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Eddie se dirigió a Bridgehampton y recorrió el trayecto que probablemente Ted había seguido para ir a la casa alquilada. En efecto, allí estaba Ted, pedaleando por Ocean Road; luego, cuando los faros de Eddie le iluminaron, se desvió a la cuneta de la carretera. Eddie frenó y le preguntó si quería que le llevara. A Ted le quedaba menos de un kilómetro por recorrer

– ¡Ya tengo un vehículo! -replicó Ted, y le indicó con un movimiento del brazo que siguiera adelante

Y una mañana, después de que Ted pasara la noche en la casa vagón, Eddie notó el olor de otra mujer en las almohadas del dormitorio, mucho más fuerte que el aroma de Marion. ¡De modo que tenía otra mujer!, se dijo Eddie, todavía desconocedor de la pauta que seguía Ted con las madres jóvenes. (La joven madre del momento acudía a posar tres veces por semana, al principio con su hijo, un niño pequeño, pero luego sola.)

En cuanto a los motivos por los que él y Marion se habían separado, lo único que Ted le había dicho a Eddie era que lamentaba mucho la coincidencia de su trabajo con "unos momentos tan tristes en un largo matrimonio". Aunque de estas palabras se desprendía que tales momentos tristes podrían quedar atrás, cuanto más constataba el muchacho la distancia que mantenían Ted y Marion, tanto más se convencía de que el matrimonio estaba acabado. Además, Ted se había limitado a decir que el matrimonio había sido "largo", no había mencionado que alguna vez hubiera sido bueno o dichoso

Sin embargo, aunque sólo fuese en las numerosas fotografías de Thomas y Timothy, Eddie veía que algo sí había sido bueno y dichoso, y que los Cole se habían llevado bien en otro tiempo. Había fotos de cenas con otras familias, matrimonios con hijos. Thomas y Timothy también habían celebrado fiestas de cumpleaños con otros niños. Aunque Marion y Ted aparecían pocas veces en las fotografías y los dos chicos (aunque sólo fuesen sus pies) eran el tema principal de cada foto, había suficientes pruebas de que Ted y Marion habían sido felices en el pasado, aunque eso no quería decir necesariamente que lo hubieran sido como pareja. Aun cuando su matrimonio nunca hubiera sido bueno, Ted y Marion lo habían pasado muy bien con sus hijos

Eddie O'Hare no recordaba que él se lo hubiera pasado tan bien como se veía, abundantemente representado, en aquellas fotografías. Pero se preguntaba qué les habría ocurrido a los amigos de Ted y Marion. Con excepción de las niñeras y las modelos (o la modelo), nunca les visitaba nadie

Si Ruth Cole, a sus cuatro años de edad, ya comprendía que Thomas y Timothy habitaban ahora en otro mundo, por lo que a Eddie concernía aquellos chicos también habían pertenecido a otro mundo. Habían sido amados

Todo lo que Ruth estaba aprendiendo, lo aprendía de sus niñeras. Éstas, desde luego, no habían impresionado a Eddie. La primera era una chica del pueblo que tenía un novio con aspecto de matón, también del pueblo…, o así lo suponía Eddie desde su perspectiva exoniana. El novio era un vigilante de la playa dotado de la impermeabilidad al aburrimiento que debe poseer todo muchacho salvavidas. Cada mañana, el matón acompañaba a la niñera a casa de los Cole y, si por casualidad veía a Eddie, lo miraba ceñudo. Aquélla era la niñera que siempre llevaba a Ruth a la playa, donde el vigilante se dedicaba a broncearse

Durante el primer mes del verano, Marion, que solía llevar a la niñera y a Ruth a la playa y luego iba a recogerlas, le pidió a Eddie que realizara esa tarea un par de veces. En una de esas ocasiones, la niñera y él no cruzaron una sola palabra, y Ruth avergonzó a Eddie al preguntarle de nuevo: "¿Dónde están los pies?"

La niñera que acudía por la tarde era una universitaria que conducía su propio coche. Se llamaba Alice, y se consideraba demasiado superior a Eddie para dirigirle la palabra, excepto para comentarle que en cierta ocasión conoció a una persona que había ido a Exeter. Naturalmente, esa persona se había graduado en el centro antes de que Eddie hubiera iniciado sus estudios, y Alice sólo conocía su nombre, que tanto podía ser Chickie como Chuekie

– Probablemente es un apodo -le dijo estúpidamente Eddie. Alice suspiró y le dirigió una mirada de conmiseración. Eddie temió haber heredado la tendencia de su padre a decir cosas obvias y que no tardaran en darle espontáneamente un apodo como Minty, del que no podría desprenderse durante el resto de su vida

La niñera universitaria también tenía un trabajo veraniego en un restaurante de los Hamptons, pero Eddie nunca comía allí. Además, era bonita, por lo que Eddie nunca podía mirarla sin sentirse avergonzado

La niñera que acudía por las noches era una mujer casada cuyo marido trabajaba de día. A veces llevaba a sus dos hijos, que eran mayores que Ruth pero jugaban respetuosamente con los innumerables juguetes de la pequeña, sobre todo muñecas y casas de muñecas a las que Ruth no hacía ningún caso. Ella prefería dibujar o escuchar cuentos. En la habitación donde jugaba tenía un caballete de pintor profesional, con las patas serradas. Ruth sólo sentía apego por una muñeca sin cabeza

De las tres niñeras, la del turno de noche era la única que se mostraba amistosa con Eddie, pero éste salía todas las noches, y cuando estaba en casa tendía a quedarse en su habitación. El cuarto y el baño para los invitados se hallaba en un extremo del largo pasillo que había en el piso superior. Cuando Eddie quería poner unas letras a sus padres o escribir en sus cuadernos de notas, casi siempre se quedaba allí solo. En las cartas que escribía a su familia no mencionaba que Ted y Marion pasaban el verano separados, y menos aún que se masturbaba regularmente, estimulado por el aroma de Marion y mientras sostenía alguna prenda seductora de la mujer

La mañana en que Marion sorprendió a Eddie mientras se masturbaba, el muchacho había dispuesto sobre la cama una verdadera reproducción textil de la mujer: una blusa veraniega color melocotón de una tela fina y liviana, adecuada para la sofocante casa vagón, y sostenes de un color a juego. Eddie había dejado la blusa desabrochada. El sostén, colocado más o menos donde uno esperaría que hubiera un sostén, estaba parcialmente expuesto, pero con una parte cubierta por la blusa, como si Marion se estuviera desvistiendo y hubiese llegado a esa etapa. Esto daba a sus ropas un aire de pasión, o por lo menos de apresuramiento. Las bragas, también de color melocotón, estaban debidamente colocadas (la cintura arriba y la entrepierna abajo) y a correcta distancia del sostén, es decir, como si Marion llevara realmente puestos el sostén y las bragas. Eddie, que estaba desnudo, y que siempre se masturbaba restregándose el pene con la mano izquierda contra la parte interior del muslo derecho, tenía apoyada la cara contra la blusa desabrochada y el sostén. Con la mano derecha acariciaba la inimaginable suavidad sedosa de las bragas de Marion

A Marion le bastó una fracción de segundo para darse cuenta de que Eddie estaba desnudo y para reconocer lo que estaba haciendo (¡y con qué ayudas visuales y táctiles!), pero cuando Eddie la vio por primera vez, ella ni entraba ni salía de la habitación. Estaba inmóvil como una aparición, algo en lo que sin duda Eddie confió que fuese. Además, no era exactamente Marion, sino más bien su reflejo en el espejo del dormitorio lo que Eddie vio primero. Marion, que podía ver la imagen de Eddie en el espejo y al muchacho real, tenía la singular oportunidad de ver a dos Eddie masturbándose a la vez

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