allí ya estaba mojado, parecía una medusa resbalosa e hinchada, metí un dedo, luego el otro, si los dedos tuvieran ojos o algún otro instrumento científico, podrían descubrir allí un mundo rosado, bello y carnoso. Los vasos sanguíneos hinchados pulsaban delicadamente en las paredes interiores de la vagina. Durante miles de años el jardín misterioso de la mujer ha estado esperando ser invadido por el sexo opuesto, ha esperado el goce primario, ha esperado la esencia traída por una batalla, para que luego en ese palacio rosado y regordete se desarrolle una pequeña nueva vida que continuará, ¿es así?

Me satisfice con entusiasmo y algo de asco, sí, siempre da algo de asco. Otros usan la pérdida de las familias o del hogar, o el terminar la vida en la mendicidad para inspirarse y escribir una obra maestra, en mi caso me rocié de perfume Opium y me encerré durante siete días y siete noches con el sonido devastador de Marilyn Manson y me di el placer de lanzarme hacia la victoria.

Tal vez ésa sea mi última novela, ya que sentía que simplemente no lograba hacer nada que valiera la pena, la desgracia se avecinaba, sí, los padres que me parieron y me criaron se avergonzaban de mí, y mi amante indefenso como una mariposa había perdido la fe en mí.

Después de siete días una llamada telefónica me sacó a la superficie. Ese día los rayos del sol eran muy brillantes, el viento traía el fresco olor de los pensamientos y las orquídeas del cercano parque Changfeng. La editora Deng me dio una noticia extraordinaria, mi antología anterior se publicaría en su segunda edición para su distribución como parte de una serie llamada "Aires de la ciudad".

– ¿Cuántos ejemplares se van a tirar? -dije lentamente, palabra por palabra, en siete días no había hablado con nadie, así que mi lengua estaba un poco torpe.

– Planeamos diez mil, claro, no son muchos, pero tú sabes que el mercado no está muy bien debido a la crisis del sudeste asiático. Bueno, a decir verdad, diez mil no está mal, la editorial al principio dudó pero les dije que la primera edición de tu libro se agotó en apenas unos días… -Sonreía con humildad, obligándome a expresarle agradecimiento.

– ¿Los derechos de autor aún son pagos fijos? -pregunté ya más despierta, como cuando se abre una ventana y entran juntos el bullicio, el ruido, el caos, el bacilo de la tuberculosis, el colibacilo. Ese desorden caótico avivó mi cerebro, me alejé por un tiempo de la cárcel de mi novela, conseguí libertad temporal.

– Vamos a fijar una reunión para vernos, algunos amigos de librerías quieren conocerte -Deng hablaba con voz suave-. Supieron por mí que estás escribiendo una novela larga, quieren hablar contigo para ver si pueden hacer algo juntos, siento que es una excelente oportunidad ¿qué te parece?

Había pensado en todo, ella tenía capacidad de organizar todo en detalle, de acuerdo a la lógica y en conformidad con las reglas del mercado, yo sólo tenía que aceptar tranquilamente este regalo tan oportuno, no sabía si de veras apreciaba mi talento literario o era algo más, aún no consideraba necesario sacar mis antenas, le agradecí y le dije que pronto la llamaría por teléfono para fijar la hora y el lugar.

Después llamé a Madonna. Aún estaba en la cama, su voz era gangosa y ronca. Al darse cuenta de que era yo, aclaró la garganta y en voz baja le dijo a la persona que tenía al lado (evidentemente era un hombre):

– Encanto, te agradecería mucho un vaso de agua ¿sí?

Luego me preguntó qué había hecho esos días, le conté todos los detalles sobre mi ida a Haikou, sobre Tiantian en el centro de rehabilitación, le dije que escribía todo el día. Estaba evidentemente conmovida:

– ¿Qué pasó? Oh, Dios. -Aspiró profundamente el cigarro y luego exhaló largamente.

– Las cosas van por buen camino, estoy segura de que se va a recuperar -le dije- ¿y tú cómo estás?

Gimió:

– ¿Cómo puedo estar? Mi vida está inmersa en alcohol y hombres, es una eterna alucinación hasta el día en que me vaya con el viento, y cuando ese día llegue le daré gracias a Dios. Por cierto, si tienes tiempo a la tarde, me gustaría verte, me temo que no estás muy bien, además llevo tiempo sin verte. Vamos a nadar ¿qué te parece? Vamos a la piscina del hotel Donghu, tengo una credencial de miembro de allí. Tú sabes, la ventaja de ir a nadar es que puedes al mismo tiempo proporcionarte placer a ti y a otros, cuando una mujer quiere atraer hombres rápido y fácil, aparte de bailar desnuda, la mejor manera es ir a nadar. -Reía a carcajadas como la protagonista de una película de Hollywood.

– Querida, perdóname, ahora parezco una perra en celo, el maldito de Dick me lastimó, se llevó mi vida, está bien, ya no hablaremos de eso, iré por ti en el auto, además tengo un regalo para ti.

Al lado de la pileta azul, Madonna y yo nos acostamos encima de las reposeras tejidas, sobre nuestras cabezas al cielo claro, el viento suave acariciaba la cara, los rayos del sol dulces como miel se acercaban justo lo necesario a nuestra desnuda piel expuesta. La piel, después de haber sido tapada toda una temporada, se veía pálida y nada atractiva. Me cubrí el cuerpo con una toalla y me puse a mirar al hombre en el agua. Se llamaba Ma Jianjun, Madonna lo había conocido en una situación muy cómica.

Una noche, tarde, Madonna corría por las calles en su coche, a esas horas hay poca gente y tránsito, es un momento seguro para correr locamente. Cuando se metió en sentido contrario por un callejón bordeado de hermosos árboles fénix, una patrulla que salió de la oscuridad la paró. Bajaron dos policías, uno de ellos era de hombros anchos y piernas largas con ojos parecidos a Pierce Brosnan, el protagonista de la última película del agente 007. Cuando todo solemne le dijo "Señorita, usted ha cometido un error", sus labios se parecieron aún más a los de 007, sólo que no tenía pistola en las manos, y tampoco tenía ese airecito perverso.

Madonna lo miró encantada bajo la luz del farol, después de tres segundos ya se había enamorado del policía. Obediente, pagó la multa y de paso le dio el número de su celular. En cuanto a la razón por la cual ese policía se relacionó con una señorita solitaria que corre como loca con el auto por la noche, no la sé muy bien.

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