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Había tomado notas durante un año y medio, lo sabía todo de Harry, de la muerte de los chicos, de Ted e incluso de Hannah, pero aún no había encontrado el episodio con el que ahora empieza la novela, cuando Ruth sorprende a su madre haciendo el amor y Marion le dice: "No grites, cariño…", etcétera. Cuando lo encontré, supe que estaba preparado para empezar. "Una noche, cuando Ruth Cole tenía cuatro años…", y todo lo demás. Me resultó difícil llegar a esa primera línea; todas las demás la siguieron sin dificultad. Estaban esperando en su lugar

HG: ¿Ha habido momentos en la escritura de esta novela, o en la de cualquiera de tus obras, en que los personajes se impusieran a lo que habías planeado para ellos y empezaran a hacer cosas sorprendentes?

JI: No, nunca. Bueno, sí, ha habido pequeñas sorpresas, pero los personajes se mantienen en esencia tal como los había imaginado. Te diré a qué me refiero al hablar de pequeñas sorpresas. Sabía que Marion iba a volver y que, junto con Eddie, compraría la casa de Marion. Desconocía que Eddie estaría tan entusiasmado con la idea de poseer la casa de Ruth que llegaría a proponerle a Hannah que la compraran los dos y la compartieran. Por supuesto, la reacción de ésta a la idea no era difícil de imaginar, pero Eddie me sorprendió en ese aspecto: quería esa casa hasta el punto de hacer una proposición tan terrible. Fue un momento divertido, y decidí ver adónde me conducía

Creo que uno se gana esos ocasionales momentos espontáneos sólo si todo está planificado lo más meticulosamente posible. Si uno ha hecho la labor que requieren los personajes y sus historias, ocurrirán algunos accidentes y uno podrá aprovecharse de ellos. Pero no hay que confiar en los accidentes

En un buen relato, el lector debe tener la sensación de que las cosas suceden con naturalidad. Pero ser natural no es tan natural. En mi caso, se debe casi por completo a la planificación

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Una mujer difícil - pic_2.jpg
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