– Es posible que las cosas sucedan como vuestra merced dice, y las personas van cambiando. Don Quijote fue loco y murió cuerdo, yo era simple y acaso lo soy menos, y vos mismo dudáis ahora si venciéndole a don Quijote hicisteis lo que mejor se acomodaba a nuestra vida y a la buena gobernación de nuestra patria. Hágame caso y vayamos a correr el mundo.
– Don Quijote salió por el estrechísimo camino de las armas a conquistar el muy inexpugnable castillo de la Fama. Yo, Sancho, ni quiero andar ese camino m me preocupa la Fama. En nuestro pueblo he dejado a mi esposa, y de ella espero un hijo. Cometería gran infamia, abandonándolas ahora a su suerte, por buscar lejos lo que tengo al lado, o sea, la dicha. Viviré mi vida y moriré y acaso durante un tiempo mis hijos y mis nietos me recuerden con amor y constancia, y luego el inconstante tiempo todo lo borrará.
Pensó el bachiller que Sancho le preguntaría algo sobre su casamiento, pero viendo que no y pensando que acaso no se atrevía a hacerlo, fue el propio Sansón quien le dijo…
– ¿Y no vas, Sancho, a preguntarme nada de lo que acabo de contarte de mí y de Antonia?
– No, porque lo sabíamos.
– ¿Lo sabíamos?
– Todo el pueblo. Desde hace dos meses no se habla de otra cosa, pata desesperación de muchos mozos, como Cebadón que al parecer se había hecho otras composiciones.
– ¿Cebadón? ¿Y quién le ha dado a ése vela en este entierro?
– Ah, yo no sé. Pero quería decir que todos lo sabíamos.
– Lo sabrá todo el pueblo, menos mis padres, te aseguro.
– Suele pasar. La gente sólo ve y sólo escucha lo que quiere ver y oír.
Iban las muías a muy vivo paso y sin sentirlo ya avistaron el bachiller y el escudero tras una larga alameda, riberas del Manzanares, las torres famosas de Madrid y sus alcázares.
Sancho se había quedado meditando en sus cosas, y al fin habló.
– A mí, en cambio, señor Sansón, parece estar royéndome ese gusanillo de la Fama, y no me resigno a dejarla pasar, y no tanto por la Fama, como por sentirme sólo a medias, que algo me dice que si los siglos venideros y el presente ya tienen noticias de un Sancho porro, yo me siento obligado a darles un nuevo Sancho, si no sabio, sí, al menos, prudente.
– Con lo que has hecho hasta aquí, va a sobrarte Fama, Sancho.
– No digo yo que no, pero los muchos trabajos de don Quijote han quedado a medio hacer, y habrá que terminarlos.
– Habrá. Pero las cosas de este mundo quedan a medio terminar siempre cuando uno muere, y de ahí se dice que necesitaríamos dos vidas, una para hacer las probaturas de la vida, y otra para vivirla.
– Pues cuente que con don Quijote hemos hecho las probaturas. Nos espera pues la vida.