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El plano se centró en un No'ui en particular. Se trataba de -una pausa para aplicar una designación adecuada desde la mente del receptor- Q'ad, un especialista en la demolición de estructuras temporales que ya no se necesitaban, de modo que sus elementos pudieran ser usados en estructuras nuevas. Q'ad empleaba un aparato que convertía la piedra y el metal en polvo, el cual era succionado y almacenado. Q'ad era un macho muy bien proporcionado. Era un experto en su especialidad, aunque no llevaba mucho tiempo en ella.

Hauser se detuvo en ese momento para reflexionar. Resultaba evidente que la presentación estaba siendo montada con el fin de que se relacionara con los conceptos que él comprendía. Los No'ui habían estudiado a la especie humana durante los dos últimos millones…, no, seguro que eran más bien unos cincuenta mil años, ya que era el hombre moderno, y no el primitivo, quien se había diseminado por toda la faz del planeta, empleando herramientas cada vez más sofisticadas. Sólo fue una adivinanza la edad que él le había adjudicado a este complejo; estaba claro que nadie utilizó ningún método moderno para establecer su antigüedad o, en caso de que lo hicieran, no anunciaron los resultados. En cualquier caso, los No'ui habían estudiado al hombre y conocían su naturaleza, por lo que prepararon la narración para que se relacionara con esos conocimientos. Sin embargo, muchos de los detalles eran improvisados en el momento. Por ejemplo, el nombre que le dieron fue Q'ad, no alienígena, de modo que pudiera aceptarlo con facilidad; se trataba de una variante alienígena de su nombre. ¿Cómo pudieron saber esos seres remotos que un hombre llamado Douglas Quaid Hauser vendría para observar esta presentación? La respuesta era que no podían haberlo sabido; pero dejaron un programa de ordenador telepático (o semitelepático…, aún no distinguía bien la diferencia; no obstante, después de ver al alienígena que no era un clon de ellos, no le interesaba adentrarse más en el asunto) para enseñarles el tema de la forma más expedita. ¡Eso llenaría volúmenes acerca de la sofisticación de los No'ui!

¡Y ellos sólo eran los plantadores de ayuda locales, en una galaxia llena de comerciantes! Simplemente, una especie típica que realizaba un trabajo menor antes de continuar hacia el próximo sistema que requería su ayuda. ¿Cómo podría competir con ellos alguna vez la especie humana? Sin embargo, los No'ui pensaban que estaban capacitados para hacerlo, siempre que lograran la cualificación para ello. ¿Seguían vivos los No'ui? Posiblemente, sí, en alguna parte de la galaxia, ya que habían adoptado el punto de vista a largo plazo.

Hauser se sintió fascinado y abrumado. ¡Quería conocer a los No'ui! Sabía que jamás lo haría, ya que, tal vez en ese instante, se encontraran a cincuenta mil años luz. Sin embargo, su mensaje casi era tan bueno como su propia presencia. Eliminó los pensamientos y volvió a sintonizar con la presentación.

Q'ad, en ese momento, no se hallaba trabajando como pulverizador. Se encontraba con M'la, su compañera presente, y llevaban su huevo a la enfermería del hormiguero para que lo incubaran. Los dos habían visto en el otro la posibilidad de un cruce superior, de modo que se unieron. Les quedaba poco para descubrir el resultado de sus esfuerzos.

El huevo tenía casi una cuarta parte de la masa de M'la; ella había perdido tiempo de trabajo en generarlo, pero era algo aceptable. Siempre se necesitaban buenos trabajadores nuevos. Establecieron turnos para llevarlo. Si su retoño era aceptado, sería una reivindicación para ambos.

La enfermería del hormiguero se hallaba a bastante profundidad del emplazamiento de la construcción, en la zona más elaborada. Resultaba arduo llevar el pesado huevo por el sendero vertical; las pinzas de sus patas no se aferraban bien, y tuvieron que emplear las seis extremidades para sostenerse, pegando el huevo a una de sus espaldas. Finalmente se vieron obligados a avanzar juntos, cada uno sosteniendo un extremo de la funda del huevo. Q'ad iba primero, llevando la parte frontal pegada a su parte trasera, mientras que M'la le seguía, con la parte trasera de la funda pegada a su cabeza, entre las antenas.

Para cuando llegaron al fondo, los dos estaban agotados; sin embargo, el huevo se hallaba a salvo. Estaba próximo a la eclosión; el movimiento, junto con el incremento de presión de las profundidades, le había afectado.

Lo llevaron a la reina de la enfermería. Ésta lo tocó con sus antenas y leyó la mente que empezaba a despertar en su interior. Ha llegado el momento, acordó. Como su especie no era telepática por completo, necesitaban formular unos pensamientos específicos para la proyección; las especies totalmente telepáticas poseían una comprensión global sin necesidad de hacer eso.

Deseamos estar presentes, pensó Q'ad.

Ella se detuvo, a punto de alzar el huevo.

¿Sois conscientes de que la posibilidad para que un recién nacido en esta región se cualifique es de una entre tres?

Sí, respondieron al unísono.

La radiación que había allí provocaba una incidencia importante en las mutaciones incontroladas, y hasta que no establecieran un escudo atmosférico se veían confinados a las profundidades, donde, aun así, existía el peligro de que sus huevos resultaran dañados. Q'ad, en una ocasión anterior, había criado uno con L'ri, y el huevo fracasó y fue destruido, salvando sus elementos como comida. Sin embargo, con M'la los auspicios parecían mejores.

Hauser se detuvo de nuevo, interrumpiendo la presentación con su pensamiento activo. ¿L'ri? ¡Eso aún no había tenido lugar! Lo que significaba que incluso el recuerdo de la experiencia estaba siendo modificado, con el fin de que sintonizara con los nombres y acontecimientos que se relacionaban mejor con su percepción actual. Para el Hauser original, el nombre había sido distinto. El programa alienígena seguía en su mente, operando todavía a su manera especial. La técnica de implantación de recuerdos de los No'ui se comparaba con el método de Rekall lo mismo que un holograma tridimensional con una pequeña pantalla plana de televisión. Estaba asombrado.

Entonces, podéis ser testigos, pensó la reina. Sin embargo, sólo recibiréis; vuestras emisiones serán frenadas.

Lo comprendemos.

Se dirigieron a una cabina de recepción. Sabían por qué bloquearían sus emisiones; de lo contrario, quizás intentaran influir en las respuestas de su vástago.

Contemplaron la pared de la cabina, que reproducía la visión y el pensamiento de la cámara de incubación. El huevo se encontraba allí, y ya empezaba a despertar a medida que los pensamientos propicios de la cámara le afectaban. El huevo osciló, luego se resquebrajó y, finalmente, se abrió. El retoño salió de su interior y se secó en la atmósfera brillante de la luz recreada de su estrella natal de No'ui. Esa estrella se hallaba a cien mil años luz de distancia, y nadie de la tripulación de esta misión la había visto jamás; no obstante, seguía siendo su hogar. Cuando esta misión de ayuda concluyera, quizá dentro de otros cien mil años, sus lejanos descendientes regresarían a casa. ¡Ese era su sueño!

El vástago era un macho, y parecía sano; la exploración holográfica lo verificó: no había ninguna mutación física. Q'ad sintió el alivio de M'la; ya habían salvado el primer obstáculo.

Sin embargo, ahora se produciría el interrogatorio, lo cual era mucho más crítico. Un leve defecto físico podía ser tolerado, como un par adicional de extremidades; pero no ocurriría lo mismo con un defecto mental importante.

Retoño: ¿cuál es tu naturaleza?, surgió el pensamiento de la reina.

El vástago había estado caminando de forma experimental alrededor de la cámara, coordinando sus seis patas. Respondió de inmediato, ya que los No'ui nacían con una memoria genética.

Soy un macho No'ui.

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