Литмир - Электронная Библиотека

– No te preocupes. Buscaremos una solución -dijo Jeremy para intentar calmarlo, sin ganas de darle al ayudante del sheriff ningún motivo que pudiera interpretar como una provocación. La expresión de la cara de Rodney había sido suficiente explícita cuando él y Lexie habían aparecido-. Cuéntame qué ha pasado.

– ¿Que qué ha pasado? -repitió Alvin, alzando la voz. Parecía que los ojos se le iban a salir de sus órbitas-. ¿Quieres saber lo que ha pasado? ¡Ya te contaré yo lo que ha pasado! En este pueblo a todos les falta un tornillo, ¡eso es lo que ha pasado! Primero, me pierdo intentando encontrar este maldito lugar. O sea, que iba conduciendo por la carretera, pasé por delante de dos gasolineras y continué conduciendo, ¿vale? Hasta que me di cuenta de que no veía el pueblo por ningún lado. Y al cabo de un rato, me encontré perdido en medio de una ciénaga durante horas. No encontré el pueblo hasta más o menos las nueve de la noche. Y claro, seguramente pensarás que alguien sería tan amable como para indicarme cómo llegar hasta Greenleaf, ¿verdad? Es decir, no podía estar muy lejos. Es un pueblo pequeño, y Greenleaf es el único lugar donde uno puede alojarse, ¿no? Pues aunque parezca mentira, ¡me volví a perder! Y eso tras pasar más de media hora con el encargado de una de las gasolineras, que no paraba de hablar.

– Tully -aclaró Jeremy, asintiendo con la cabeza.

– ¿Qué?

– Es el tipo al que te refieres.

– Bueno, lo que sea… Así que finalmente llegué a Greenleaf, ¿vale? Y entonces apareció un gigante melenudo con pinta de malas pulgas; lo primero que hizo fue fulminarme con la mirada, después me entregó tu nota de mala gana y me llevó hasta una habitación llena de bichos muertos disecados.

– Todas las habitaciones están decoradas igual.

– Y para acabar de colmar el vaso, ¡tú habías desaparecido!

– Lo siento.

– No me interrumpas; déjame acabar -masculló Alvin, nervioso-. Así que leí tu nota e hice lo que me pedías sobre eso de ir al cementerio, ¿vale? Llegué justo a tiempo para ver las luces. Oye, es increíble, realmente una experiencia que pone los pelos de punta. Era lo mejor que me había pasado en las últimas horas, por lo que me animé y después me fui a un bar llamado Lookilu para tomar una copa, que era el único local que parecía abierto a esas horas en el pueblo. Sólo había dos personas, y me puse a charlar con una chica que se llama Rachel. Y lo estábamos pasando la mar de bien, hasta que este tipo entró en el local cabreado, como si acabara de tragarse un puercoespín.

En ese momento señaló a Rodney, y éste sonrió sin enseñar los dientes.

– Al cabo de un rato salí y me metí en el coche, y entonces me encontré con que este tipo estaba golpeando la ventana con una linterna y me hacía señas para que bajara del coche. Le pregunté por qué, y él me volvió a ordenar que saliera del coche. Me preguntó cuántas copas había bebido y me dijo que no debería conducir en ese estado. Le contesté que estaba bien, que simplemente había ido al pueblo para realizar una filmación contigo, y lo único que sé es que a continuación me trajo hasta aquí y me encerró, y he pasado toda la noche en esta maldita celda. ¡Eso es lo que ha pasado! Y ahora, ¿quieres hacer el favor de sacarme de aquí de una puñetera vez?

Lexie miró por encima del hombro.

– ¿Es eso lo que ha pasado, Rodney?

Rodney carraspeó antes de contestar.

– Más o menos. Pero ha olvidado contar la parte en que me llamó payaso e idiota, y amenazó con denunciarme por acoso si no lo dejaba marchar de inmediato. Parecía tan fuera de sí que pensé que o bien estaba drogado o bien sufría alguna clase de trastorno violento, así que lo traje aquí para su propia seguridad. Ah, y también me llamó patán hortera.

– ¡Me estaba acosando! ¡Y yo no había hecho nada!

– Habías ingerido alcohol y te disponías a conducir -rectificó Rodney.

– ¡Dos cervezas! ¡Por el amor de Dios! ¡Sólo había tomado dos cervezas! -Alvin estaba a punto de estallar de ira-. ¡Pregúnteselo al camarero! ¡Él se lo confirmará!

– Ya lo hice, y me dijo que tomaste siete bebidas con alcohol -corrigió Rodney.

– ¡Menudo mentiroso! -gritó Alvin, con los ojos centelleantes clavados en Jeremy Detrás de las barras de la celda, su cara palideció de pánico entre sus manos-. ¡Sólo tomé dos cervezas! ¡Te lo juro, Jeremy! Jamás se me ocurriría conducir si hubiera bebido más. ¡Lo juro sobre la Biblia de mi madre!

Jeremy y Lexie miraron a Rodney fijamente, y éste se encogió de hombros.

– Yo sólo cumplí con mi deber.

– ¡Su deber! ¡Su deber! ¡Anda ya!-gritó Alvin-. ¡Arrestar a gente inocente! ¡Esto es América, y aquí todos podemos hacer lo que nos dé la gana! ¡Esto no quedará así! ¡ Cuando salga de aquí, no pararé hasta empapelar a este tarado mental!

Estaba claro que los dos se habían pasado la noche con esa clase de lucha verbal sin cuartel.

– Deja que hable con Rodney -susurró Lexie finalmente.

Cuando abandonó la sala con el ayudante del sheriff, Alvin se quedó en silencio.

– Te sacaremos de aquí -le aseguró Jeremy.

– ¡Pues a ver si no tardas mucho! -Alvin volvió a la carga.

– Lo intentaremos, pero tú no estás cooperando para ayudarnos.

– ¡Ese chalado me está acosando!

– Lo sé. Pero Lexie lo arreglará todo. No te preocupes.

Al otro lado de la puerta, en el corredor, Lexie miró a Rodney con porte serio.

– ¿Se puede saber qué estás haciendo? -le preguntó.

Rodney no se atrevía a mirarla a los ojos. En lugar de eso, continuó con la vista clavada en el suelo.

– ¿Dónde estuviste ayer por la noche? -inquirió él.

Lexie cruzó los brazos.

– En la cabaña de la playa.

– ¿Con él?

Lexie dudó, intentando encontrar la mejor forma de contestar.

– No fui allí con él, si a eso te refieres.

Rodney asintió; sabía que ella le había contestado con una evasiva, pero de repente se dio cuenta de que no quería saber nada más.

– ¿Por qué lo has arrestado? Vamos, dímelo, con franqueza.

– No quería hacerlo, pero ese tipo me obligó.

– Rodney…

Él se dio la vuelta, sin levantar la vista del suelo.

– Estaba intentando ligar con Rachel, y ya sabes cómo se pone después de unas cuantas copas: en plan mujer fatal, sin una gota de sentido común. Sé que no es asunto mío, pero alguien tiene que velar por ella. -Hizo una pausa-. Cuando ese individuo hizo el gesto de marcharse, fui a hablar con él para confirmar si pensaba llevar a Rachel a su casa y también para averiguar qué clase de tipo era, y entonces empezó a insultarme. Y yo no estaba de muy buen humor, que digamos.

Lexie sabía el motivo, y cuando Rodney se quedó callado, ella tampoco dijo nada. Al cabo de un rato, Rodney sacudió la cabeza, como si intentara justificarse.

– En definitiva, ese sujeto había bebido y se disponía a conducir. Y eso es ilegal.

– ¿Estaba por encima del límite legal?

– No lo sé. Ni me preocupé por averiguarlo.

– ¡Rodney! -le reprochó ella en un susurro tajante.

– Me sacó de mis casillas, Lexie. Es un insolente y tiene una pinta muy rara. Estaba intentando ligar con Rachel y empezó a provocarme con insultos y, para rematar, dijo que trabajaba con… -Hizo una señal con la cabeza hacia Jeremy.

Lexie puso una mano sobre su hombro.

– Escúchame. ¿Lo harás? Sabes que te meterás en un buen lío si no sueltas a ese hombre ahora mismo. No puedes mantenerlo aquí encerrado sin cargos. Si Tom descubre lo que le has hecho a este cámara de televisión, con todo el trabajo que se ha tomado para asegurarse de que esta historia salga bien, no te permitirá vivir en paz. -Dejó que Rodney recapacitara sobre lo que le acababa de decir durante unos instantes, y luego prosiguió-: Y además, ambos sabemos que cuanto antes lo sueltes, antes se irán él y Jeremy del pueblo.

– ¿De verdad crees que se irá?

65
{"b":"101273","o":1}