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Era ésa una de las pocas cosas, en el confuso mundo del sexo, de las que Ruth se sentía orgullosa, aunque Hannah Grant, su mejor amiga, le había dicho repetidas veces que simplemente había tenido suerte. ("Lo que ocurre es que no has conocido al tipo adecuado…, quiero decir inadecuado -le había dicho Hannah-. Ya verás cuando salgas con él.")

Ruth opinaba que un hombre debía respetar su independencia. Nunca ocultaba el hecho de que no estaba segura acerca del matrimonio, y más insegura aún con respecto a la maternidad. Sin embargo, los hombres que respetaban su pretendida independencia solían mostrar una falta de compromiso del todo inaceptable. Ruth no estaba dispuesta a tolerar la infidelidad, exigía de inmediato a todo hombre con el que se relacionaba que le fuese fiel. ¿Acaso era tan sólo anticuada?

A menudo Hannah se había burlado de lo que llamaba la "conducta contradictoria" de Ruth. A pesar de que ésta tenía ya treinta y seis años, nunca había vivido con un hombre, y no obstante esperaba que cualquier amigo con el que saliera en ese momento le fuese fiel aunque no vivieran juntos. "No veo nada contradictorio en eso", decía Ruth, pero Hannah pretendía que Ruth a los treinta y seis años ella era superior a Ruth en lo concerniente a las relaciones de pareja. Ruth suponía que esa pretensión de su amiga se basaba en que había tenido más relaciones que ella

Según el criterio de Ruth, e incluso según criterios más liberales que el suyo, Hannah Grant era promiscua. En aquel momento, mientras Ruth aguardaba para leer un capítulo de su nueva novela en la YMHA de la Calle 92, Hannah también llegaba tarde. Ruth esperaba encontrarse con ella en el camerino, antes del acto, y ahora le preocupaba que su amiga llegara demasiado tarde para ser admitida, aunque le habían reservado un asiento. El retraso era muy propio de Hannah, quien probablemente había conocido a un hombre y estaba hablando con él. (En realidad habría hecho algo más que hablar.)

Ruth dirigió de nuevo su atención a la pequeña pantalla en blanco y negro del monitor de televisión, e intentó concentrarse en lo que decía Eddie O'Hare. La habían presentado en muchas ocasiones, pero aquélla era la primera vez que lo hacía el antiguo amante de su madre. Si bien esta circunstancia distinguía a Eddie, su presentación, por el momento, no tenía nada de distinguida

– Hace diez años… -empezó a decir Eddie, y Ruth bajó la cabeza. Esta vez, cuando el joven tramoyista le ofreció su taburete, lo aceptó. Si Eddie iba a empezar por el principio, ella sabía que lo mejor sería que se sentara-. El mismo orfanato, la primera novela de Ruth Cole, se publicó en 1980, cuando la autora sólo tenía veintiséis años. Está ambientada en un pueblo de la Nueva Inglaterra rural, famoso porque allí, y desde siempre, los estilos de vida alternativos habían encontrado apoyo. En aquel lugar prosperó una comuna socialista y otra de lesbianas, pero al final ambas se disgregaron. Un colegio universitario con unos criterios de admisión discutibles floreció brevemente, pues se fundó sólo para procurar una prórroga a los jóvenes que no querían ir a la guerra de Vietnam. Una vez finalizada la guerra, el colegio cerró sus puertas. Y a lo largo de los años sesenta y comienzos de los setenta, antes de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso Roe contra Wade, que legalizó el aborto en 1973, en el pueblo hubo también un pequeño orfanato. En aquellos años en que la operación era todavía ilegal, se sabía, por lo menos en el pueblo y sus alrededores, que el médico del orfanato practicaba abortos

Al llegar aquí, Eddie hizo una pausa. Las luces de la sala proyectaban una luminosidad tan tenue que no veía un solo rostro del numeroso público. Sin pensarlo, tomó un sorbo de agua del vaso de Ruth

Lo cierto era que Ruth se graduó en Exeter el mismo año en que se dictó la sentencia del caso Roe contra Wade. En su novela, dos alumnas de Exeter quedan embarazadas y las expulsan de la escuela sin identificar al posible padre, pues resulta que las dos tenían el mismo novio. Cierta vez, en una entrevista, la autora de veintiséis años bromeó diciendo que "el título de trabajo" de El mismo orfanato era El mismo novio

Eddie O'Hare, que estaba condenado a ser exclusivamente autobiográfico en sus novelas, no cometió el error de dar por sentado que Ruth Cole escribía sobre sí misma. Desde la primera vez que la leyó, supo que la novelista tenía suficiente imaginación y recursos para no limitarse a su mundo personal. Pero en varias entrevistas Ruth había admitido que tuvo una amiga íntima en Exeter, una muchacha de cuyo novio también ella estuvo perdidamente enamorada. Eddie no sabía que la compañera de cuarto y mejor amiga de Ruth en Exeter fue Hannah Grant, ni tampoco que ésta asistiría a la lectura de Ruth. Hannah había oído leer a su amiga en muchas ocasiones, pero esta lectura era especial para ella porque las dos amigas habían dedicado gran parte del tiempo que pasaban juntas a hablar de Eddie O'Hare, y Hannah ardía en deseos de conocerle

En cuanto a que las dos amigas se enamoraron "perdidamente" del mismo chico en Exeter, Eddie no podía saber, pero lo suponía correctamente, que Ruth no había tenido relaciones sexuales durante la época escolar. De hecho, y ello no era un logro fácil en los años setenta, Ruth se las ingenió para prescindir del sexo durante sus estudios universitarios. (Hannah, por supuesto, no esperó. Tuvo varias relaciones sexuales en Exeter y su primer aborto antes de graduarse.)

En la novela de Ruth, las chicas de Exeter expulsadas que compartían el novio van a parar al mismo orfanato del título, adonde las lleva el padre de una de ellas. Una de las jóvenes da a luz en el orfanato, pero decide quedarse con el bebé, pues no soporta la idea de que lo adopten. La otra joven se somete a un aborto ilegal. El muchacho de Exeter, candidato a padre por partida doble y ahora graduado por el centro docente, se casa con la chica que tiene el bebé. La joven pareja hace un esfuerzo para salvar el matrimonio por el bien del niño, pero fracasan… ¡al cabo de tan sólo dieciocho años! La chica que decidió abortar, ahora una mujer soltera al borde de la cuarentena, vuelve a encontrarse con su ex novio y se casan

A lo largo de la novela se pone a prueba la amistad entre las dos mujeres de Exeter. La decisión de abortar o entregar el niño para que lo adopten, así como el cambiante clima moral de los tiempos, las perseguirán mientras se hacen mayores. Aunque Ruth retrata a ambas mujeres solidariamente, las feministas pregonaron las opiniones personales de Ruth sobre el aborto (apoyó la postura en pro de la capacidad de elegir). Y a pesar de que era una novela de tintes didácticos, El mismo orfanato recibió buenas críticas y se vertió a más de veinticinco idiomas

Cierto que un sector de lectores se mostró en desacuerdo. El hecho de que la novela concluya con la amarga disolución de la amistad de las dos mujeres no agradó a todas las feministas. Algunas partidarias de la posibilidad de elegir denunciaron la circunstancia de que la mujer que decide abortar no puede quedar embarazada de su ex novio como "mitología antiabortista", aunque Ruth nunca da a entender que la mujer no puede quedar embarazada a causa de su aborto anterior. "A lo mejor no puede quedar encinta porque ya tiene treinta y ocho años", dijo Ruth en una entrevista, lo cual irritó a varias mujeres que hablaban en defensa de todas las mujeres que rebasan los cuarenta y aún pueden tener hijos

Era esa clase de novela, y no iba a salir ilesa. La protagonista divorciada de El mismo orfanato, la que da a luz poco después de que la expulsen de Exeter, se ofrece para tener otro hijo y dárselo a su amiga. Será una madre de alquiler… ¡con el esperma de su ex marido! Pero la mujer que no puede concebir rechaza el ofrecimiento y prefiere no tener hijos. En la novela, la motivación de la ex esposa para desempeñar el papel de "madre de alquiler" es sospechosa. No obstante, sorprendentemente, varias madres de alquiler pioneras atacaron el libro porque tergiversaba su situación

Jamás, ni siquiera en plena juventud, Ruth Cole puso demasiado empeño en defenderse de las críticas. "Miren, es una novela -decía-. Son mis personajes, y hacen lo que yo quiero que hagan." También se mostraba en desacuerdo con la interpretación más habitual de El mismo orfanato, a saber, que "trataba" del aborto. "Es una novela -repetía Ruth-. No "trata" de nada. Es una buena historia, una demostración de la manera en que las decisiones que toman dos mujeres afectarán al resto de sus vidas. Nuestras decisiones nos afectan, ¿no es cierto?"

Y Ruth se distanció de no pocos de sus lectores más fanáticos al admitir que ella nunca había abortado. Para algunas lectoras que habían abortado, era insultante que Ruth sólo lo hubiera "imaginado". "Desde luego, no me opongo al aborto ni a que cualquiera lo practique -afirmó-. En mi caso, nunca me he visto en la necesidad de hacerlo."

Como bien sabía Ruth, la "necesidad" de abortar se le presentó a Hannah Grant en otras dos ocasiones. Habían solicitado su admisión en las mismas universidades, sólo las mejores. Como Hannah no fue admitida en ninguna de ellas, fueron a la de Middlebury. Lo que les importaba a ambas, o por lo menos así lo decían, era permanecer juntas, aunque ello significara pasar cuatro años en Vermont

Cuando miraba hacia atrás, a Ruth le intrigaba por qué Hannah se había empeñado tanto en que estuvieran juntas, ya que se pasaba la mayor parte del tiempo en Middlebury, con un jugador de hockey que usaba dentadura postiza. El jugador la dejó embarazada en dos ocasiones, y cuando rompieron intentó salir con Ruth. Esto provocó el comentario que Ruth le hizo a Hannah a propósito de las "reglas que rigen en las relaciones"

– ¿Qué reglas? -replicó Hannah-. Sin duda no hay reglas entre los amigos

– Las reglas entre los amigos son especialmente necesarias -le explicó Ruth-. Por ejemplo, no salgo con nadie que haya salido contigo, o que se interesó primero por ti

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