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Cap. 8. Para recuperarse de sus heridas, se somete a una operación. La operación obtiene un buen resultado; vuelve a la casa, y su padre le aconseja casarse.

Cap. 9. No se casa. Conoce a unos acróbatas. Tratan de enrolarlo para que forme parte del grupo.

Cap. 10. Se hace actor. La vida de las marionetas y el comportamiento de los osos. En su limitado marco, encuentra paz. Incapaz y sensitivo, se abandona a sí mismo.

Observarán que este esfuerzo por describir mis sueños -¿me atreveré a considerar esto como una novela autobiográfica? -ha omitido mi vida; o quizás sea al revés. Algo que resulta ciertamente más logrado desde el punto de vista de la globalidad, y que no obstante sigue siendo curioso en mi presente estimación, es otro esbozo autobiográfico -en forma de carta- que encontré también entre los papeles de aquel período. La dificultad de reunir mis sueños y mi vida consciente según un orden, está mejor resuelta, aunque a cierto precio, como el lector podrá ver. Tengo también algunas dudas sobre si se trata realmente de una carta. Después de todo, ¿a quién podía dirigirla?

La carta carece de fecha y encabezamiento. Empieza así:

«A pesar de que soy consciente del extraño camino que tomo, deseo pedir la revisión de mi caso. Puedo asegurarle que no asumo este grave paso a la ligera, sino que he dedicado varios años a pensar antes de convencerme plenamente de que estaba en mi derecho.

Consciente de que usted debe tener en su poder todos los documentos de importancia, me gustaría, sin embargo, tomarme la libertad de hacerle un breve resumen de mi vida y carrera, y de las que considero consecuencias, quizás excesivas, que padezco.

«Recordará mi nombre, Hippolyte, así como mi desafortunado apodo "el oso". En mi dossier encontrará usted cuándo y dónde nací, el menor de tres hijos. Mi padre era un próspero fabricante. Nada de especial importancia contiene mi infancia, excepto la temprana muerte de mi madre. Me eduqué y asistí a la escuela de la ciudad en que nací y más tarde fui a vivir a la capital, para asistir a la universidad.

«Esperaba hacer una carrera honesta en una de las profesiones clásicas. Pero una deplorable apatía se abatió sobre mí y gradualmente abandoné mis estudios. Mi mente, falta de una ocupación útil, se entretuvo proponiéndome una serie de sueños singularmente reiterados, en los que me imaginaba a mí mismo mezclado en un círculo de gentes extrañas y carentes de reputación, escritores y artistas, presididos por una mujer de edad madura, rica y de origen extranjero.

«Durante un tiempo, mi vida transcurrió sin incidencias (exceptuando los mencionados sueños) en este estado de inutilidad e indecisión, hasta que un día, por increíble que esto parezca, fui secuestrado y retenido por algún tiempo. ¡Qué desgraciado me sentí entonces, por ser hijo de un padre rico!

«La guarida de los secuestradores estaba situada cerca de un establecimiento de baños, junto al mar. No puedo quejarme de haber recibido malos tratos de mis raptores, salvo de cierto grado de amedrentamiento. El jefe de los guardianes era cojo, pero esto no estableció entre nosotros ningún lazo de especial amistad. Mientras permanecí en la casa de los criminales, me enamoré de la compañera del guardia cojo. Ella me rechazó cruelmente, quedando siempre ligada a mi sensibilidad erótica, todavía muy impresionable.

«Poco después fui rescatado por mi padre, quien agriamente me reprochó mi ociosa vida, y regresé a la ciudad. Deseé más que nunca volver a una actividad normal, pero continué prisionero de mis sueños. Una figura persistente en estos sueños era un excéntrico escritor de perversos y falsos instintos sexuales, a quien me confiaba. A pesar de mis propósitos, no regresé a la universidad. Me hundí en el libertinaje, frecuenté fiestas poco convencionales y, en una de ellas, casi violé a mi anfitriona delante de los invitados. Como castigo a mi atrevimiento, mis sueños pusieron claramente a la luz estos deseos. Empecé de nuevo a soñar con la mujer extranjera. Soñaba que la seducía y abusaba vergonzosamente de ella.

«En sueños posteriores, sin embargo, hice un esfuerzo por romper con ella. Esto me animó a pensar que cabían esperanzas en mi vida y que no estaba totalmente alejado de los buenos sentimientos.

«Busqué consejo religioso y fui avergonzado públicamente en una iglesia, donde mis pecados llegaron a ser conocidos por la plebe. Quizá mi confesión no tuvo la conveniente disposición de ánimo, pues me alarmé y trastorné grandemente al entrar a la iglesia y ver a uno de mis raptores, "el hombre cojo", acechando en el patio. No me amenazó, pero, sin embargo, me preocupó.

«Mi vergüenza en la iglesia sólo consiguió endurecer mi corazón, tal como mis sueños revelaron, pues los sueños acerca del escritor empezaron otra vez. Soñé que lo acompañaba en sus paseos nocturnos a través de la perversión y el libertinaje.

«Admito que algunos de los juicios sobre mí son retrospectivos; he aprendido sólo al cabo de los años a mirar mis sueños como algo digno de importancia. Cuando ocurrían no les presté una gran atención. Lo que me preocupaba era la vida real que desarrollaba. Pero desde que fui instruido por usted sobre el valor de los sueños, y el hecho de que los actos cometidos en ellos son incluso más importantes que los que realizamos en nuestra vida consciente (pues nuestros sueños son libres, mientras nuestras vidas diurnas están dominadas por la compulsión; nuestras vidas conscientes se rigen por el arte del compromiso, mientras nuestros sueños se atreven a todo), considero ahora mis sueños en su justo valor y confirmo el juicio que usted ha formulado sobre ellos. Por favor, no piense que al revivir el problema de la severidad de su sentencia, discuto la importancia que ha conferido a mis irrefutables sueños.

»Por otra parte: no satisfecho con este desafío a todas las leyes establecidas, confieso que en mis sueños persuadí a la mujer extranjera para que se viniera conmigo. La arranqué de su familia y la llevé a un país cuyos habitantes no observan los mismos gustos y escrúpulos que los seres civilizados. Allí la abandoné.

»¿Pudo ser, quizás, que los sueños me asaltaran por mi falta de ocupación? Me encontraba totalmente desorientado. Hasta traté de seguir el tratamiento de un psiquiatra, pero no lo continué por mucho tiempo. Por fortuna, cuando me encontraba al borde de la desesperación, un anciano millonario me tomó bajo su protección y me dio dinero suficiente para que diera la vuelta al mundo.

»Pero ni siquiera entonces mis sueños me dejaron libre sino que, por el contrario, siguieron ofreciéndome dudosas alternativas morales, ahora bajo la forma de enseñanzas de un profesor de religiones antiguas. En mis sueños, este sabio intentaba convencerme de que los códigos de la moral establecida eran meras inhibiciones y que yo pertenecía a un círculo secreto compuesto por los elegidos y los emancipados. Influido por las extrañas enseñanzas de mis sueños, me imaginé formando parte del cortejo de un pérfido noble que cometía inenarrables crímenes de los que resultaba absuelto y por los que llegaba a ser admirado.

»Los sueños posteriores me indujeron a seducir a la hija de la mujer extranjera de mis primeros sueños, siempre a través de un gran esfuerzo de control sobre mí mismo. Como diversión para mis atormentados pensamientos, estudié piano, disciplina en la que resulté un alumno aventajado. Pero también tuve que abandonarlo; este aprendizaje musical sólo proporcionaba mayores estímulos a mi deseo de autoexpresión ilimitada e irresponsable. Así, cuando uno de mis compañeros enfermó y fue perseguido por nuestra maestra, rehusé ayudarle.

«Soñé entonces que asesinaba a la mujer extranjera, pero, como a menudo suele ocurrir en los sueños, mi acción resultó totalmente infructuosa. Ella me persiguió durante toda una larga serie de horribles pesadillas eróticas.

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