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– Creo que unas vacaciones navideñas más breves y una pausa primaveral más larga podría ser la solución -dijo su padre-. Sé que el curso escolar es muy largo, pero debería existir una manera de lograr que los chicos vuelvan en primavera con un poco más de brío, más deseos de trabajar

– He estado pensando en que el próximo invierno podría escoger el squash como deporte -anunció Eddie-. En otoño, seguiría con el cross, y en primavera podría volver a la marcha atlética.

Por un momento pareció que la palabra "primavera" había llamado la atención de su padre, pero era sólo la indolencia de la primavera lo que mantenía el interés de Minty

– A lo mejor, si se depila le sale un sarpullido -especuló la madre de Eddie-. Vamos, a mí me ocurre en ocasiones, pero eso no es ninguna excusa

Más tarde, Eddie fregó los platos mientras sus padres seguían charlando. Poco antes de acostarse, oyó que la madre preguntaba al padre:

– ¿Qué ha dicho del squash? Sí, algo acerca del squash.

– ¿Qué ha dicho quién?

– ¡Eddie! -replicó su madre-. Eddie ha dicho algo sobre el squash y el señor Bennett

– Es el entrenador de squash -le dijo Minty.

– ¡Eso ya lo sé, Joe!

– ¿Cuál es tu pregunta, mi querida Dorothy?

– ¿Qué ha dicho Eddie acerca del squash? -repitió Dot.

– Bueno, ¿qué ha dicho?

– La verdad, Joe, es que a veces me pregunto si escuchas alguna vez

– Soy todo oídos, mi querida Dorothy -le dijo el viejo pelmazo

Entonces los dos se echaron a reír. Seguían riéndose mientras Eddie realizaba con desgana los actos de rutina antes de acostarse. De repente se sintió tan cansado (tan indolente, supuso) que no hubiera podido hacer el esfuerzo de explicar a sus padres lo que les había querido decir. Si el de sus padres era un buen matrimonio, y parecía serlo en todos los aspectos, Eddie imaginaba que un mal matrimonio podría ser muy recomendable. Estaba a punto de poner a prueba esa teoría, y de una manera mucho más ardua de lo que pudiera pensar

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