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Le tiré la bata, ella se puso en una pose provocativa al estilo de Marilyn Monroe.

– ¿Qué te parece mi cuerpo?, ¿te parece atractivo todavía?

Crucé los brazos, la miré de arriba abajo, le pedí que girara, ella obediente dio media vuelta y luego la vuelta completa.

– ¿Qué tal? -me miraba inquieta.

– ¿Quieres la verdad? -pregunté.

– Por supuesto.

– Hay huellas de muchos hombres, por lo menos de unos cien.

– ¿Qué quieres decir? -Seguía sin la bata.

– Las tetas no están mal, aunque algo pequeñas se ajustan cómodamente a la palma de la mano, las piernas son muy elegantes, el cuello es lo más bonito de tu cuerpo, sólo las damas occidentales de la alta sociedad tienen un cuello tan hermoso, pero el cuerpo en su conjunto está cansado, carga con la memoria de demasiados hombres.

Todo el tiempo apretaba sus pechos, algo decaídos pero para ella eran un tesoro, conforme oía mis palabras acariciaba sus piernas y luego hacia arriba tocaba su largo y bello cuello:

– Me adoro, mientras más vieja y cansada, más me quiero… ¿A ti no te gusto?

Me alejé, verla tocarse el cuerpo me ponía nerviosa, ya sea un hombre o una mujer, cualquiera se vería afectado por eso.

– ¡Aquí se está mejor que en mi casa! -gritó a mis espaldas.

Quería charlar conmigo, nos acostamos en la misma cama, pierna contra pierna, arropadas con una delgada cobija de plumas de ganso, a través de la tenue luz, por encima de su nariz, podía ver el armario y la ventana. Mientras estaba estudiando en la Universidad, las chicas de la misma habitación tenían la costumbre de dormir en la misma cama. La mejor manera de compartir los secretos mutuos, las alegrías, los deseos, las penas con otra mujer era tal vez compartiendo la misma cama. En medio de eso se forjaba una amistad especial, una confianza basada en la intuición y la ansiedad subconsciente, tan difícil de ser comprendida por los hombres. Me contaba de su pasado, como parte del intercambio yo también le ofrecía mi vida pasada, claro que mi pasado ni de lejos era tan complejo y oscuro.

Su vida era como una caligrafía espontánea, hecha en estado de ebriedad, y la mía era como un carácter redondo, más uniforme, el dolor, la ansiedad, la alegría, la presión no me hicieron extraña ni anormal, yo aún era una chica simpática, dócil, por lo menos a los ojos de algunos hombres.

Madonna nació en el barrio bajo del distrito Zhabei de Shangai. Desde niña su sueño era ser artista (por eso se buscó tantos amantes artistas). A los dieciséis años dejó la escuela. Su padre y su hermano mayor eran borrachos, cuando se embriagaban la tomaban como blanco para golpearla. Poco a poco esa violencia se convirtió en abuso sexual, le pegaban en las nalgas, apagaban las colillas de los cigarrillos en sus pechos. Su madre era débil y jamás la pudo proteger.

Un día tomó el tren y sola fue a Guangzhou. No tenía muchas opciones, empezó a trabajar en un bar acompañando a los clientes. En aquel entonces, las ciudades del sur pasaban por una ola de gran desarrollo, había muchos ricos, algunos tenían tanto dinero que te dejaba sin palabras. Ella tenía ese toque especial que sólo tienen las chicas de Shangai, su porte y sus actitudes la hacían superior a las otras chicas de provincia, los clientes la preferían, la ayudaban, querían hacer cosas por ella. Su posición en ese medio subía cada día más, empezó a reclutar por si sola a unas chicas y comenzó su propio negocio.

La llamaban "Muñequita extranjera", era un apodo cariñoso de Shangai para las chicas blancas y hermosas. Con sus vestidos largos negros escotados con delgados tirantes, pulseras de diamantes regaladas por sus admiradores, los cabellos negros sobre su cara blanca, parecía una reina que vivía en un castillo encantado, lleno de pesadas cortinas. Ejercía un enorme poder dentro de una complicada red de relaciones.

– Cuando me acuerdo de aquellos tiempos, siento que todo pasó en mi otra encarnación, si lo resumiera en pocas palabras sería "La bella y las bestias". Yo dominaba las fórmulas de cómo domesticar a los hombres, tal vez después cuando sea vieja, voy a escribir un libro para mujeres, les enseñaré cómo atrapar el corazón de los hombres, cuál es su lado oscuro, igual que cuando vas a matar a una serpiente hay que pegarle en el punto exacto, los hombres también tienen su punto débil. Aunque las mujeres de ahora maduran más temprano y son más agresivas y valientes que nosotras, aún son perdedoras en muchos aspectos. -Acomodó la almohada y me miró. -¿Tengo o no razón?

Le dije:

– En el fondo lo que pasa es que el sistema social actual desconoce las necesidades de la mujer y no las apoya para que estén conscientes de su propio valor. Las mujeres más agresivas se ganan el apodo de "vulgares", las suaves y gentiles se consideran como "floreros vacíos sin cerebro".

– Como quiera que sea, las chicas deben cultivar su cabeza, no está mal ser inteligente. -Se detuvo y me preguntó si estaba de acuerdo, le dije que sí, aunque no me considero como ejemplo de feminismo, sin embargo sus palabras eran muy ciertas, me hicieron descubrir la sabiduría y sensatez escondidos en su pensamiento.

– ¿Entonces, cómo fue que te casaste con tu esposo el difunto?

– Pasó algo que me enseñó mucho, me enseñó que dentro de ese mundo por mucho que yo tuviera influencias a través de mis relaciones, no era más que un punto rojo fácil de borrar… Apreciaba entonces a una chica de Chengdu. Era una universitaria, había estudiado administración en la Universidad de Sichuan, había leído mucho, podía conversar conmigo sobre temas de arte (disculpa, pero aunque sea muy inculta, desde niña el arte siempre me ha inspirado curiosidad, en aquel entonces entre mis novios había un pintor graduado en el Instituto de Bellas Artes de Guangzhou, igual que Dick, pintaba cuadros surrealistas al óleo). Ella no tenía dónde vivir así que la invité a vivir conmigo mientras tanto. Un atardecer de pronto tres hombres de aspecto salvaje vinieron a la puerta a buscarla. Eran paisanos de ella, habían reunido fondos y se los dieron para que los invirtiera en Guangzhou en el mercado de futuros. El resultado fue que en una sola noche los cien mil yuanes se hicieron polvo, y ella sin otra alternativa se dedicó a la prostitución. Todo el tiempo se había escondido de sus paisanos, sin decirles lo que había pasado. Finalmente esos hombres con navajas en la mano llegaron a la puerta. Yo estaba en la ducha, me descubrieron y me llevaron también. Aquello era de terror, dieron vuelta por completo mi cuarto, se llevaron todas mis alhajas y treinta mil yuanes en efectivo. Les decía que ese asunto no tenía que ver conmigo, que me soltaran, pero ellos taparon mi boca con una tela. Pensé que nos iban a vender a los tratantes de blancas y nos iban a llevar a Tailandia o Malasia.

"Nos encerraron en un cuarto oscuro, todo en mi cabeza estaba negro, estaba muy desesperada, por todos lados se sentía que algo terrible iba a pasar. Piensa, unas horas antes yo vivía entre algodones y de pronto me había convertido en una presa, qué vida iba a tener. Llegaron, golpearon salvajemente a la chica, decían que había nacido para ser puta, luego sacaron el trapo de mi boca, decidí aprovechar esa oportunidad para salvarme. Recité una larga lista de nombres importantes, desde el jefe de la policía hasta los mañosos que controlaban cada barrio. Dudaron un poco, salieron del cuarto a deliberar, se demoraron, parecían tener aún un dilema, finalmente el hombre un poco más alto entró: "Tú eres la famosa 'Muñequita extranjera', esto es un malentendido, inmediatamente te llevaremos a tu casa".

Su mano helada tomó la mía, extendió las palmas lentamente, los dedos le temblaban.

– ¿Por eso decidiste casarte?

– Sí, para salir de ese negocio. Entonces había un corredor de bienes raíces que se había hecho millonario. El viejo estaba decidido a casarse conmigo. Finalmente afronté el asco de acostarme con una momia llena de arrugas y me casé con él. Pensé además que no iba a durar mucho, mi intuición se confirmó… Ahora tengo dinero, tengo libertad, soy mucho más afortunada que la gran mayoría de las mujeres. Aunque me aburro como una ostra, estoy mejor que las desempleadas de las fábricas textiles.

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