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Lo más extraño fue que Ciara ni siquiera lo puso en duda. -Dentro de dos semanas es mi cumpleaños.

Holly lo había olvidado por completo. -Ya lo sé -dijo con naturalidad.

– Verás, papá y mamá quieren que vayamos a cenar fuera la familia al completo…

Holly soltó un bufido.

– Exacto -convino Ciara, y gritó apartando el auricular-: ¡Papá, Holly dice lo mismo que yo!

Holly rió por lo bajo al oír a su padre maldecir a lo lejos. Ciara añadió en voz muy alta para que su padre la oyera:

– Bien, mi idea es que sigamos adelante con la cena familiar, pero que también invitemos a unos cuantos amigos para que realmente sea una velada agradable. ¿Qué opinas?

– Suena bien -convino Holly. Ciara volvió a gritar:

– ¡Papá, Holly está de acuerdo con mi plan!

– Me parece muy bien -oyó Holly que vociferaba su padre-, pero no pienso pagar la cena de toda esa gente.

– Tiene razón -agregó Holly-. Escucha, ¿por qué no organizamos una barbacoa? Así papá estará en su salsa y no resultará tan caro.

– ¡Es una idea genial! -Ciara despegó el auricular una vez más-. Papá, ¿y si montamos una barbacoa?

Silencio.

– Le encanta la idea. -Ciara se echó a reír-. Don Superchef volverá a cocinar para las masas.

Holly también rió al pensarlo. Su padre se entusiasmaba como un crío cuando hacían barbacoas, se lo tomaba muy en serio y permanecía continuamente al lado de la barbacoa sin quitar ojo a sus maravillosas creaciones. Gerry se comportaba igual. ¿Qué les ocurría a los hombres con las barbacoas? Probablemente era lo único que ambos sabían cocinar en realidad, o eso o eran pirómanos frustrados.

– Estupendo. Entonces ¿avisas tú a Sharon y John, y a Denise y su novio locutor? ¿Puedes pedirle a ese tío, Daniel, que también venga? ¡Está para comérselo! -Ciara soltó una risa histérica.

– Ciara, apenas lo conozco. Dile a Declan que lo invite, se ven muy a menudo.

– No, prefiero que le digas sutilmente que lo amo y que quiero ser la madre de sus hijos. No sé por qué, pero tengo la impresión de que Declan se vería en un aprieto haciendo eso.

Holly chasqueó la lengua.

– ¡Basta! -soltó Ciara-. ¡Es mi capricho de cumpleaños!

– De acuerdo -dijo Holly, dándose por vencida-. Pero dime una cosa. ¿Por qué quieres que vayan mis amigos, qué pasa con los tuyos?

– Holly, he perdido contacto con todo el mundo, he pasado mucho tiempo fuera. Mis demás amigos están en Australia y los muy cabrones no se han molestado en llamar ni una sola vez -concluyó enfurruñada.

Holly sabía muy bien a quién se refería.

– Pero ¿no crees que ésta sería una gran oportunidad para ponerte al día con tus viejas amistades? Ya sabes, los invitas a una barbacoa, es un ambiente distendido y agradable.

– Sí, claro, ¿y qué les digo cuando empiecen a hacerme preguntas? ¿Tienes trabajo? Mmm… no. ¿Tienes novio? Mmm… no. ¿Dónde vives? Bueno… en realidad todavía vivo con mis padres. ¿No resultaría patética?

Holly se dio por vencida.

– Como quieras… De todas formas, llamaré a los demás y… Ciara ya había colgado.

Holly decidió quitarse de en medio la llamada más incómoda cuanto antes y marcó el número de Hogan's.

– Hogan's, buenas noches.

– Hola, ¿podría hablar con Daniel Connelly, por favor?

– Sí, no cuelgue. -La dejaron en espera y de pronto comenzó a sonar música de los Greensleeves.

– Diga?

– Hola. ¿Daniel?

– Sí. ¿Con quién hablo?

– Soy Holly Kennedy. -Deambuló nerviosa por la habitación, esperando que reconociera su nombre.

– ¿Quién? -gritó Daniel, pues el ruido de fondo aumentó de volumen. Holly se dejó caer en la cama, un tanto violenta.

– Soy Holly Kennedy. La hermana de Declan.

– Ah, Holly, qué tal. Espera un momento, que voy a un sitio más tranquilo.

Holly se quedó escuchando a los Greensleeves otra vez, se puso de pie y comenzó a cantar en voz alta.

– Perdona, Holly -dijo Daniel, sonriendo al coger de nuevo el auricular-. ¿Te gustan los Greensleeves?

Holly se ruborizó y se dio un golpe en la cabeza.

– Bueno… no, no mucho. -No supo qué más decir y de pronto se acordó del motivo de su llamada-. Sólo te llamaba para invitarte a una barbacoa.

– Vaya, qué bien. Sí, me encantará ir.

– Dentro de dos viernes es el cumpleaños de Ciara. ¿Te acuerdas de mi hermana Ciara?

– Eh… sí, la del pelo rosa.

– Exacto. Ha sido una pregunta estúpida. Todo el mundo conoce a Ciara. En fin, me ha pedido que te invitara a la barbacoa y que te dijera sutilmente que quiere casarse contigo y ser la madre de tus hijos.

Daniel se echó a reír.

– Sí, desde luego has sido muy sutil.

Holly se preguntó si estaría interesado en su hermana, si sería su tipo.

– Cumple veinticinco -agregó sin saber muy bien por qué.

– Ah… muy bien.

– Bueno, Denise y tu amigo Tom también irán, y Declan estará allí con su grupo, por supuesto, así que conocerás a un montón de gente.

– Tú irás?

– ¡Claro!

– Estupendo. Así aún conoceré a más gente, ¿no? -bromeó Daniel.

– Qué bien. Ciara estará encantada de que vayas.

– Sería muy grosero por mi parte no aceptar la invitación de una princesa. Al principio Holly pensó que estaba flirteando con ella, pero entonces cayó en la cuenta de que se refería al documental, de modo que farfulló una respuesta ininteligible. Justo cuando Daniel se disponía a colgar el auricular a Holly la asaltó una idea.

– Ah, una cosa más.

– Dime.

– ¿Sigue vacante ese puesto detrás de la barra?

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