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Fei Pingguo sentado a mi lado y hablando sin parar logró desplazar de mi mente los pensamientos confusos. Lo escuchaba pensando que un hombre con falda de piel o es asqueroso o es adorable. Me contó desde la muela que se había sacado el mes anterior, hasta las peleas constantes de sus padres y los celos de sus novias hacia sus novios.

Me dormí, cuando desperté Fei Pingguo estaba dormido y luego despertó también.

– ¿Ya vamos a llegar? -me preguntó, levantó la cortina y se puso a ver qué había abajo. -Aún falta -me dijo sonriendo-, ¿nunca te ríes?

– ¿Qué?… No, no tengo ganas de reír.

– ¿Por mí?

– No, por mi novio.

Agarró mi mano, la apretaba.

– No le tengas miedo a las dificultades, todos siempre tenemos dificultades, grandes o pequeñas. Por ejemplo yo, de un problema salto a otro, simplemente no sé si me gustan más los hombres o las mujeres.

– Amar y ser amado siempre es bueno -le dije sonriendo, pero esa sonrisa no podía ocultar mi tristeza, todo el mundo siempre dice eso; aun si yo y mis cuentos al mismo tiempo desaparecemos en silencio, las historias de los demás van a seguir ocurriendo, y la palabra "amor" va a estar presente en todas ellas, alrededor de esa palabra se tejen historias emocionantes, conmovedoras, con todo tipo de variantes.

Cuando el avión estaba a punto de llegar al aeropuerto de Hainan, se topó con una fuerte turbulencia y empezó a temblar horriblemente, cuando la azafata les pedía a los pasajeros abrocharse los cinturones se cayó a la alfombra.

La gente se asustó, la actriz empezó a gritar. Señalando a un señor que parecía su agente decía:

– Yo no quería viajar en este avión, ahora si se cae, voy a perder la vida por llegar a tiempo, ¡ah! -Sus gritos dieron al ambiente en el avión un tono muy raro, como si se filmara una película y no fuera de veras una emergencia.

Fei Pingguo apretaba mi mano, pálido.

– Si nos caemos apretando tu mano, no me sentiré tan mal.

– No pasará nada -dije aguantando mis fuertes ganas de vomitar-, mis adivinos nunca mencionaron que tendría un accidente, así que el avión no se caerá. Las estadísticas especializadas dicen que el transporte más seguro es el avión.

– Yo compré un seguro para accidentes aéreos y también un seguro de vida, es mucho dinero, no sé si a mis padres les dará alegría o tristeza -Fei Pingguo murmuraba para sí.

Mientras tanto el avión de pronto se estabilizó y nuevamente retornó la calma.

* * *

En el aeropuerto, Fei Pingguo y yo nos despedimos apresuradamente con un beso, sus labios eran muy húmedos. Muchos hombres homosexuales y bisexuales expresan el cariño de una manera más intensa que los demás, como animales pequeños y peludos, por eso fácilmente pueden adquirir el sida. Como bien dice la canción de Alanis Morrisette en Jagged Little Pill: "Estoy enferma pero soy bonita, nene".

Fuera de la ventana del taxi el cielo estaba azul, y debajo había muchas casas brillantes. No sabía dónde estaba, el chofer manejó un buen rato y finalmente me dejó en el hotel de Tiantian, que no era muy grande.

Pregunté en la recepción si alguien en la habitación B cuatrocientos cinco había recibido mi mensaje, la joven recepcionista dijo que no. Sus labios estaban pintados de un rojo brillante que manchaba sus dientes. Le pedí que llamara a la habitación, pero Tiantian no estaba. Sólo me quedaba esperar sentada en el sillón de la esquina.

El sol de las tres de la tarde brillaba en la calle al otro lado de la ventana, gente anónima y coches hablaban y tocaban bocina, pero no se veían tan amontonados como en Shangai. No se veía ese refinamiento cosmopolita que yo conocía tan bien. Todos se parecían entre sí. Cada tanto se veían mujeres altas y hermosas, que evidentemente habían inmigrado desde el norte. Eran de una belleza imponente que no poseían las shangainesas, su mirada era atrevida, directa, pero no tenían esa delicadeza calculada que caracteriza a las shangainesas.

Estaba muerta de hambre, recogí mi bolso y me fui a la calle. Justo enfrente había un restaurante de comida rápida, me senté cerca de la calle para poder ver la entrada del hotel. En el restaurante unos jóvenes a la moda hablaban en algo que no podía entender, en la radio se oían canciones en cantonés y en inglés. Entraron dos policías, lo raro fue que sin ponerse de acuerdo, los dos fijaron su mirada en mí. Compraron Coca Cola, y cuando se dirigieron a la puerta de vidrio nuevamente se dieron vuelta y me miraron. Me toqué la cara, al parecer no había nada, en mi blusa negra apretada no se veían hilos sueltos o manchas, el cierre del pantalón estaba bien cerrado, en mi vientre plano no había marcas de embarazo. Al parecer, o soy muy hermosa o muy sospechosa.

Ya no tenía hambre, se me fue el apetito, no tenía ganas de nada, sólo tomaba el café a sorbos, que tenía un sabor muy químico, como de aceite para muebles.

Fui al baño, en el espejo vi mi palidez, me acerqué á la taza y oriné parada como los hombres, en los baños públicos siempre hago eso. La taza del baño la usan un sinnúmero de extraños, hay un sinnúmero de fluidos corporales, bacterias, olores, recuerdos, testimonios e historias. Esa taza parecía una mosca enorme y blanca ofreciéndose resignada a las nalgas de todas las mujeres.

De pronto sentí dolor en el vientre, en el papel había una mancha roja, qué desgracia, siempre que salgo de Shangai, invariablemente me viene la menstruación. Especialmente ahora que vine para afrontar un problema de vida o muerte para mi amado y yo, mi cuerpo también afrontaba su propia desgracia.

Los nervios aumentaban los espasmos del útero, el dolor subía en oleadas. La última vez que tuve sexo con Mark creí que quedaría embarazada, hasta pensaba confesarle todo a Tiantian y dejar que el niño naciera, no importaría de quién era el bebé con tal de que en ella (o él) fluya la sangre del amor, con tal de que su sonrisa pudiera iluminar el cielo, hacer que los pájaros canten al unísono, dispersar la bruma y la tristeza, con tal de que…

El dolor me dio frío, arranqué todo el papel del rollo e hice una gruesa toalla y la puse dentro de la bombacha, con la esperanza de que el papel estuviera desinfectado, y entonces sólo necesitaba un gran vaso de agua caliente y unas compresas calientes en mi vientre.

Mi mamá siempre me dijo que en la mayoría de las mujeres esa molestia mensual desaparece después de tener hijos, ya que su útero se distiende. Si no quiero tener hijos entonces me dolerá toda la vida. Si la menopausia me llega a los cincuenta y cinco aún me faltan treinta años, cada año doce veces… La cabeza me daba vueltas, en aquel entonces estaba más nerviosa que un gato enfermo. Zhusha también padecía ese problema, pero no tan fuerte. Comparando, Madonna era el caso más extremo. Había muchas razones por las cuales los hombres la dejaban pero una de ellas era su humor insoportable durante siete días cada mes. Su tiranía y su debilidad los sofocaban a ella y a ellos. Por ejemplo, mandaba al novio a comprar pastillas para el dolor y toallas sanitarias; cuando regresaba, ya sea porque tardó mucho o porque no compró la marca de su preferencia, ella explotaba tirando ropa y cosas al suelo. Perdía la memoria y comenzaba a contradecirse, entonces cancelaba todas las reuniones, fiestas, planes. Nadie podía reírse frente a ella, ni tampoco estar en silencio. Si estaba violenta y su novio estaba detrás, empezaba a gritar. Todas las noches tenía pesadillas, soñaba con unos hombres malos que había conocido cuando trabajaba en Guangzhou. Ellos metían las manos en su útero y le sacaban un aparato que era un tesoro valiosísimo. Gritaba desesperada y al despertar se daba cuenta de que la toalla estaba empapada, que había manchado las sábanas, el colchón y hasta los calzoncillos de su novio. Se levantaba al baño para lavarse, se sentaba en el inodoro para cambiarse la toalla y, claro, así los novios no la aguantaban más.

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