Esta tarde no, Bernal, el milagro de esta tarde que he escogido para renacer es tarde líquida, ha llovido y todas las avenidas se han vuelto canales, todos los desiertos de tepetate se han vuelto lagos, todos los tubos de desagüe se han convertido en manantiales…
Curso con la mirada rediviva la ciudad que miró tu tocayo Bernal Díaz del Castillo en 1519, resurrecta mediante la fuerza del deseo, dejo detrás toda la miseria del melodrama político que hemos vivido tú y yo y resucito a la ciudad antigua, desplegando sus alamedas de oro y plata, sus techos de plumas y sus paredes de piedras preciosas, sus mantos de pieles de jaguares, pumas, nutrias y venados. Camino al lado de las farmacopeas indias con curas de piel de culebra, quijadas de tiburón, velas de cera fúnebre y ojos de venado tierno. Entro a las plazas dibujadas de grana y aspiro los aromas de liquidámbar y tabaco nuevo, de cilantro y cacahuate y mieles. Me detengo en los expendios de jícamas, chirimoyas, mameyes y tunas. Descanso sobre asientos de tablas y bajo coberturas de tejas, entre el concierto de gallinas, guajolotes, liebres, anadones…
¿Cómo no regresar una y otra vez en nuestras imaginaciones mexicanas -a menos que las perdamos- a esa ciudad lacustre de nuestro fervor lírico, como si en ella reconociésemos la cuna misma de nuestros orígenes? "Brotan las flores, abren su corola, de su interior salen las flores del canto." Pero oh, mi amigo más querido, ¿hay un solo poema indígena que no posea la sabiduría de acompañar el canto de la vida con la advertencia de la muerte? "La amargura predice el destino… Con tinta negra borrarás lo que fue la hermandad, la comunidad, la nobleza…"
¿Sabes, Bernal, qué es lo que predice el desastre por venir? La memoria de la belleza y la felicidad que fueron o no fueron, yo no lo sé. Sí sé que belleza y felicidad fueron imaginadas y que la imaginación nos cobra un precio que es a la vez un regalo: la memoria. Porque creo esto, ruego que nada ni nadie pueda jamás arrebatarnos la memoria. Ese es el don del cielo: recordar. Porque ten la seguridad de que nuestros cuerpos serán heridos por el deseo. ¿Podemos tú y yo recobrar todo lo que dejamos de lado para ser como somos? ¿Los instantes sacrificados del amor, el deber, el sueño? Pues hasta esa pérdida la redime la memoria.
Sí, he estado mirando desde Chapultepec a la ciudad que ya no es, México-Tenochtitlan, y súbitamente veo que de sus callejuelas salen corriendo tejones y gatos monteses y súbitamente, Bernal, oigo un ladrido y luego otro y luego ya no puedo contar porque corren por el valle cientos de perros, todos mastines feroces, ladrando, disipando con cada ladrido el cacarear de gallinas, el aroma de liquidámbar, el martilleo del trabajo diario, hasta que el Valle entero se ve invadido por esa jauría de perros salvajes liberados al caer la tarde por sus perversos dueños… Una aterradora carrera de canes inmensos, sarnosos, babeantes, con ojos de hambre y olfatos de venganza, perros sin dueño, perros abandonados porque sus amos se fueron de vacaciones o los soltaron por desidia o los apalearon por vicio: la ciudad entera en posesión de los perros rabiosos, Beltrán, todos y cada uno mirándome con ojos de fuego, todos y cada uno corriendo cerro arriba, hacia mi terraza, cada vez más cerca, más amenazantes, con sus pieles tiñosas y sus garras amarillas, guiados por un solo mastín que gruñe con carcajada humana y trae a carlanca de púas asesinas en el cuello, a punto destacarme, Bernal. Lo reconozco: es El Faraón, el perro- del difunto Presidente Terán, buscando la tumba de su amo. Perros con voces espantosas, gritándome,
– Vete. No vaciles. Nunca lo vuelvas a ver.
– ¿A quién, a quién? -pregunté a gritos-, ¿a quién no debería ver nunca más?
El Valle está plantado de lanzas.
El lago del tiempo se va reduciendo,
no sólo el lago del Valle.
Sólo nos va quedando el polvo del tiempo.
Entonces veo la aparición del Rey verdadero.
El Rey del Valle. No quiero mirarlo.
Me digo que es un espejismo.
Busco desesperadamente el espacio silencioso
donde oír y entender.
Del lago muerto siento que emerge mi vida olvidada.
O la vida que no viví.
Quisiera ser flecha para defenderme.
El Rey de México me mira sin párpados
y abre una boca de lodo y plata:
– Vendrán tormentas.
No me dice otra cosa antes de disiparse junto con los perros que lo precedieron y la polvareda que lo sucedió. Oh Bernal, cómo siento el corazón pesado y el alma impaciente.
Cómo me persigue la sombra del dolor y del pecado. Cómo me pregunto por qué no me suicidé allí mismo antes de que la jauría de perros hambrientos me hiciera pedazos.
Cómo quisiera hundirme en una alberca sin fondo de agua helada que me limpie y me devuelva vigor. Se disiparon los rumores. La ciudad se vació.
Los perros callaron, huyeron, regresaron a sus guaridas en las montañas de basura de la ciudad. Sólo El Faraón vaga y gime por su amo.
Y yo regreso a mi casa en Bosques de las Lomas. Vuelvo a ser quien soy.
No tendré más la tentación del suicidio, Porque volverte a amar es una forma de suicidio para la personalidad que con tanto esfuerzo (por un lado) y tanta debilidad (por el otro) he sabido forjarme.
No te preocupes. Tienes razón.
¿Cómo va a ser posible un matrimonio en que los cónyuges se grillan el uno al otro?
Me entregaré de nuevo al suicidio lento que es la política.
Quise vaciarme para renacer.
En vez, me someto al mundo.
Bernal Herrera, tú serás Presidente de México. Por esta te lo juro.
70
(Lorenzo Herrera Galván)
(estoy jugando a las escondidas en el jardín me río mucho no me encuentran me escondo detrás del árbol y dicen allí está ya lo pescamos corro y me escondo detrás de otro árbol grito allí está y soy yo el que grito porque estoy solo jugando conmigo solo y creo que debí gritar aquí estoy ¿no? aquí estoy jugando conmigo solo entre los árboles de la casa donde siempre vivo ¿nací aquí? la doctora dice que no que me trajeron ¿quiénes? ella no dice nada y yo trato de recordar quién me trajo aquí a mi casa oigo hablar de la casa pero yo sólo sé decir mi casa porque nunca he tenido otra y sé que nunca saldré de aquí no me quejo tengo una imagen borrosa como los días nublados de un señor y una señora que me visitaban de niño me visitaron cada vez menos la doctora me dijo te quieren te quieren están muy ocupados son personas de pro no sé que quiere decir eso personas de pro yo también los quiero yo quiero todo lo que se acerca a mí me saluda me habla me toca eso lo quiero mucho pasa muy pocas veces estoy muy solo todo eso lo quiero mucho me cuesta decirlo oigo a la doctora así la llaman la doctora me dijo te quieren quisiera hablar como ella no puedo yo sólo hablo sin abrir la boca si ellos supieran todo lo que digo sin abrir la boca yo oigo a todos pero nadie me oye a mí hablo hacia adentro háblenme háblenme mucho por favor yo los oigo yo los entiendo entiendo todo lo que dicen creen que no entiendo porque no hablo pero sí sí entiendo todo es muy poco lo que me dicen porque creen que no entiendo yo no sé cómo decir lo que quiero sobre todo decir qué pienso y sin hablar digo lo que ellos dicen los entiendo muy bien eres inteligente dice la doctora inteligente inteligente los entiendo muy bien ellos no lo saben por eso no me hablan sólo hablan de mí pero no me hablan a mí debían saber que entiendo todo aunque me cueste tanto hablar la doctora debe darse cuenta que entiendo porque si no no reiría tanto cuando una vez por semana llamada domingo domingo domingo nos juntan a todos nos pasan dibujos de perros ratones gatos que nos hacen reír a todos primero no sabía qué hacer viendo al pato enojarse y romper platos de pura rabia sólo empecé a reír cuando vi que todos los demás niños reían estaba permitido reír no estaba prohibido reír todos ríen mirando al pato enojado a los niños sólo los veo los domingos domingos domingos me tienen apartado el resto del tiempo la doctora habla en voz baja con las enfermeras la llaman así todas de blanco color blanco blanco ya ven cómo sí entiendo blanco domingo domingo blanco pato enojado la doctora habla en voz baja no sé qué les dice yo estoy solo excepto los domingos ahora he cambiado porque voy creciendo como me dicen ellas ya no soy un niño cuidado con las manos no sé qué hacer con las manos pregunto porque no veo a nadie más porque estoy siempre solo antes me acariciaban la cabeza ahora ni eso ahora nomás cuidado con las manos pero a la doctora se le llenan los ojos de agua y dice en voz muy baja a las otras enfermeras de blanco blanco blanco ya nadie viene a verme como antes cuando era más chiquito y usaba las manos para jugar a la pelota quietas las manos con las pelotas Lencho me dicen Lencho o Lenchito ahora quiero preguntarles por qué se ven tan pálidas qué pasa qué va a pasar no sé nada fuera de este lugar quién sabe qué hay detrás de las paredes por qué se ponen tristes cuando me miran por qué mueven las cabezas así cuando cae agua ellas cierran las ventanas no sé qué pasa allá afuera donde antes jugaba a las escondidas ahora que me encierran en un cuarto oscuro qué hice qué hice qué hice no sé siento que mi cabeza me da vueltas aunque yo no me mueva estoy solo en un cuarto oscuro y digo yo soy cariñoso con las plantas con los animales con los árboles los quiero huelo las plantas me detengo al pie de los árboles soy como ellos soy ellos no tengo a nadie más sólo el jardín antes ahora no me dejan salir más al jardín soy el árbol soy la planta soy el animal no tengo a nadie más que a ellos no veo a los niños sí veo a las ardillas un perro unas macetas con flores los árboles ya no ya no me dejan salir sólo tengo un cuaderno azul azul azul he oído que dicen déjenlo que garabatee en su cuaderno azul cuando lo hago dejo escritas algunas cosas como estas que voy diciendo escribo sin tinta el cuaderno tiene letras yo sólo tengo un dedo para escribir sobre las páginas blancas recordando el señor y la señora que antes venían a verme y ya no les pregunto si nos volveremos a ver a veces pienso que nunca los vi los soñé le pregunto a la doctora quiénes eran por qué ya no me visitan ella me dice el cariño Lencho el cariño existe Lencho el cariño existe escríbelo en tu cuaderno azul así con tu dedo recuerda todo lo que piensas y sueñas porque no los verás otra vez son gente muy importante toco a la puerta ¿no me oyen? ¿no me vendrán a ver? ¿no ven que estoy muy solo? ¿no saben que un niño no olvida? ¿por qué me han atado las manos detrás de la espalda? ¿así cómo voy a jugar? ¿así cómo voy a escribir en mi cuaderno azul?)