Литмир - Электронная Библиотека

– ¡No, no, qué va! Holly te mencionó en una conversación, eso es todo. -Entonces se dio cuenta de lo que aquello podía dar a entender-. Sólo de pasada -agregó-. Dijo que le habías dado un taburete.

Holly comenzó a darse cabezazos contra la pared. Daniel volvió a reír.

– Oh, vaya, pues dile que, si quiere cantar en el karaoke por Navidad, puedo anotar su nombre ahora mismo. No imaginas la cantidad de gente que quiere inscribirse.

– ¿En serio? dijo Holly con un hilo de voz, sintiéndose rematadamente estúpida.

– Ah, por cierto, ¿con quién estoy hablando? -inquirió Daniel. Holly iba de un lado a otro del dormitorio.

– Bueno, con… Sharon. Sí, soy su amiga Sharon.

– Encantado, Sharon. En fin, como tengo tu número en el identificador de llamadas, ya te avisaré si alguien se echa atrás.

– Vale, muchas gracias. Daniel colgó.

Holly saltó a la cama y se tapó la cara con el edredón al notar que estaba ruborizándose de vergüenza. Se escondió debajo de las mantas, maldiciéndose por ser tan mema. Haciendo caso omiso al timbre del teléfono, trató de convencerse de que no había quedado como una verdadera idiota. Finalmente, una vez persuadida de que sería capaz de volver a mostrarse en público (le llevó un buen rato), salió de la cama y pulsó el botón del contestador.

– Hola, Sharon, seguro que acabas de salir. Soy Daniel, del Club Diva. -Hizo una pausa y agregó-: En Hogan's. Verás, estaba echando un vistazo a la lista de inscripciones y, al parecer, alguien ya apuntó el nombre de Holly hace unas semanas. En realidad, es una de las primeras inscripciones. A no ser que haya otra Holly Kennedy… -Se interrumpió-. En fin, llámame cuando tengas un momento para ver si lo aclaramos. Gracias.

Holly se quedó anonadada. Se sentó en el borde de la cama, incapaz de moverse durante horas.

18
{"b":"88536","o":1}