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– Espera un momento-le dijo Hannah. Dejó el teléfono y al cabo de un rato se puso de nuevo al aparato-. Creía que había dicho algo, pero sólo eran sus ronquidos

– Si no estás interesada, puedo decírtelo en otra ocasión -le dijo Ruth friamente, casi en el tono de voz que empleaba al leer en público

– ¡Pues claro que estoy interesada, Ruth! -susurró Hannah-. Supongo que has hablado con Eddie de tus hermanos muertos

– Hemos hablado de las fotografías de mis hermanos muertos -le dijo Ruth

– ¡Claro, era de esperar!

– Resultó extraño, porque cada uno de nosotros recordaba algunas fotos que el otro desconocía, y llegamos a la conclusión de que debíamos de haber inventado esas fotos concretas. También había otras que los dos recordábamos, y pensamos que ésas debían de ser las verdaderas. Creo que cada uno tenía más fotos inventadas que reales

– Tú, lo "real" y lo "inventado" -comentó Hannah-. Es tu tema favorito…

A Ruth le molestó la evidente falta de interés de Hannah, pero siguió diciendo:

– La foto en la que Thomas jugaba a ser médico y examinaba la rodilla de Timothy…, ésa, desde luego, era real. Y aquella en la que Thomas era más alto que mi madre y sostenía un disco de hockey entre los dientes…, ésa también la recordábamos los dos

– Recuerdo la de tu madre en la cama, con los pies de tus hermanos -dijo Hannah

No era de extrañar que Hannah recordara esa foto, pues Ruth se la había llevado a Exeter y Middlebury. Ahora estaba en el dormitorio de su casa en Vermont. (Eddie no le había contado a Ruth que se había masturbado utilizando esa foto de Marion, tras haber ocultado los pies. Cuando Ruth evocó el recuerdo de aquellos pies cubiertos con "algo que parecía trocitos de papel", Eddie le dijo que no recordaba que nada cubriera los pies. "Entonces también debo de haber inventado eso", comentó Ruth.)

– Y recuerdo la de tus hermanos en Exeter, bajo aquella vieja inscripción: "Venid acá, chicos, y sed esa chorrada masculina" -dijo Hannah-. Dios mío, qué muchachos tan bien parecidos

Ruth había mostrado a su amiga esa foto de sus hermanos la primera vez que Hannah fue con ella a la casa de Sagaponack

Por entonces estudiaban en Middlebury. La foto siempre estaba en el dormitorio de su padre, y Ruth entró allí con Hannah mientras Ted jugaba al squash en su granero amañado. Entonces Hannah dijo lo mismo que ahora: eran unos chicos bien parecidos

– Eddie y yo hemos recordado la fotografía hecha en la cocina, aquella en que los dos están comiendo langosta -siguió diciendo Ruth-. Thomas despedaza su langosta con la destreza y la imparcialidad de un científico, no hay el menor rastro de tensión en su cara. Timothy, en cambio, parece como si se estuviera peleando con la langosta, ¡y ésta le ganara! Creo que es la foto que recuerdo mejor. Y durante todos estos años me he preguntado si la inventé o si era real. Eddie me ha dicho que es la que él recuerda mejor, así que debe de ser real

– ¿No le has pedido a tu padre que te hable de las fotografías? -le preguntó Hannah-. Sin duda las recordará mejor que tú y que Eddie

– Estaba tan enojado con mi madre por habérselas llevado que se negaba a hablar de ellas -respondió Ruth

– Eres demasiado dura con él. A mí me parece encantador.

– Le he visto ser "encantador" demasiadas veces. Además, así se muestra siempre, encantador…, especialmente cuando está contigo

Hannah no replicó a esa observación de su amiga, algo que no era habitual en ella

Hannah sostenía la teoría de que muchas mujeres que habían conocido a Marion, aunque sólo fuese en fotografía, debían de haberse sentido halagadas por las atenciones de Ted Cole hacia ellas, simplemente por lo hermosa que había sido Marion. Ruth respondió a la teoría de Hannah diciendo: "Estoy segura de que eso le hacía sentirse muy bien a mi madre"

Ahora Ruth estaba francamente cansada de explicarle a Hannah la importancia de la velada con Eddie. Su amiga no la comprendía

– Pero ¿qué ha dicho Eddie de la relación sexual? -inquirió Hannah-. ¿O no ha dicho nada al respecto?

Ruth pensó que eso era lo único que le interesaba. Se le hacía muy cuesta arriba hablar de sexo, pues ese tema no tardaría en provocar de nuevo a Hannah y volvería a preguntarle cuándo "iba a hacerlo" con Allan

– Esa fotografía que recuerdas tan bien -empezó a decir Ruth-. Mis guapos hermanos en el umbral del edificio principal de la escuela…

– Sí, ¿qué tiene de particular? -inquirió Hannah

– Eddie me ha dicho que mi madre le hacía el amor bajo esa fotografía -le informó Ruth-. Fue la primera vez que lo hicieron. Mi madre dejó la foto para Eddie, pero mi padre se la quitó

– ¡Y la colgó en su dormitorio! -susurró Hannah ásperamente-. ¡Eso es interesante!

– Desde luego, Hannah, tienes buena memoria -le dijo Ruth-. ¡Incluso recuerdas que la fotografía de mis hermanos está en el dormitorio de mi padre!

Pero Hannah no respondió a este comentario, y Ruth pensó de nuevo que estaba cansada de la conversación. (Sobre todo estaba cansada de que Hannah nunca dijera que lo sentía.)

A veces Ruth se preguntaba si, en el caso de que no se hubiera hecho famosa, Hannah seguiría siendo su amiga. A su manera, en el mundillo de las revistas, Hannah también era famosa. Primero se hizo un nombre escribiendo ensayos de carácter personal. Había llevado un diario más bien cómico, que en su mayor parte trataba de sus hazañas sexuales, pero no tardó en cansarse de la autobiografía y entonces se "graduó" y pasó a interesarse por la muerte y la devastación

En su fase mórbida, Hannah entrevistó a pacientes desahuciados, y se dedicó a los casos terminales. Durante año y medio, más o menos, los niños con enfermedades incurables absorbieron su atención. Luego escribió un reportaje sobre un pabellón de quemados y otro sobre una colonia de leprosos. Viajó a zonas en guerra y a países donde imperaba la hambruna. Entonces volvió a "graduarse". Abandonó la muerte y la devastación para dedicarse al mundo de lo perverso y lo estrafalario. En cierta ocasión escribió sobre un actor de cine porno con la reputación de estar siempre empalmado y cuyo nombre, en el sector, era "Mister Metal". También entrevistó a una septuagenaria que había intervenido en más de tres mil funciones de sexo en directo. Su única pareja en el escenario era su marido, que murió tras una de tales funciones de sexo. Desde entonces, la apenada viuda no volvió a tener relaciones sexuales. No sólo había sido fiel a su marido durante cuarenta años, sino que durante los últimos veinte de su matrimonio habían hecho el amor únicamente delante del público

Ahora Hannah se había transformado de nuevo. Su interés actual se centraba en los famosos, lo cual en Estados Unidos significaba sobre todo estrellas de la pantalla, héroes deportivos y algún que otro excéntrico con una fortuna inmensa. Hannah nunca había entrevistado a un escritor, aunque había planteado la posibilidad de hacerle a Ruth una "extensa" entrevista… ¿o había dicho "exhaustiva"?

Ruth creía desde hacía mucho tiempo que de ella sólo interesaban sus obras literarias. La idea de que Hannah la entrevistara le provocaba un profundo recelo, porque su amiga estaba más interesada en su vida personal que en sus novelas. Y lo que le interesaba a Hannah de la escritura de Ruth era lo que había de personal en ella, lo que la periodista llamaba "real"

De repente Ruth pensó que, probablemente, Hannah odiaba a Allan, el cual ya había admitido que la fama de Ruth, si no una carga, era una molestia para él. Había editado a una serie de autores famosos, pero sólo se sometía a una entrevista a condición de que no se le atribuyeran sus observaciones. Era tan reservado que ni siquiera permitía que los autores le dedicaran sus libros. Cuando un escritor insistió, Allan le dijo: "Sólo si pones mis iniciales, únicamente mis iniciales", y así el libro estaba dedicado "a A.F.A.". A Ruth le parecía una deslealtad que ahora ella no pudiera recordar qué nombre representaba la F.

– Debo dejarte -le susurró Hannah-. Creo que le oigo

– No pensarás dejarme plantada en Sagaponack, ¿eh? -le dijo Ruth-. Cuento contigo para que me salves de mi padre

– Allí estaré, de algún modo me las arreglaré para ir. Pero creo que es tu padre quien necesita que le salven de ti, pobre hombre

¿Desde cuándo su padre se había convertido en un "pobre hombre"? Pero Ruth estaba cansada y dejó de lado la observación de su amiga

Tras colgar el teléfono, Ruth pensó de nuevo en sus planes. Puesto que la noche siguiente no iría a cenar con Allan, podría emprender el viaje a Sagaponack después de su última entrevista, un día antes de lo que había planeado. Entonces dispondría de toda una noche para estar en compañía de su padre. Una sola noche con él podría ser tolerable. Hannah llegaría al día siguiente y los tres pasarían juntos la otra noche

Ruth ardía en deseos de decirle a su padre cuánto le había gustado Eddie O'Hare, por no mencionar algunas de las cosas que Eddie le había dicho sobre su madre. Sería mejor que Hannah no estuviera presente cuando Ruth revelara a Ted que Marion había pensado en abandonarle antes de que muriesen los chicos. No quería que Hannah escuchara esa conversación, porque su amiga siempre salía en defensa de su padre, una actitud que tal vez obedecía tan sólo al deseo de provocarla a ella

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