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Mi nuevo nombre es Jian Qing. Es un regalo muy considerado de mi marido. Ya no soy Lan Ping, la Manzana Azul. Los nuevos caracteres son de trazos rectos, como un barco navegando a toda vela. Jiang Qing: Jiang de río y Qing de verde. Jiang Qing resume un dicho: «El color verde viene del azul pero es más intenso».

Me he separado de mi viejo papel. Salgo del azul y entro en el intenso color verde. Soy una mariposa recién salida del capullo, la primavera me pertenece. Mi nombre se ha convertido en parte de la poesía de mi amante.

En la pared de casa no cuelgan fotografías. Ni hay libros ni revistas. Ni objetos de recuerdo. Ni siquiera un póster mío en el papel de Nora. No es que no me guste recordar los viejos tiempos. Mi nuevo papel exige sencillamente un nuevo decorado. Me enfrento a otro público.

Necesito pintar de rojo mi historia. Es lo que te otorga verdaderos derechos en Yenan. Hay un espejo invisible que sostienen mis futuros enemigos. Dicen que en él se ven reflejados mis «defectos de nacimiento» políticos. En el espejo ven a un demonio que ha venido a vaciar a Mao de su esencia. Ya me han declarado la guerra tratando de impedir mi matrimonio.

Los rumores y falsas acusaciones empiezan a divulgarse el mismo día de nuestra boda. He roto muchos corazones. Durante y después de la ceremonia, un gran número de camaradas y los invitados de honor, incluido el ex cuñado de mi marido, Xia Zhen-nong, empiezan a murmurar sobre la «salud deteriorada» de Mao. Es escandaloso. Fíjate en el presidente, ha llegado a depender del alcohol para aumentar su energía.

Empiezo a darme cuenta de que no tengo muchas oportunidades de defenderme aquí en Yenan. El divorcio de Mao es considerado una traición cometida bajo mi influencia. Lo que me asusta es que el odio hacia la actriz flota en el aire aun antes de que empiece la función. Es un espectáculo que la gente no quiere ver, pero al que se ha visto obligada a asistir. Cada frase les perfora los oídos y cada escena les hiere la vista.

Nunca logro cambiar la imagen de demonio de huesos blancos. Muchos se imaginan mi funeral en cuanto me ven entrar en la cueva de Mao. El odio se intensifica conforme avanza el año. Lo mismo que mi cólera. Como dice el viejo proverbio: «Los escupitajos de diez mil personas pueden llenar un pozo lo bastante hondo como para que se hunda una persona». Bueno, pues en ese pozo estoy yo.

Decido seguir adelante con mi espectáculo con la esperanza de encontrar a mi verdadero público. Algunos de mis críticos dicen que les revuelvo el estómago. Pero lo cierto es que son incapaces de quitarme los ojos de encima mientras me insultan. Están haciendo todo lo posible para destruirme.

Con mi disfraz soy la primera actriz. Las personas que vienen a ver a Mao me describen como agradable, dulce y afable. Sí, tengo todos los motivos del mundo para sentirme satisfecha y agradecida, y lo estoy. Pero en mi fuero interno el mar nunca está en calma. Tengo que velar por mí misma, asegurarme de que doy una imagen de mujer recatada, obediente y mansa. Quiero lo bastante a Mao para dejar atrás gran parte de mí misma, incluida mi pasión por el drama y el cine. Creo que los asuntos de Mao son más importantes y estoy tratando de hacerlos también míos.

Durante los siguientes seis meses Mao compone los escritos más famosos de su vida. Entre ellos Tácticas básicas de batalla: reflexiones sobre la guerra de guerrillas y La guerra prolongada. Las opiniones de Mao son fascinantes y cautivan a la nación, y como resultado aumenta de manera espectacular el número de reclutas del Ejército Rojo. Furioso, Chang Kai-shek se pone en contacto en secreto con Adolf Hitler para que envíe a asesores militares y ordena la total aniquilación de los comunistas.

En ese momento la señora Mao, Jiang Qing, da a luz a una hija llamada Nah y desaparece del todo de la escena pública. En su nuevo papel de señora de la casa, recibe calurosamente a los miembros de las anteriores familias de Mao: dos hijos, Anying y Anqing, del matrimonio de Mao con Kai-Hui, y una hija, Ming, y un hijo de su matrimonio con Zi-zhen. Jiang Qing se pasa el día cuidando de la recién nacida, haciéndole ropa, jerséis, comida y camas. Por Kang Sheng se entera de que Zi-zhen ha vuelto en secreto de Rusia aún más enferma. Mao la ha internado en un hospital psiquiátrico privado en una ciudad sureña.

La sastra del pueblo viene a menudo a echar una mano a Jiang Qing en la casa. Le trae noticias y chismorreos. Jian Qing se entera de que su amiga Sesame ha muerto en combate cerca del río Gan-jiang. Otro nombre que sale a menudo es el de Fairlynn. Se ha convertido en la figura principal del feminismo y liberalismo en Yenan. Sus novelas y ensayos han sido extensamente publicados y es idolatrada por la juventud de la nación.

Fairlynn está trabajando en su nueva novela cuando llamo a la puerta de su cueva. No sé por qué he venido. No me cae bien Fairlynn. Supongo que sencillamente tenía que satisfacer mi curiosidad. Se sorprende al verme y me saluda con efusividad. ¡Mirad quién está aquí, la gallina madre!, es lo primero que me dice extendiendo los brazos.

¿Cómo se llama?

Nah. Abro mi cesta y le enseño a mi hija. ¿Nah? ¿Qué quieres decir con Nah?

No ha dicho: «No me digas que viene de Tang Nah», pero capto la idea.

Es pura coincidencia, explico. A mi marido le trae sin cuidado con quién he estado casada en el pasado. El nombre viene de las enseñanzas de Confucio sobre la conducta. Nah significa autodidacta. Todo ha sido idea de Mao.

¡Bienvenida a la base roja, pequeña soldado! Fairlynn se inclina para tocar a Nah, luego se vuelve hacia mí. Parece que vuelves a estar forrada.

Tan desagradable como siempre, Fairlynn. Sonrío y me siento. Disfrutas haciéndome sentir mal. Tú sabes cuánto te gusta.

Vamos, Lan Ping, me odias de todos modos. Ya lo sabíamos cuando nos conocimos.

¿Algún avance en tu vida personal, Fairlynn? ¿Cuántos años tienes, por cierto?

Ella enciende un cigarrillo. Treinta y seis. Estoy demasiado ocupada.

La típica excusa de los que no tienen éxito. Me echo a reír. Vamos, búscate un marido antes de que sea demasiado tarde.

¿Un marido? Fairlynn expulsa el humo. ¡Preferiría flirtear con un chimpancé!

Se mete en la boca un ñame a medio masticar. Por cierto, ¿qué se siente siendo la señora Mao? Un sueño hecho realidad. Muy hábil, señorita Lan Ping. No, camarada Jiang Qing. Está bien, camarada Jiang Qing.

El mundo es tuyo si tienes talento, Fairlynn. Es lo que me dice mi marido: «La calle está llena de oro, pero nadie tiene ojos para verlo».

Fairlynn sonríe. Estupendo. Ten más hijos y dedícate a coser.

No puedes dejar de morder, ¿verdad? Creo que tu problema es tu corte de pelo al estilo Shakespeare. Estoy segura de que deja fríos a los hombres. Me ofrezco encantada a hacerte un nuevo corte.

Lan Ping, no vas a conseguir que me sienta poco atractiva.

Jiang Qing, te lo ruego. Jiang de río y Qing de verde. No tienes ni idea de lo maravilloso que es tener un hijo. Mira, Nah te está sonriendo. Vamos, pequeña, ve con tía Fairlynn.

Oh, está caliente. Se mueve como un gusano. Fíjate en ese pelo suave y sedoso. Huele como un pan de masa excesivamente fermentada.

Nah empieza a buscar el pecho a Fairlynn. ¡Hora de comer!, exclamo echándome a reír. Fairlynn me pasa a Nah, azorada.

¿Quieres oír mi nueva novela, Jiang Qing? Se titula La nueva Nora. Trata de una Nora que sale de la casa número uno y entra en la número dos.

Recostada en la almohada, pregunto a mi marido su opinión sobre Fairlynn.

No me tomo muy en serio a estos ratones de biblioteca, responde Mao. ¿De qué sabe la gente como Fairlynn? ¿De diccionarios? ¿Y qué es un diccionario sino páginas de palabras muertas? ¿Sabe distinguir los brotes de arroz de la mala hierba? ¿Qué hay más fácil que ser un ratón de biblioteca? Es más duro aprender el oficio de cocinero o carnicero. Un libro no tiene patas, lo abres y lo cierras cuando quieres. El cerdo en cambio tiene patas que corren y cuerdas vocales que gimen, y el carnicero tiene que atraparlo y matarlo. Tiene que hacer que la apestosa carne sepa deliciosa. Éstos son los verdaderos talentos. ¿Qué es Fairlynn? Juega en la escuela del pensamiento sólo porque la dejamos…

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