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– Sí.

– ¿Y tú? ¿Me quieres?

– ¿Es necesario que te lo diga?

– Me gustaría oírlo. Pero hazlo con el tono adecuado, ¿eh? Tienes que decirlo como si realmente lo sintieras de todo corazón.

Jeremy la retó con una simpática mueca de fastidio, como preguntándole si a partir de entonces intentaría controlar siempre su tono.

– Te quiero.

En la distancia se oyó el silbido de un tren, y Jeremy distinguió un rayo de luz en medio del paisaje oscurecido. La niebla empezaba a espesar, por lo que las luces pronto aparecerían en el cementerio. Lexie pareció comprender sus pensamientos.

– Así que, dime, señor periodista, ¿todavía dudas de la existencia de los milagros?

– Ya te lo he dicho. Tú eres un milagro.

Lexie recostó la cabeza en su hombro por un momento antes de darle la mano.

– Me refiero a los verdaderos milagros, cuando pasa algo que jamás has creído que pueda ser posible.

– No -repuso él-. Sigo pensando que si uno escarba lo suficientemente hondo, siempre encuentra una explicación para cualquier misterio.

– ¿Y si te dijera que nos ha pasado un milagro?

Su voz era aterciopelada, casi como un susurro, y él la miró con curiosidad. Podía ver el reflejo de las luces del pueblo en sus ojos.

– ¿A qué te refieres?

Ella inhaló aire lentamente.

– Hoy Doris me ha dado una maravillosa noticia.

Jeremy la miró fijamente, sin comprender a qué se refería, incluso cuando la expresión en la cara de Lexie pasó de mostrar un cierto nerviosismo a una satisfacción plena. Ella lo observó con amor, esperando que él dijera algo, pero la mente de Jeremy se negaba a procesar sus palabras.

Existe la ciencia y también lo inexplicable, y Jeremy se había pasado toda la vida intentando reconciliar ambos mundos. Habitaba en un mundo real y lógico, se mofaba de la magia y sentía pena por aquellas personas que necesitaban aferrarse a los sueños y a la fantasía para dar sentido a sus vidas, los seguidores incondicionales, como él los llamaba. Sin embargo, mientras observaba a Lexie, intentando descifrar lo que ella trataba de decirle, notó que su férreo pragmatismo empezaba a resquebrajarse.

No hallaba explicación, y en el futuro tampoco la hallaría. Aquello desafiaba las leyes de la biología, hacía añicos la imagen que él tenía de sí mismo. Simplemente era imposible, pero cuando depositó la mano cuidadosamente sobre la barriga de Lexie, todas sus dudas se desvanecieron, y de repente creyó, con una certeza exultante, en las palabras que jamás pensó que llegaría a escuchar.

– Este es nuestro milagro -susurró ella-. Es una niña.

AGRADECIMIENTOS

Como siempre, quiero agradecer a mi esposa, Cathy, por su apoyo durante la escritura de la novela. Todo aquello que logro hacer se lo debo a ella. También a mis hijos: Miles, Ryan, Landon, Lexie y Savannah. ¿Qué puedo decir al respecto? Cada nacimiento de uno de vosotros ha sido para mí una bendición, y estoy muy orgulloso de los cinco.

A Theresa Park, mi agente, por toda su ayuda. Enhorabuena por tu nueva agencia, Park Literary Group (por todos los escritores noveles que ésta acoja). Es un honor para mí poderte llamar mi amiga. A Jaime Raab, mi editor, no sólo por cómo edita mis novelas, sino sobre todo por la confianza que deposita en mí. No sé cómo habría acabado mi carrera profesional sin ti, y te agradezco tu generosidad y amabilidad.

A Larry Kirshbaum y Maureen Egen, amigos y colegas, por concederme el privilegio de trabajar a su lado. Sencillamente son los mejores en aquello que hacen. A Denise DiNovi, tanto por las adaptaciones cinematográficas que ha realizado de mis novelas, como por todas esas oportunas llamadas telefónicas que han iluminado mis días. También a Howie Sanders y Dave Park, mis agentes en UTA, y Richard Green, de CAA. A Lynn Harris y Mark Johnson, quienes ayudaron a hacer de El diario de Noa la maravillosa película que es, por no haber perdido nunca la fe en la novela. Y muy especialmente a Francis Greenburger. Él sabe por qué…, y le debo una.

Y para acabar, gracias a todas aquellas personas que trabajan entre bambalinas y que han acabado siendo como de la familia: Emi Battaglia, Edna Farley y Jennifer Romanello, del departamento de publicidad; Flag, que ha vuelto a hacer una estupenda portada; Scout Schwimer, mi abogado; Harvey-Jane Kowal, Shannon O'Keefe, Julie Barer y Meter McGuigan. Soy un afortunado por poder trabajar con unas personas tan maravillosas.

Nicholas Sparks

Fantasmas Del Pasado - pic_2.jpg

Nació en Omaha, Nebraska, en 1965.

Se graduó por la Universidad de Notre Dame, Indiana, una de las más prestigiosas de Estados Unidos, y trabajó en diversos oficios antes de dedicarse a escribir.

El éxito no tardó en llegar: su primera novela, El cuaderno de Noah, inspirada en la historia real de los abuelos de su mujer, fue traducida a dieciocho idiomas y durante más de un año ocupó los primeros puestos de ventas en los Estados Unidos. A partir de allí, todas sus siguientes novelas (El mensaje, Un paseo para recordar, El rescate) alcanzaron el primer puesto en las listas de libros más vendidos, lo que sitúa a Sparks como uno de los autores más populares del mundo.

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