Los veintisiete años de Nah se plantan ante su madre.
¿Té o caldo de tortuga?, pregunta la madre.
No quiero hablar de mi boda, dice la hija dejando en el suelo su bolso.
¿Tengo derecho a saber el nombre del joven? El tono de la madre es agudo.
Llámalo camarada Tai. Tiene veintiocho años.
¿Eres consciente de que es un oficial de rango inferior?
Creía que todos los seres humanos creados bajo el cielo de Mao eran iguales.
¿Vas a sentarte?
No.
Bueno, ¿y te has preguntado alguna vez por qué no lo ascienden? Va a retirarse.
Querrás decir que va a abandonar.
Lo que sea.
Espero que no vuelva a su pueblo.
Pues sí, y yo me voy con él.
La madre se queda sin aliento. Trata de controlarse. Tras una larga pausa logra preguntar dónde está el pueblo.
En la provincia de Ningxia.
¿Ningxia? ¿El lugar fantasma?… ¿Por qué me haces esto? La hija mantiene la boca cerrada.
La madre respira hondo, como si creyera que va a morirse si se para. ¿Qué… qué ha dicho tu padre?
Me ha dado su bendición y me ha dicho que me apoyará aunque decida entrar en un monasterio.
La madre se atraganta y empieza a toser.
La hija va a buscar un vaso de agua y se lo da.
¡Despiadada! Su madre la aparta de un empujón y grita golpeándose el pecho. ¡Despiadada!
No me has presentado a los padres del novio. ¿Quiénes son?
La hija no responde.
¡Nah!
No voy a responder a tu pregunta cuando sé que vas a insultarme.
Bueno, entonces tendré que oponerme a tu boda.
No habrá boda, madre. Hemos… La hija se vuelve y mira por la ventana. Ya nos hemos casado y si quieres puedo conseguirte una copia del certificado.
Perpleja, la madre se levanta, se acerca a la pared y empieza a darse de cabezazos.
Nos vamos a Wunin mañana. La hija observa a la madre y tiembla llorosa. Al cabo de un rato la escena se vuelve insoportable. Sin decir una palabra se marcha.
La madre se acurruca en la esquina. Luego camina a gatas hasta el sofá y oculta la cara en un almohadón.
Trato de no pensar en Nah, pero no puedo. Los remordimientos me consumen viva. Ojalá le hubiera atado los cordones de los zapatos, preparado el almuerzo y hecho sus faldas cuando era niña. Ojalá le hubiera organizado fiestas de cumpleaños e invitado a sus amigas a pasar la noche. Ojalá hubiera pasado más tiempo hablando con ella y aprendiendo a ayudarla en sus problemas. Pero ya es demasiado tarde, ha escapado a mi control. Debe de haberse sentido tan sola y desesperada que ha recurrido al matrimonio como única salida. Quiere castigarme. Quiere que presencie cómo destruye su futuro…, mi futuro. Solía pensar que ser la hija de Mao era la mayor fortuna de Nah… ¿He descargado la cólera que sentía hacia mi madre en mi hija, haciéndole tan poco caso como mi madre me hizo a mí? No he cumplido mi deseo de ser buena madre.
Y oigo llorar mi corazón. Estoy dispuesta a renunciar a todo con tal de recuperar el amor de mi hija. Pero no es posible. Estoy llevando los asuntos de Mao. Es como cabalgar a lomos de un tigre; no puedo bajarme. Vivo para complacer a Mao. Soy egoísta y no puedo dejar de ser como soy. No puedo vivir sin el afecto de Mao. En este sentido soy digna de compasión, rehén de mis propios sentimientos. He estado tratando de combatir esta compasión. Soy una maldita heroína.
No ha salido bien. Ahora echo de menos a mi hijita. Sus bracitos alrededor de mi cuello. Cómo se acercaba a mi cama de puntillas por la noche. Quiero que vuelva y enloquezco pensando en lo que he hecho… ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué me pasa que me he negado a besarla cada vez que nos hemos separado? Le he enseñado a insensibilizarse a sus propias emociones. Quería hacerla fuerte para que tuviera una vida mejor que la mía.
Es el destino, habría dicho mi madre. Poco puede hacer uno para cambiar lo que le ha tocado vivir. Sueño que me matan como mujer de Mao. Es un papel que interpreto con pasión. Es la danza que estoy destinada a terminar.
18
La oscuridad del teatro, las hileras de asientos vacíos, el sonido de los tambores y la música tranquilizan mis nervios. No paro quieta entre Pekín y Shanghai. Sigo descubriendo talentos y buscando material que adaptar. Mi objetivo es crear personajes que sean maoístas apasionados. Estoy esperando, tratando de hacer que Mao vea lo importante que soy, tratando de hacerme indispensable. Otras personas compiten conmigo por el afecto de Mao. Debo actuar deprisa. Con el permiso de Mao y la ayuda de Kang Sheng y Lin Piao, he logrado prohibir otras formas de entretenimiento: lleno los escenarios con la mujer que me gustaría ser.
Ayer vi una ópera titulada El puerto. No sólo me impresionó su contenido, también me sobrecogió su diseño musical. Esta mañana he llamado al alcalde de Shanghai, Chun-qiao. Le he preguntado si conocía a Yu Hui-gong, el compositor. Me gustaría tener una copia de su expediente lo antes posible.
La noche del 4 de octubre de 1969 la señora Mao pasa las páginas del expediente, emocionada por su descubrimiento. Se entera de que el compositor Yu ha sido el creador clave de algunas de las mejores óperas de los últimos años. Al día siguiente antes de desayunar dice a Chun-qiao: Quiero conocer de inmediato al camarada Yu.
Chun-qiao le informa de que hay un obstáculo. El camarada Yu está en prisión. Lo arrestaron al comienzo de la Revolución Cultural por haber sido traidor antes de la Liberación.
Coge mi coche y llévame ante el director de la prisión, ordena la señora Mao.
El director de la prisión dice a la señora Mao que va a ser difícil poner en libertad a Yu. Sin embargo le envía enseguida los antecedentes penales de Yu. Todo empezó en 1947, cuando Yu era adolescente. Pertenecía al Ejército de Liberación de Mao. La guerra civil estaba en su punto crítico. Las tropas de Chang Kai-shek bombardearon toda la zona de Jiao-tong y Yan-tai. La división de Yu recibió instrucciones de enterrar su comida y pertenencias, y prepararse para luchar por su vida. Yu quedó deshecho. Pensó en su madre y decidió cumplir su deseo de ser buen hijo. Antes del amanecer, encontró un lugar tranquilo en el pueblo y cavó un hoyo bajo un árbol. Enterró su comida y sus pertenencias, y dejó una nota. Queridos hermanos de las tropas de Chang Kai-shek: puede que esté muerto cuando encontréis esta nota. Mi único pesar es que no he tenido la oportunidad de demostrar devoción a mi madre anciana. Mi padre murió cuando yo tenía ocho años. Me crió mi madre sola y las penalidades que sobrellevó son indescriptibles. Mi espíritu os agradecerá y bendecirá si hacéis llegar este paquete a mi madre de mi parte. Aquí tenéis la dirección.
Para horror de Yu, no fue el enemigo, sino sus propios camaradas, quienes encontraron la nota. Éstos informaron a las autoridades del Partido Comunista. Lo denunciaron y lo tuvieron preso seis meses. Más tarde, en una batalla mortal, le dieron la oportunidad de demostrar su lealtad. Sobrevivió y le perdonaron, pero su expediente continuó en manos del servicio de inteligencia.
Cuando la Guardia Roja del Conservatorio de Música de Shanghai descubrió el expediente de Yu, lo celebró; hasta entonces nunca había tenido ocasión de vérselas con un «enemigo de verdad».
En Pekín se están ensayando grandes producciones como Conquistando la montaña del tigre con ingenio y El puerto, y no permiten que su creador y yo nos conozcamos. He presionado y exigido toda la atención del alcalde Chun-qiao. Estoy segura de que Chun-qiao está teniendo dificultades. Estoy segura de que mis enemigos están haciéndome esto a propósito. Conocen el talento de Yu. Tienen claro que una vez que Yu y yo nos juntemos, seremos un equipo invencible. Yu puede ayudarme a promocionar el maoísmo sin ayuda de nadie. Escribe, compone y dirige. Conoce las melodías populares y está licenciado en música occidental clásica. Tiene profundas raíces en la ópera tradicional y un arraigado sentido del modernismo. Ha estudiado composición y toca casi todos los instrumentos.