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Yo también. Es extraño. No puedo explicarlo. Debe de haber una razón. Debe de haber ya tensión acumulada. Una tensión que nos separará aun cuando nos une. Hablo para no verme tentada, hablo para rebelarme. Estoy segura de que se trata de eso. Mis sentidos tratan de advertirme que somos incompatibles. Entre nosotros hay un vacío imposible de llenar. Ocurre en ese preciso momento, en medio de la novedad. Pero es inútil. Nadie es capaz de zafarse del destino. Debemos unirnos para recorrer juntos este camino, para compartir la visión del muchacho de las nueces gink-go y su brazada de luz.

Unos días después del incidente del ruso alquilamos un pequeño apartamento en el lado norte de Shanghai. Nos instalamos en él y empezamos a vivir juntos.

6

Ella no se acuerda de cómo empezaron los problemas. Lo hicieron poco a poco, se acercaron con sigilo y de pronto allí estaban. Ella supone que hay demasiado apasionamiento en sus personalidades y eso ha empezado a disolver la relación. Discuten por lo que parecen naderías y sin embargo lo son todo. Facturas, empleos, costumbres, diferencia de opiniones. Ella sabe que otra razón es que no ha recibido ninguna oferta del estudio y los contactos de Tang Nah no están ayudando. Se siente frustrada porque él no sólo no le ayuda a solucionar sus problemas, sino que no la toma en serio.

Siempre puedes sobrevivir trabajando en otra cosa, sugiere él. De secretaria o enfermera, por ejemplo.

Ella se siente como un pavo real encerrado en un gallinero. Trata de no discutir. Trata de decirse que Tang Nah ya tiene sus propios problemas y necesita apoyo. Debido a sus opiniones radicales, su periódico se ha convertido recientemente en el blanco del gobierno. Como consecuencia lo han despedido. Al principio se siente orgulloso de haber defendido sus principios. Pero su búsqueda de empleo no ha tenido éxito últimamente. Ella ha tratado de apoyarlo. Él hace como que no le preocupa y quita importancia a lo que ella le dice.

Tang Nah se hunde en la miseria delante de mí. Nadie lo contrata y empieza a andar justo de dinero. Se grita a sí mismo. Sin embargo sigue yendo a restaurantes. Es incapaz de no vivir a lo grande. Pide prestado dinero para comprarme regalos. Tiene que sentirse rico y competente. Sigue ofreciendo grandes fiestas para entretener a sus amigos.

Tengo miedo de cargarme de deudas, miedo de las ganas de Tang Nah de seguir gastando. Saco dinero de nuestra cuenta conjunta y escondo mis ahorros. Un día me sorprende y me acusa de traicionar nuestro amor.

Llevamos dos días sin hablarnos. Me siento culpable y trato de compensarlo cocinando. Preparo su plato preferido. Lo hago con cuidado, asegurándome de que la masa se dora perfectamente.

Él está tumbado en la cama, mirando el techo y fumando.

La comida está lista, anuncio a gritos.

Él se levanta y se acerca a la mesa.

Le sirvo, y dejo ante él un par de palillos, una servilleta y un pequeño tazón de vinagre.

Aparta los platos y empieza a hablar con una voz extraña. Las ansias de fama son contrarias a la felicidad. No hay nada peor. Estás perdiendo tus mejores cualidades. Te has dejado influenciar por lo peor de Shanghai. Has aceptado su superficialidad. Estoy preocupado por ti. Te estás destruyendo. No lo ves a causa de tu escasa formación. Te compadezco. Sales airosa de situaciones sin importancia pero pierdes las grandes batallas. Estás perdiendo. Es como taparte las orejas mientras robas una campana, porque crees que así nadie va a oírte. ¿Sabes en qué te estás convirtiendo? En una ignorante. Sí, eso es lo que eres.

Ella trata de no hacerle caso. Se llena la boca y mastica con ferocidad. Trata de pensar que él está desahogando su frustración en ella y que no es su intención herirla. No tiene otro sitio donde ventilar su cólera. Tiene que estar allí por él. Ha llegado el momento de demostrarle su amor. Él la necesita para soportar su mierda. Es lo que debe hacer por él.

Aguanta hasta que llega al límite.

Él continúa. Estoy empezando a creer lo que mis amigos dicen de ti. Que vienes de un lugar pequeño. Pretendo que crezca una flor de una semilla cocida.

Llegado a ese punto, ella estalla. El impacto hace que se atragante. Eres mi amante, dice ella señalándolo y deshaciéndose en lágrimas. Puedo soportar los rumores desagradables, los cotilleos insultantes y las críticas alevosas, soy capaz hasta de soportar el cielo que se derrumba, pero no tus palabras.

Le duele demasiado para continuar. Coge la fuente de rollos y se la lleva al lavabo, los tira por el retrete y tira de la cadena. Luego se encierra dentro y llora.

Él va, llama a la puerta y le pide que abra. Todo es culpa de mi frustración. Perdóname. Tengo miedo. Tengo miedo de decepcionarte y que me dejes.

A medianoche ella abre la puerta y sale. Le dice que ya no puede seguir viviendo con él. Que no es capaz de borrar de su mente lo que ha dicho.

Él la observa mientras ella empieza a hacer la maleta. Mete sus chaquetas, pantalones y zapatos, su cepillo de dientes y toallas. La maleta es pequeña y no tiene gran cosa que llevarse.

¿Es así cómo me castigas?, pregunta él con amargura. Sabes que no tengo fuerzas para oponerte resistencia. Todos mis amigos me previnieron. Pero ninguno logró que dejara de amarte. Creía que te importaba, pero… No quieres dar a nuestro amor una segunda oportunidad. No. Y se derrumba.

Ella nunca ha visto llorar así a un hombre. Todo su cuerpo tiembla como trepadoras sacudidas por una tormenta. Ella deja de hacer la maleta.

Después de largo rato él deja de llorar. Se levanta, se acerca a la puerta y la abre de par en par. No te preocupes por mí. Vete.

La habitación está silenciosa. La tubería del agua del depósito del retrete ha dejado de llenarse.

Ella se levanta, se acerca a la puerta y la cierra. Entonces lo mira y espera.

Ping, la llama él.

Ella extiende los brazos.

Es una noche de lágrimas y promesas. Nos juramos que no permitiremos que nada se interponga en nuestro amor. Al día siguiente él recupera su confianza en sí mismo. Sale a buscar empleo y vuelve con flores. Nada nuevo, querida, pero el amor es la mejor de las noticias, ¿no?

Sonrío y lo abrazo. Le comento mis noticias: no he conseguido ningún papel, pero sí un empleo a tiempo parcial como ayudante de producción.

Transcurren días. Semanas y meses. Tang Nah sigue sin tener buenas noticias. Para evitar la vergüenza no vuelve a casa hasta tarde. Lo hace borracho y duerme hasta el mediodía. No para de salir con sus amigos.

El mundo apesta, me dice. Apesta terriblemente.

Dan y Junli siguen aceptando a Tang Nah. Lo escuchan encantados. No lo presionan y él se apoya en ellos. Hasta habla con entusiasmo del nuevo papel de Dan y de la nueva película de Junli. Hace que parezcan sus propios éxitos.

¿Y tú qué tal?, pregunto. Mi tono es áspero; no quiero disimular mi decepción.

Sus fiestas y sus amigos empiezan a irritarme. No puedo soportarlos. A Tang Nah se le han agotado los trucos para resolver los problemas que surgen entre nosotros. Para evitar conflictos empiezo a encerrarme en mí misma. Retiramos el cariño y rara vez hacemos el amor. Cuando lo hacemos, es una forma de dejar de pelear, de escapar de la realidad. Pero está perdiendo la magia.

La frustración empieza a consumirla. No sale nada de ninguna de las audiciones. Un buen día pierde los estribos. Es el estreno de una obra, La emperatriz Wu. Ella y Tang Nah asisten con amigos. Ella se ha puesto un elegante traje largo de seda de color añil y un suave pañuelo de la misma tela alrededor del cuello. Tang Nah lleva un traje occidental blanco. Hacen muy buena pareja. Al principio ella parece disfrutar. La emperatriz Wu es una obra experimental. Es la primera vez que los actores recitan prosa en lugar de poesía. La emperatriz Wu es descrita como una mujer regia. El público la aclama a voz en grito cuando cae el telón.

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