Литмир - Электронная Библиотека
A
A

La verdad es que se trata de algo más profundo. Están destinados a fracasar. Hay traición. Luego está la decepción de ella. Había contado con que Junli le diera un papel. Creía que era el mejor amigo de Tang Nah. Pero hace justo lo contrario. Ofrece un papel a su rival Bai Yang, la actriz con cara de torta, en su película El río de primavera corre hacia el este, y la convierte en una superestrella. Qué boba ha sido. ¿Cómo va a gustarle si la cree la causa de las desgracias de su amigo? ¿La que lo llevó a intentar suicidarse? Junli es demasiado listo. Siempre ha sabido que ella y Tang Nah eran incompatibles. Ella le cayó mal aun antes de conocerla.

Estamos posando para las fotos, frente a una cámara. La pagoda de las Seis Armonías es un fondo perfecto. Junli está tratando de colocarnos para sacarnos a todos. Las estrellas de China. Los hombres y mujeres más atractivos. Soy consciente de que las fotos generarán atención y oportunidades profesionales. Mi intención no es sólo salir en esta foto. Mi intención es demostrar a Tang Nah cuánto le quiero y me importa. Estoy contrayendo un compromiso para toda la vida con un hombre al que tengo dificultades en seguir queriendo. Es un sacrificio. Pero por amor estoy dispuesta a todo. Tiemblo por dentro. Estoy tirando los dados.

¿Por qué estoy nerviosa? Debes tener fe antes para que ésta actúe por ti, me dijo una vez un predicador budista. Debo tener fe en Tang Nah, debo tener fe en que nuestra relación funcionará. Es lo que estoy pensando mientras hacen la foto. No me planteo alternativas. Quemo las naves y corto los cabos a fin de entregarme de lleno a la causa.

De pie en el centro, hacia el fondo, trato de sonreír, pero no me siento muy segura de mí misma. Temo que comparen mi cara con la de las otras dos parejas visiblemente enamoradas. Trato de engañarme a mí misma.

Junli sostiene la cámara. Es él quien ha propuesto el lugar, la pagoda de las Seis Armonías. Un lugar simbólico. Somos un grupo de seis. El número de la suerte. Siempre permanece en pie como la pagoda, explica Junli. Es un buen director que sabe cómo inspirar a los actores.

Dan está junto a Lucy, a mi derecha. No pueden separarse ni un momento. Tengo celos de ella. En el físico de Dan dios nos muestra la belleza masculina. Dan podría haber tenido a quien hubiera querido, pero ha escogido a Lucy. Está impaciente por pertenecerle a ella. Por supuesto que conocen la felicidad. Lo mismo que Eryi y Lulu. Estoy triste.

No sabría decir qué pasa por la mente de Tang Nah. Se le ve también nervioso. Lleva su sombrero francés bien encasquetado, casi tapándole los ojos. Se coloca detrás de mí como si no quisiera salir en la foto.

Treinta años después la señora Mao quiere destruir con urgencia esa foto. Quiere borrar todas las caras que aparecen en ella. Corre el año 1967 y lleva camino de convertirse en gobernante de China. Para ello necesita al envejecido Mao. Tiene que demostrar a la nación que ha sido el amor de Mao desde que nació. Tiene que demostrar que entre ella y Mao no ha habido nadie.

Es entonces cuando Junli y Dan se convierten en los hombres-que-saben-demasiado. La señora Mao considera que no tiene más remedio que deshacerse de ellos.

¡Corten!, exclama Junli como haría en el plató. Los actores respiran. El grupo regresa a Shanghai esa misma noche. Tres días después todos asistirán a una gran recepción. Como es de esperar, atrae la atención de los medios de comunicación.

Tang Nah y Lan Ping han vuelto a casa. Pero el matrimonio parece muerto. Fingen que no les preocupa. Ambos tratan de enfrascarse en el trabajo. Sin embargo nadie llama, ni ella recibe ofertas de papeles, ni él propuestas de trabajo. Las facturas se amontonan. Sigue viniendo a verlos del infierno el demonio del dinero. Él no deja de sonreír, dice que ella es el mejor premio que jamás ha ganado. Lo demás no puede importarle menos. Sin blanca y en paro, me trae sin cuidado. Soy un hombre completo siempre que tenga amor.

Ella está desesperada. No estás cumpliendo lo que me prometiste, le grita. Duermen en camas separadas. No pueden estar juntos pero tampoco separarse. Vuelven los malos hábitos.

Empiezan a salir, de nuevo en busca de aire y consuelo en los amigos. Acaban acostándose con otras personas. Él acude a la joven que le escribió la carta y ella al señor Zhang Min, que ahora trabaja en una nueva obra, La tormenta, del dramaturgo ruso Ostrovsky. Ambos niegan sus actos. Se está convirtiendo en el nuevo papel de ella en la vida. Con Tang Nah es una escena perfecta.

En esa escena ella inventa el argumento. Cuando hay tensión hace que la protagonista se marche. Se retira, desaparece del escenario. Sin embargo es incapaz de invertir la situación. Al igual que su país, China, no cesa de derrumbarse. Las tropas japonesas marchan en gran número. Los estudios de cine reducen su tamaño. Las taquillas cierran. Corre el año 1936. La suerte la ha abandonado.

Toma una decisión y llévala a cabo, me digo. Estoy haciendo las maletas y me iré esta noche. Me quedaré en casa de un amigo y mantendré en secreto mi dirección. Mientras escribo la carta, imagino cómo reaccionará Tang Nah cuando la reciba. Entrego la carta a Junli. Le pido que se la dé a Tang Nah cuando se haya recobrado. No es que confíe en Junli o en su mujer Cheng. Pero serán ellos los que soporten la cólera de Tang Nah. Será Junli quien impida que se mate allí mismo… convirtiéndome en una verdadera criminal. Esta vez no me dejaré manipular. No daré a Tang Nah otra oportunidad para controlarme.

Estoy segura de que has estado esperando esta carta. En fin, ésta es la última vez que vas a tener noticias mías. Creo que sabes perfectamente lo doloroso que es para mí escribirte esto. No tienes ni idea de cuánto he sufrido para salvarnos a los dos. Es preciso que te deje si quiero vivir. Eso es lo que me repito a mí misma. Dándome de cabezazos contra la pared, porque estoy como atontada, sorda, ciega y muerta por dentro.

Estoy tratando de explicarle la contradicción de mis sentimientos. Cuánto me cuesta romper esta relación. La forma tan extraña en que actúa nuestro amor. La oscuridad en que viví hasta que lo conocí. Le explico lo que significa para mí marcharme. Los momentos en que casi sufro un colapso nervioso. Los momentos en que veo claramente que no merece la pena vivir.

Sabes que lo he intentado. He vivido para complacerte. Me resisto a creer que ésta es la forma en que se supone que voy a conocer la felicidad. Complaciéndote. No puedo olvidar cómo peleamos. Lo desagradable que fue todo. Nuestro egoísmo. No cesa de acudir a mi mente ese momento como el final.

Me vengo abajo cada vez que recuerdo cómo me querías. Lo que me decías esas tardes que paseábamos por el bulevar Nan-yang. Hace que quiera echarme atrás. Me dice que continúe a tu lado hasta el final, que permita que este dolor eche a perder mi porvenir. El dolor es como una espina en la garganta, no puedo escupirla pero tampoco tragármela. Así estoy, con una espina atravesada en la garganta.

Ella siente la pasión. La pasión de hablar con una voz conocida, la voz de Nora. La sensación de estar actuando en el escenario de la vida le impulsa a seguir adelante. Vuelve a representar su papel. Al igual que Nora, está luchando para liberarse. Dice a Tang Nah-Torvald que debe partir.

Vivo para que se me reconozca, para dejar un rastro, ser alguien, significar algo. Esperaba que pusieras el mismo empeño, ya que eres un hombre con talento. No deberías desperdiciar tu vida. Deberías funcionar a pleno rendimiento. Demostrar al mundo quién eres. Detesto verte drogado por los que se llaman tus amigos. Afirmas ser un artista sólo para eximirte de tus obligaciones. Te da un pretexto para ser perezoso.

¿No es cierto, hasta cuando escribes, que lo dejas todo para el último momento? Nunca entregas tus artículos antes de que los rodillos de la imprenta se pongan en marcha. Para mí eso es una muestra de debilidad. Veo en ello lo contrario de un hombre de acción, veo a un hombre sin un norte. Peor aún, un hombre que en lugar de hacer frente a sus defectos, los oculta. Te encanta dártelas de incomprendido, maltratado por la sociedad; no dudas en considerarte una víctima del destino. Pero olvidas que estamos embarcados en la misma nave. Tu debilidad me está ahogando.

19
{"b":"104393","o":1}