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Y quedan nuestros contrincantes formales, María del Rosario Galván y Bernal Herrera.

Su cálculo es correcto. En comicios democráticos en julio de 2024, Herrera gana. No hay quien se le pare enfrente. Tú mismo estás anulado por tu puesto actual. No puedes sucederte a ti mismo.

Entre tu talento natural y mis orientaciones y enseñanzas, en catorce años, entre tus veinte y tus treinta y cuatro, te armaste de una cultura impresionante. Ahora tengo que darte un consejo. No seas tan precoz. No vayas a enseñar el cobre a base de tanto relumbrón. Ya ves, El Anciano te puso un par de trampas -la guerra de los Pasteles, Mapy Cortés, la conga, pim-pam-pum- pero tú no tenías por qué saber de Mapy Cortés o la Conga. Sí debías tener noticia de la Guerra de los Pasteles. Ten cuidado. No exageres la erudición reciente. No obligues a nadie a rascar tu baño de oro y descubrir que eres de metal más vil. Que no le tengan celos a tu cultura. Modérate. No abuses del crimen. No es excusa. Estamos haciendo lo indispensable para consolidar nuestro poder.

Pero párale allí. Muertitos, sólo los indispensables. Ya ves la mala fama del pobre Arruza. Tanto presumir de sus crímenes y jamás imaginarse que había alguien capaz de superarlo matando a nadie menos que al propio Cícero Arruza. Era indispensable matar a Moro. Te equivocaste enviando al "Mano Prieta" Vidales. Es un hombre vengativo y convencido de que su sucesión dinástica prolongará hereditariamente sus vendettas. Creíste comprometerlo con tu propia culpa mandándolo a Ulúa. No lo creas. Él te puede comprometer a ti. Nos, va a dar dolores de cabeza. Hay que pensar cómo lo neutralizamos mejor. A esa víbora hay que darle regalos envenenados. De ahora en adelante, deberemos seducirlo hasta adormecerlo. Tiene sus ventajas el letargo presidencial. Terán no supo aprovecharlo. Tú ve la manera de no pasar por un hombre violento, asegurándote de que tu violencia siempre pase bajo el nombre de “justicia". Y cuídate de que no te llegue nunca la hora de tener que decir la verdad. Pero no pienses, ni por un minuto, que en México ha terminado el tiempo de la violencia…

Hijo mío, hijo de mi corazón. Seguramente entiendes la profundidad del sentimiento de un padre que perdió a tu preciosa, inigualable madre a causa de las tiranías y prejuicios brutales de su familia, los Barroso. Ella fue el frágil altar de mi pasión más fuerte. Entre los dos debemos reconstruir ese templo arruinado por la mentira, la pretensión, la avaricia, la arrogancia de una clase dominante sin escrúpulos, plenamente representada por la familia Barroso, de la cual la heredera única es la perversa María del Rosario Galván. ¿Crees que voy a dejarla maniobrar en paz? ¿Por qué hemos de tener escrúpulos con quienes carecen totalmente de ellos?

Piénsalo siempre: María del Rosario viene de allí, de la misma clase de tu madre. Ve en María del Rosario a tu madre con fortuna, dueña de la vida que Michelina no tuvo. Véngate en María del Rosario del cruel destino de tu madre.

De Bernal Herrera me encargo yo.

Eres mi hechura, Nicolás. Mi heredero. Mi cómplice. Ya verás que juntos lo lograremos todo. Lo único que importa. Llegar al poder y quedarse allí para siempre.

Entre tú y yo, Nicolás Valdivia hijo mío, el poder nos une como la nostalgia de la verdad. Vamos a adueñarnos de ella.

Sí te recomiendo una cosa. De ahora en adelante, ruega que nadie se entere de lo que piensas, ni siquiera yo. Sobre todo si piensas traicionarme.

Te lo digo yo. En política, no hay traición que no se pueda hacer. O por lo menos, imaginar.

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Onésimo Canabal a Nicolás Valdivia

Señor Presidente, con alarmada discreción me dirijo a usted. Con urgencia también. La sede del Congreso de la Unión ha sido violada. Bueno, sólo una oficina, pero el Congreso es un todo inviolable. Es el santuario de la Ley, señor Presidente. Pues imagínese que hoy mismo amanecí con una llamada urgente del conserje Serna.

Alguien, de noche, había entrado al Parlamento de San Lázaro. Alguien desactivó las alarmas, evadió a los guardias, acaso sobornó la vigilancia. No lo sé. Alguien con poder, evidente. Señor Presidente: la oficina de nuestra amiga la diputada Paulina Tardegarda la compañera a la que tanto debemos usted y yo, ha sido violada. Su caja de seguridad ha sido arrancada, sí señor, arrancada de cuajo, dejando un horrendo boquete en la pared que no sólo afea la oficina, sino que nos va a obligar a rehacer la pared, ¿se da usted cuenta del gasto que esto implica? (Por cierto, ¿cuándo nombra nuevo secretario de Hacienda después de la defección de Andino Almazán?)

Y lo peor no es que la caja haya sido robada. La Honorable Diputada ha desaparecido, señor Presidente. No está en su departamento de la calle de Edgar Allan Poe. Ni siquiera llegó a dormir, nos dice su servidumbre. Hemos llevado a cabo discretísimas averiguaciones. Nomás no aparece. Se esfumó sin dejar rastro.

¿Qué será de ella? ¿Usted sabe algo? Si sólo fuera que se fue de vacaciones o a pasarla bien con alguien, bueno. Pero la caja de seguridad, señor Presidente. Lo alarmante son las dos cosas juntas.

Quiero consultarle. ¿Debemos lanzar una alerta nacional sobre el paradero de Paulina Tardegarda? Pobrecita. No era una santa, pero tampoco una pecadora. No imagino que alguien la raptara por razones de amor, tan poco agraciada. Aunque ella tenía tamaños para raptarse a alguien, se lo aseguro.

En fin, necesito que usted autorice el llamado. Yo solo no puedo. Ya ve usted las responsabilidades. Luego nunca aparecen los restos. O se encuentran en el jardín de una bruja, y resulta que eran falsos. O de repente la fina se ha hecho la cirugía facial como aquel famoso narco, El Señor de los Cielos. Perdone la indiscreción, don Nicolás, pero yo creo que le traía ganas a usted… Perdón, perdón. Quién quita y nomás quiso verse un poquito más chula. En todo caso, buena falta le hacía una buena estiradita a la pobre Paulina, tan poco agraciada ella…

Bueno, no quiero ir más allá. Estará de acuerdo en la urgencia del caso. Espero sus órdenes para actuar o para dejar morir el asunto, como al señor Presidente le parezca más conveniente.

Su afmo. y ss. ss.

Onésimo Canabal

Presidente del H. Congreso de la Unión.

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Bernal Herrera a María del Rosario Galván

Tienes razón, María del Rosario. Nos han cambiado el juego. Aunque en apariencia Valdivia va a respetar los calendarios electorales, no creo que nada en su cabeza o en su corazón lo mueva a entregarme el poder el 1- de diciembre de 2024 si resulto elegido. Tenemos un problema: no aparece contrincante viable a mi candidatura. Por lo menos Tácito venía, como yo, del Gabinete presidencial. Los minipartidos carecen de personalidades con carisma. Los caciques se adaptarán a quien les ofrezca seguridades. Mi peligro es quedarme solo, destacando tanto que mi altura me vuelve vulnerable. Lo malo de ser alto, decía el general De Gaulle, es que nos hacemos notar. Y concluyó:

– Por eso los hombres altos tenemos que ser más morales que nadie.

Una vez me dijiste, a propósito de Tácito, que el odio es más inteligente que el amor. Yo voy a seguirme cuidando del señor licenciado De la Canal. Desconfío de su recién adquirida humildad. Parece comprada en el mercado de pulgas. Su amor filial no es de confiar. Sólo creo en su fidelidad gatera. Ya sedujo a la criadita de su papá, según me informan. Una que se dice "Gloria Marín". Bueno, tú misma me dijiste un día,

– ¡Qué triste es la fidelidad!

María del Rosario: vamos a seguir actuando juntos, y esta vez desde posiciones desventajosas. No te rías de mí si te advierto contra una resurrección de nuestra antigua llama amorosa. Más vale hablar claro de esto. Querernos de vuelta sería una pobre demostración de que como pareja política hemos sufrido un contratiempo y compensamos la hiel con la miel. Sería una prueba de desaliento y desilusión.

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