Conversación con John Irving Tarvey Ginsberg
Harvey Ginsberg es amigo íntimo y editor de John Irving desde hace más de quince años. Ha editado los manuscritos de las cuatro últimas novelas de Irving: Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, Oración por Owen, Un hijo del circo y Una mujer difícil
HARVEY GINSBERG: ¿Por qué te has decidido a escribir una novela cuyo personaje principal es mujer y, además, novelista?.
JOHN IRVING: La decisión de convertir a Ruth Cole en novelista fue algo secundario. Desde el principio fue una mujer, una profesional de éxito. Durante cierto tiempo, en los meses dedicados a tomar notas para la novela, no estaba seguro de qué profesión concreta le atribuiría. Pero todo aquello que la obsesiona y menoscaba la confianza en sí misma es algo que preocupa más a las mujeres que a los hombres. Éstos no se consideran responsables de sus juicios erróneos en el terreno sexual, o por lo menos no se consideran tan responsables como en el caso de las mujeres. Son innumerables los hombres que han elegido mal a su pareja, pero tienden a minimizarlo
Vivimos en un mundo donde al hombre se le permite tener una historia, un pasado de actividad sexual. Siempre que no lo repita una y otra vez, a menudo ese pasado realza la imagen del hombre. Pero si una mujer tiene un pasado sexual, será mejor que lo mantenga discretamente en silencio
Ted Cole se suicida porque ve que su mal comportamiento sexual ha influido en las preferencias sexuales de su hija, y no porque se sienta culpable por haberse acostado con la mejor amiga de su hija. ¿Cuántos hombres se suicidan porque sus hijos varones se han equivocado al elegir pareja?
Y todo aquello de lo que Ruth es testigo en Amsterdam, incluso cuando lo único que se propone es observar, resulta (a su modo de ver) tanto más nocivo porque es una mujer. Como dice Ruth acerca de Graham Greene, al hombre se le permite sin trabas explorar lo sórdido y lo indecente; es más, se espera que los escritores masculinos exploren ese territorio. En cambio, a las mujeres les está prohibido. Ruth se siente avergonzada
Hoy son muchas las mujeres cuya situación profesional está bastante más avanzada que su vida personal. Es algo que también les sucede a los hombres, pero a ellos les preocupa menos. Si un hombre tiene éxito, ha estado casado tres veces y no se habla con ninguno de los hijos habidos en esos matrimonios fracasados, lo que más importa de él sigue siendo su éxito. Pero una mujer, por mucho éxito que tenga en cualquier actividad, se considerará fracasada si su vida personal es insatisfactoria o si se avergüenza de ella. Y los demás, sean hombres o mujeres, también tenderán a considerarla así
Por su parte, Marion, la madre de Ruth, no puede recuperarse de una tragedia que su marido, hasta cierto punto, es capaz de dejar a un lado. A menudo, lo que para los hombres son heridas superficiales, para las mujeres son lesiones mortales
En cuanto al hecho de que Ruth sea novelista, al principio imaginé a su padre como un famoso autor e ilustrador de relatos infantiles. Deseaba que Ruth fuese mejor que su padre, que se sintiera impulsada a competir con él y también que albergara hacia él sentimientos conflictivos. (El squash era sólo un aspecto de la competencia entre ellos.) ¿Por qué, me pregunté, no convierto a Ruth en una escritora mejor que su padre? ¿Por qué no la hago menos superficial de lo que es él en todos los aspectos?
HG: Por lo menos cuatro de los personajes principales -Ruth y Ted, desde luego, pero también Eddie y Marion- son escritores, y citas por extenso y resumes sus obras. ¿Se trata de un simple recurso argumental o tenías otra intención?
JI: Tras tomar la decisión de que Ruth y su padre fuesen escritores, pensé que los demás también debían serlo, en parte por malicia, pues sabía que me iba a divertir al comparar y contrastar los distintos tipos de literato al que cada uno pertenece, pero también porque hacerlos escritores me permitía relacionar sus vidas con lo que escribían. Podría ser que los cuentos infantiles de Ted fuesen relatos para las madres jóvenes: éstas constituyen el blanco principal de Ted, son al mismo tiempo las principales compradoras de sus libros y sus presas sexuales. Ese deje horripilante que tiene la voz del Ted cuentista de historias para niños era también una manera de establecer la objetividad con que cuenta a Eddie y a Ruth el relato de la muerte de sus hijos
Como novelista, Ruth es más autobiográfica de lo que está dispuesta a admitir, pero en su obra la invención va mucho más allá de su vida personal, lo imaginario supera en gran medida a lo estrictamente autobiográfico. Eddie O'Hare por supuesto, no puede imaginar nada. Y en cuanto a Marion, la madre de Ruth… en fin, su estilo es penoso, utiliza la escritura como terapia. Por mi parte, si eso le hace bien, hay que dejarla seguir adelante
He procurado no ser condescendiente. Puede que Eddie sea un escritor malo, incluso risible en ocasiones, pero es una buena persona, un hombre compasivo y un buen amigo. (¡Desde luego es mucho más afectuoso que Ruth!) Y Ted, a pesar de esa faceta horripilante que tiene, no sólo como autor de relatos infantiles, sino también como hombre, es un narrador fascinante. Consigue despertar y mantener vivo el interés. Y en calidad de padre es adecuado a medias; como dice Ruth, por lo menos estuvo a su lado cuando lo necesitaba
Al hacer que los cuatro personajes principales fuesen escritores, no sólo pude relacionar sus vidas sino también las diversas interpretaciones que ellos hacen de sus vidas. Dijo D. H. Lawrence en cierta ocasión que una novela es la manera más suti que tenemos de demostrar la interrelación de las cosas. Eso es cierto, pero una novela no tiene por qué ser sutil. Una mujer difícil (o cualquier otra novela de John Irving) no es sutil
HG: Te has mudado de Sagaponack a Vermont y tienes un hijo exactamente de la edad de Graham (y de Ruth cuando era niña). Aparte de estos dos, ¿qué otros elementos autobiográficos hay en la novela?
JI: Los elementos autobiográficos son muy numerosos. Como Eddie, fui a Exeter, donde mi padre enseñaba. Sin embargo, él era uno de los profesores más populares de la escuela y, al contrario que Minty O'Hare, nunca aburrió a nadie. Como le sucede a Ruth, tuve mi gran historia de amor ya bien entrada la madurez. Tenía cuarenta y cuatro años cuando conocí a mi segunda esposa, y llevaba cinco divorciado de la primera. (También, como le ocurre a Ruth, no estoy orgulloso de mi pasado sexual, quiero decir de los años transcurridos entre mi primer matrimonio y el segundo, pero no exclusivamente de este período. No creo que sea necesario entrar en detalles.)
En cuanto al motivo de que le atribuyera a Ruth la edad que tiene al inicio de la novela (cuatro años), no lo hice porque en aquel entonces tuviera un hijo de cuatro años, sino porque ésa es la edad en que comienza la memoria. La mayoría de los niños apenas tienen recuerdos de los tres años. A los cuatro empieza la memoria, pero los recuerdos no son completos. Quería que los recuerdos que Ruth conserva del verano de 1958, cuando su madre tiene la aventura con Eddie y luego abandona a la familia, estuvieran presentes pero fuesen incompletos
Con respecto a Graham, es cierto que mi hijo Everett tenía exactamente esa edad cuando escribía la novela; de ahí que me sintiera capacitado para escribir los diálogos de Graham (y los de Ruth cuando era niña). La percepción de los niños a esa edad es impresionante, pero su lenguaje no está a la altura de sus percepciones
Era esencial para la novela que Ruth tuviera un hijo de la misma edad que ella tenía cuando su madre la abandonó, porque quería que Marion tuviera que volver y se enfrentara a ese niño
HG: Pareces tener un concepto desfavorable, incluso moralista, de la promiscuidad sexual en los casos de Ted, Hannah e incluso de Ruth en su encuentro con Scott. No obstante, al mismo tiempo, tratas a las prostitutas de Amsterdam casi con afecto. ¿Cómo reconcilias esas perspectivas diferentes?
JI: Estoy de acuerdo en que tengo "un concepto desfavorable, incluso moralista, de la promiscuidad sexual", pero también la veo bajo un prisma cómico. La historia de Ted con la señora Vaughn es divertida. Las constantes aventuras de Hannah también son cómicas, pero Hannah tiene un lado triste, y confío en que sirva para compensar su carácter. Además, es mucho más divertido estar con ella que con Ruth. (¿No preferirían la mayoría de los hombres salir con Hannah antes que con Ruth? Tal vez no se casarían con ella, pero ésa es otra cuestión.)
Soy natural de Nueva Inglaterra, y es posible que la censura sexual de los puritanos esté arraigada en lo más hondo de mi ser. En mis novelas se castiga invariablemente el sexo promiscuo, y a decir verdad no me siento del todo cómodo con esa actitud. Mis dos personajes más virtuosos, Jenny Fields, la madre de Garp en El mundo según Garp, y el doctor Larch en Príncipes de Maine, reyes de Nueva Inglaterra, son sexualmente abstemios. Tienen una sola relación sexual en toda su vida, y no lo hacen más. Eso es algo que no recomiendo
Personalmente, no soy moralista en lo que respecta al sexo. Lo que me ha asqueado de la aventura entre Clinton y la señorita Lewinsky ha sido la actitud virtuosa adoptada por los medios de comunicación. La idea de que los periodistas sean árbitros morales, y no sólo en el ámbito de las relaciones extraconyugales, sino en cualquier otro, me parece repugnante. Ése es uno de los motivos por los que he convertido en periodista al personaje de Hannah. ¡Imagínate a esa mujer ejerciendo de árbitro moral!
En cuanto a las prostitutas de Amsterdam, durante cuatro años he viajado con frecuencia a esa ciudad, quince días en cada ocasión (y siempre en distintas épocas del año). Pasé muchas horas con un policía y una mujer, ex prostituta, que era entonces la presidenta de una organización que luchaba en favor de los derechos de las prostitutas. Quería saber con la máxima precisión cómo son un policía y una prostituta holandeses, y deseaba que a otros policías y prostitutas les pareciera que los retrataba fielmente. Tanto unos como otras me han asegurado que los personajes de Harry y Rooie son absolutamente creíbles