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Las mujeres se acuclillan para desayunar. Lan Ping mira fijamente su tazón. Está pensando en Mao. Observa a las mujeres marchar y entrenarse hasta la hora de la clase. Vienen y se sientan en hileras delante de ella. Ella trata de ser amena e ilustrativa. Pero las alumnas no prestan atención. Empiezan a discutir entre ellas cómo tejer cestas de diseños innovadores.

¡Escuchad, estoy aquí para enseñaros matemáticas! Un poco de respeto.

Las alumnas se vuelven hacia ella y empiezan a quejarse de que habla demasiado bajo. Hemos perdido oído con los ataques aéreos de Chang Kai-shek. Tú vienes de la ciudad y no sabes qué es la guerra… Una mujer de pronto la llama hipócrita.

Eso es una grosería, dice Lan Ping.

¿Grosería? La mujer escupe al suelo. ¡Hipócrita!

La clase entera se hace eco.

Lan Ping arroja la tiza y renuncia a enseñar.

Las mujeres aplauden alegremente.

De pronto se oyen disparos.

Es Zi-zhen. La mujer entrada en años hace el gesto de doblar el dedo como si apretara un gatillo. Es su pistola. ¿Sabe, señorita Lan Ping, que en una ocasión Zi-zhen casi disparó al presidente?

¿Cuándo?, pregunta la profesora presa de pánico.

Cuando fue a verla.

¿Por qué iba a querer dispararle?

Porque flirteaba con una mujerzuela. Zi-zhen siempre va tras las mujerzuelas. Son buenos blancos para una gran tiradora.

Corro todo lo que puedo hasta mis barracones. Cierro la puerta y me arrojo agua fría en la cara. Sé que no era Zi-zhen. Zi-zhen está en Rusia. Sus ex alumnas están allí para vengarse por ella y por sí mismas. Todas se sentirían afectadas si Mao se divorciara de Zi-zhen. Si a Mao se le permite abandonar a su mujer, los demás harán lo mismo.

De noche la pagoda de Yenan es un silencioso centinela. Al amanecer hay una repentina explosión. Desde su ventana Lan Ping ve cómo la mitad del cielo se vuelve rojo. Una hora después Pequeño Dragón llama a su puerta.

¿Qué pasa?, dice ella poniéndose un abrigo.

El presidente…

¿Qué ha ocurrido?

Han alcanzado su cueva.

¿Está bien?

Sí, pero el Politburó tiene que trasladarse. Nos vamos. Me ha enviado para decirle adiós.

¿Adiós? ¿Ha dicho algo más?

Adiós a secas.

¿Adónde se va?

No tengo ni idea.

Tienes que saberlo.

Lo siento. Tengo instrucciones de preparar comida para un mes para los caballos.

Él está inclinado sobre un mapa cuando aparece la joven. Entra con el aire de la noche, el pelo gelatinizado de sudor y polvo. Tiene los ojos más brillantes que nunca.

Él deja el lápiz, aparta los mapas y se acerca a ella. No esperaba ver florecer un árbol de hierro.

No tengo nada que decir, replica la joven. Me has convertido en un invierno. Un invierno terrible. Se echa a llorar.

¿Quieres que visitemos entonces la primavera?, dice él ofreciéndole una silla.

La joven tiembla en su proximidad.

Siento no poder ofrecerte té, dice él pasándole un tazón de agua. Con las bombas todas mis tazas han saltado por los aires.

Ella acepta el vaso de agua y lo bebe de un trago. Se seca la boca con la manga.

Fuera los guardias están acabando de cargar el coche. Pequeño Dragón apila los últimos documentos y los mete en bolsas.

La luz de la luna entra por el techo resquebrajado. La cama de ladrillo está cubierta de tierra. Él alarga las manos para desnudarla. Ella las aparta, pero eso no lo detiene.

Demonio cobrador de deudas, grita ella.

Sus miembros se entrelazan. Ella siente cómo él salta y la embiste.

Como un crisantemo seco en una taza de té caliente, ella se siente hincharse y expandirse por segundos.

Soy una columna nacida para sostener el cielo, ruge él. Pero sin ti no soy más que un palillo.

¡Al suelo!, grita Pequeño Dragón. Sigue una explosión en las proximidades.

Mao se ríe con los pantalones en los tobillos.

¡Quienquiera que seas has vuelto a fallar! ¡Japonés o Chang Kai-shek! ¿También te hueles la diversión? Oh, me encanta el temblor de la tierra. ¡Chang Kai-shek! ¡No te mereces tu reputación! Has prometido al mundo eliminarme en tres meses. ¡Mira cómo me divierto! ¡Eres una mujer embarazada que grita con contracciones pero no da a luz!

¿Ya está listo el presidente?, pregunta Pequeño Dragón desde fuera. ¡Por su seguridad el presidente debe ponerse en camino!

Por fin los amantes se levantan de la cama. Mao enciende un cigarrillo y da una profunda calada.

Fuera, Pequeño Dragón mete prisas.

¿Vamos…?

Antes de que Lan Ping termine la frase hay otra explosión. Se cae la mitad del techo. Ella grita.

Mao sigue fumando, imperturbable. ¡Pequeño Dragón!, llama por fin.

Los guardaespaldas entran corriendo. Recogen los mapas y las mantas. Pequeño Dragón arroja los documentos al fuego y recoge los últimos libros de Mao de un estante.

¿Te vienes conmigo?, pregunta Mao a la joven.

Llorosa, ella responde que en esos momentos no puede pensar con claridad. Necesita tiempo para tomar una decisión.

Vamos, los caballos se están impacientando.

Yo… Es incapaz de decir que antes quiere una promesa.

¿Vienes o no? Mao apaga el cigarrillo y se levanta.

Pero Zi-zhen… Logra pronunciar la palabra.

¡Por el amor de Dios!, grita Mao. ¡Has saqueado mi corazón! ¡Piedra por piedra has destruido mis ciudades! Acéptame y prometo hacerte tan feliz como me has hecho tú a mí.

En medio de un humo asfixiante Lan Ping ve cómo queda reducida a cenizas la última tanda de documentos. Mao se quita el abrigo y se lo echa a ella sobre los hombros. La acompaña al coche mientras Pequeño Dragón y los vigilantes destruyen la cueva. Rasgan todas las cortinas, y hacen pedazos los muebles y las jarras de agua. ¡No te dejaremos nada, Chang Kai-shek!, gritan. ¡Nada de nada!

Sentada junto a su amante, la joven se conmueve ante la cualidad operística de su vida. Los acontecimientos se transforman ante sus ojos. En el escenario de su imaginación Mao se convierte en el moderno rey de Shang y ella en su amante lady Yuji. Se ve a sí misma siguiendo al rey. Desde que era niña ha soñado con interpretar el papel de Yuji. Es una gran admiradora de la ópera Adiós a mi concubina. Le encanta el momento en que Yuji se clava un cuchillo delante del rey para demostrarle su amor. Lleva un hermoso vestido de seda y un sombrero incrustado de perlas.

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Es en la cueva de Mao donde la joven aprende política. Se entera de que Chang Kai-shek ha aumentado recientemente el precio que ha puesto a la cabeza de Mao. Le asusta y halaga a la vez. Se entera de que la invasión japonesa se ha intensificado y las provincias chinas han estado cayendo una tras otra en manos del enemigo. Se entera de que no hace mucho uno de los generales de Chang Kai-shek, Zhang Xue-liang, inició una rebelión durante la cual tomaron como rehén a Chang Kai-shek y lo entregaron a los comunistas. El Politburó se proponía matarlo, pero Mao propuso negociar.

Es una buena oportunidad para demostrar a las masas que nuestra benevolencia está por encima de cualquier rencilla personal; Mao se concentra en hacer que el Partido Comunista sea aceptado como la principal fuerza política de China. A cambio de su vida, Chang Kai-shek consiente en combatir a los japoneses y unirse a los comunistas.

Dentro de su país, Mao se hace con el control del Politburó. Selecciona los miembros de su propio gabinete y ataca a los que tratan de adoptar la fórmula rusa en lugar de su estilo de guerrilla. Utilizando el nombre del Politburó se deshace de sus enemigos políticos, Wang Ming y Zhang Guotao, entrenados en Moscú, destinándolos a puestos remotos. A sus soldados sigue predicándoles su interpretación particular del marxismo leninismo. Su panfleto, Ocho leyes y tres disciplinas, es impreso con impresoras de rodillo manuales y distribuido a cada soldado.

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