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– ¿Y por qué no te delataron a ti los inquisidores, por qué no revelaron que en la sesión secreta habías dicho lo contrario que en la sesión pública?

– Porque para ellos era peor el silencio del héroe que la palabra del delator. Si revelaban mi doble juego, también revelaban el suyo y perdían un as de su baraja. Se callaron sobre mi delación, al fin y al cabo martirizaron a la gente que nombré, ése no era problema, ellos ya tenían su lista de víctimas preparada de antemano, el delator sólo confirmaba públicamente lo que ellos querían que se dijera. Muchos más denunciaron públicamente a Mady Christians y a John Garfield. Por eso se callaron sobre mi delación, me condenaron por mi rebeldía, me enviaron a la cárcel, y cuando salí me tuve que exiliar… De todos modos, me derrotaron, me hicieron imposible para mí mismo…

– ¿Todo esto lo saben tus amigos de Cuernavaca?

– No lo sé, Laura. Pero lo imagino. Están divididos. Les conviene tenerme entre ellos como mártir. Les conviene más que expulsarme como delator. Pero no me hablan ni me miran a la cara.

Ella le rogó que se fueran de Cuernavaca, los dos solos en otra parte se darían lo que podían otorgarse dos seres solitarios, dos perdedores, juntos podemos ser lo que somos siendo lo que no somos. Vamonos antes de que nos trague un inmenso vacío, mi amor, vamos a morir en secreto, con todos nuestros secretos, ven, mi amor.

– Te juro que guardaré silencio para siempre.

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