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– Es para el salvapantallas del ordenador de la oficina -explicó Alice a Denise.

Holly disfrutó de la velada charlando y riendo con Denise y Tom, mientras Alice corría de aquí para allá sacando fotos a todos los modelos semidesnudos. Holly aún se sentía culpable por haberse molestado con Tom durante el concurso de karaoke de hacía ya unos cuantos meses. Era un hombre muy tierno y él y Denise formaban una pareja encantadora. Por otro lado, apenas tuvo ocasión de hablar con Daniel, pues estaba demasiado ocupado atendiendo sus obligaciones. Observó que cuando daba órdenes a sus empleados éstos se ponían manos a la obra de inmediato. Saltaba a la vista que inspiraba un gran respeto al personal. Conseguía que todo funcionara. Cada vez que lo veía dirigirse hacia ellos alguien lo detenía para entrevistarlo o simplemente para charlar. La mayoría de las veces lo interceptaban muchachas delgadas en biquini. Eso molestaba a Holly, que miraba hacia otra parte.

– No sé cómo me las arreglaré para escribir este artículo -dijo Holly a Alice al salir del local.

– No te preocupes, Holly, lo harás bien. Sólo son ochocientas palabras, no?

– Sí, sólo -replicó Holly sarcásticamente-. El caso es que hace unos días escribí un borrador del artículo gracias a la información que me dio Daniel. Pero después de ver todo esto, tendré que cambiarlo de cabo a rabo. Y sudé tinta para escribir la primera versión.

– Te tiene muy preocupada, ¿verdad? Holly suspiró.

– No sé escribir, Alice. Nunca se me ha dado bien poner las cosas por escrito ni describir cómo son exactamente.

– ¿Tienes el artículo en la oficina? -inquirió Alice con aire reflexivo.

Holly asintió con la cabeza.

– Por qué no vamos ahora? Le echaré un vistazo y si es necesario le haré un par de retoques.

– ¡Oh, Alice, muchas gracias! -dijo Holly, abrazándola aliviada.

A la mañana siguiente Holly se sentó delante de Chris y lo observó, nerviosa, mientras él leía el artículo con cara de pocos amigos. Alice no había efectuado sólo unos pocos cambios en el artículo, lo había rescrito de arriba abajo y, en opinión de Holly, el resultado era increíble. Ameno al tiempo que informativo, también explicaba la velada tal como había sido, cosa que Holly hubiese sido incapaz de hacer. Alice era una escritora de mucho talento y Holly no comprendía por qué trabajaba en la recepción de una revista en lugar de escribir para la publicación. Finalmente Chris terminó de leer, se quitó las gafas lentamente y miró a Holly. Ésta se retorcía las manos en el regazo, sintiéndose como si hubiese copiado en un examen del colegio.

– Holly, no sé qué estás haciendo vendiendo publicidad -dijo Chris-. Eres una escritora fantástica, ¡me encanta! Es pícaro y divertido, y sin embargo expone lo esencial. Es fabuloso.

Holly esbozó una débil sonrisa. -Eh… gracias.

– Tienes un talento maravilloso. Me cuesta creer que quisieras ocultármelo.

Holly mantuvo la misma sonrisa importada.

– ¿Qué te parecería escribir para nosotros de vez en cuando? El rostro de Holly palideció.

– Verás, Chris, en realidad me interesa mucho más la publicidad.

– Sí, por supuesto, y también te pagaré más por eso. Pero si alguna vez volvemos a quedar colapsados, al menos sé que cuento con otro escritor de talento en el equipo. Buen trabajo, Holly. -Sonrió y le tendió la mano.

– Gracias -repitió Holly, estrechándola con escaso aplomo-. Será mejor que vuelva al trabajo.

Se levantó de la silla y salió del despacho.

– ¿Qué? ¿Le ha gustado? -preguntó Alice, levantando la voz al cruzarse con ella en el pasillo.

– Eh… sí, le ha encantado. Quiere que escriba más.

Holly se mordió el labio, sintiéndose culpable por acaparar todo el mérito.

– Oh. -Alice apartó la vista-. Vaya, para que luego digas que no tienes suerte. -Y siguió caminando hacia su escritorio.

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