En la primavera siguiente, una rosa se llevó el gran premio de la fiesta de Chelsea. Había sido bautizada con el nombre de Yvonne. En el cementerio de Old Brompton, ya florecía en su tumba.
Años más tarde, un joven y su mejor amiga se encontraban tal y como solían hacer cuando podían.
– Perdona, mi tren llevaba retraso. ¿Llevas mucho tiempo aquí? -preguntó Emily, sentándose en el banco.
– Acabo de llegar. He ido al aeropuerto a buscar a mamá, que ha vuelto de una misión. Me la llevo de fin de semana. ¿Y Oxford? ¿Qué tal te han ido los exámenes?
– Papá se pondrá contento, porque me han dado un pequeño premio.
Sentados en un banco junto al carrusel del parque, vieron a un hombre vestido por completo de azul que acababa de instalarse frente a ellos. Éste dejó una gran bolsa al pie de una silla y acompañó a su hija pequeña hasta el tiovivo.
– Seis meses -dijo Louis.
– ¡Tres como mucho! -respondió Emily.
Ella le tendió la mano, y Louis le dio una palmada.
– ¡Se acepta la apuesta!.
Mathias sigue sin saber quién es Popinot.