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A
A

ESTEBAN

¿Santiago?

ÉL

Totalmente endemoniado. Diabolizado y endiablecido potencialmente hasta la genialidad. Pero, ¿cómo decirlo de un modo generoso?: mal aspectado. Con demasiado Saturno en la casa de Orfeo. Non ragionam di leí, ma gualda e passa.

(En lo que podría llamarse uno de los laterales, a la derecha del espectador, se ilumina la habitación de Santiago. Se oye un estruendo y se ve un fogonazo. Un objeto esférico, algo más grande que una pelota de ping-pong, salta desde alguna parte y rueda sobre el piso. La perspectiva del observador cambia. Como si la habitación se viera ahora a través de una lente de las llamadas ojo de pescado. Se ve la pierna de Santiago, enroscada a la pata de la silla; el brazo derecho que se bambolea-, en el extremo del brazo, la mano que sostiene la pistola. Haciendo un esfuerzo, se lo ve todo. Perfectamente. Con detalles y en color. La disposición de las figuras parece filmada sobre una superficie convexa.)

ESTEBAN

(Gritando.) ¡No!

ÉL

Sí. (La habitación desaparece.) Todavía nos queda un poco de satanismo medieval y de la magia simpática. Sí. Santiago acaba de matarse. (Alzando un dedo.) Te pidió que te quedaras con él. Peor que pedírtelo: te lo insinuó, con recato y expectación. Con pudor argentino. Siempre fue patético y simulador. De chico se escondía a rezar en los roperos. No me preguntes cómo lo sé, porque carece de importancia comparado con lo que vos sabías. ¿Qué sabías? Sabías que se iba a matar.

ESTEBAN

Qué estás diciendo.

ÉL

Ahora no estoy diciendo nada, en cambio dije lo que oíste. Vos sabías, y ahora sí lo estoy diciendo, que Santiago se iba a matar. En rigor, vos lo mataste. ¿Lo viste todo, clarito y en relieve?, ¿desde el ojo? (Hace un amplio gesto circular.) Todo este cinemascope te pertenece. "Todas estas imaginaciones son tuyas", ha sido escrito, venerablemente. ¿Cómo articularlo dentro de los límites de la razón pura? Es como si tu imaginación adelantara, a veces. Presbicia, es el nombre técnico. Por ejemplo, ¿no sabías que iba a suceder lo de las Máquinas que Cantan? Sí lo sabías. Entonces sucedió.

ESTEBAN

Lo que estás diciendo es un disparate. ¿O intentas sugerir otra cosa?

ÉL

No es ningún disparate. Pero también estoy intentando sugerir otra cosa. Sería una pena que no te dieras cuenta, que nadie se diera cuenta. Tengo que irme otra vez. (Aparte.) Quien va a entrar es Verónica. (Sale.)

ESTEBAN

(Solo.) Realmente, no sé lo que quiso decir. ¿Debería saberlo? (Pausa.) ¿Quiso decir algo? (Trompetería. Truenos.)

VERÓNICA

Tengo la impresión de que estás hablando solo. ¿Qué haces acá arriba?

ESTEBAN

Buscaba un baño.

VERÓNICA

¿Lo encontraste? Hay once. Por no contar los árboles. Hablando de árboles, Roque tuvo que irse y te dejó saludos.

ESTEBAN

No entiendo la relación.

VERÓNICA

Los vi, hace un rato, conversando animadamente uno a cada lado del nogal. ¿Qué te pasó con Bastián?

ESTEBAN

¿Con Bastían?

VERÓNICA

Sí. Se fue. Dijo que en vos había algo maligno y que necesitaba hablar con Santiago, parecía un poco loco. Son más de las tres de la mañana. El vino y las tormentas les hacen mal a ustedes.

ESTEBAN

Quiere decir que él también sabía lo de Santiago.

VERÓNICA

¿Sabía que?

ESTEBAN

No tiene importancia. ¿A qué subiste?

VERÓNICA

Bueno, cómo explicarte; ésta es mi casa, no sé si eso te dice algo. Mi cuarto está ahí, a la vuelta. Y, ya que subí, voy a decirte dos cosas, que en realidad no son dos. Qué complicada me pone este pasillo, deben ser los cuadros. Primera cosa: yo que vos cuidaría un poco más a la adolescente del Ojo de Esmirna; en esta casa nadie está seguro. Hace más de una hora que está conversando, o algo, con alguien, en algún lugar.

ESTEBAN

Ya lo sé. ¿Segunda cosa?

VERÓNICA

Ya te lo dije, hace un momentito. Mi cuarto está ahí a la vuelta, en la galería que cruza esta galería. Supongamos que en algún momento te sientas, o te quedes, solo. No vas a creerlo, pero abajo hay un plano de la casa, colgado en la pared de la cocina.

(Verónica desaparece en la galena transversal.)

ESTEBAN

(Solo.) A ella sí la entendí. Qué noche extraña y cambiante. ¿Qué irá a pasar ahora?

(Entra súbitamente un abejorro. Es dorado y hermoso y vuela ruidosamente en círculos excéntricos, a gran velocidad. En realidad se trata de un ángel.)

ÉL ÁNGEL

(En pancocoliche, con una voz extraordinariamente parecida a la del padre Custodio Cherubini.) Pasa que si no te oyó in excelsis te me hundís al Malebolge. Benedictus qui venit in nomine Domini. Si non te curo, la Bestia te convence, te criminaliza, te stupefaziona con la sua arpada lingua de ornithos. Emplié bien? Estebanito, mnemosiná un poco tu intra parvulus, acordate de cuando estudiábamo il Cathecísmus per tomar la Conmunio con la linda catequista de la vuelta y ni pensábamos que usaba bombacha. E il perrito overo che portamo a casa? El bien es la morada del Ser, la pegó Satanás, ma no sólo a la Naturaleza. O el homo humanus que sale como la flor y es cortado non pertenece a la Natura? De ande te eres que saliste? Nominame una res única, piojo o baobab, que no sea natural y toda relucida de divinidat. Convertite otra vuelta, Estebanito. Facile molto est. II faut s'abetir y listo el pollo. Non te acordás cuando stabas triste y te encerrabas a perorar il Pater Noster al ropero? (Sale con vértigo.)

ÉL

(Volviendo a entrar.) Te veo demudado. ¿Algún otro descubrimiento poco razonable? ¿Algún recuerdo súbito? ¿Alguna analogía biográfica que tiñe con luz ominosa nuestro futuro? Debo confesarte que un buen suicidio a lo Santiago también es uno de tus caminos, pero no es el momento de tocar ese tema. O, por lo menos, no tan a ras de tierra. Lo que sigue, la verdadera catástrofe de esta tragedia, ocurre en otro Camino de Santiago. Te me escabullíste esta tarde, en el Observatorio, pero no contaste con que Verónica, por razones sentimentales que no hacen a la cuestión, se hizo construir un pequeño planetario. Vas a tener que seguirme.

ESTEBAN

Hace frío. No pienso bajar al planetario.

ÉL

La palabra exacta no es frío. Tampoco es bajar.

(Como si la casa entera se desplazara alrededor de Esteban y el astrólogo, sin que ellos se muevan, se ve retroceder el pasillo, aparece una escalera, una puerta ventana, viene avanzando el parque y ya están en el interior del planetario.)

ESTEBAN

No me impresiona. Yo mismo puedo hacer este tipo de cosas cuando duermo. Se llama soñar.

ÉL

Sí. Me han comentado que los sueños suceden como es debido. Yo no duermo nunca. Dicho de un modo poético: yo soy los sueños. (Apaga la luz. Enciende el proyector del planetario. En la bóveda del techo aparece la semiesfera del cielo. Nítidas y resplandecientes se ven las constelaciones del Sur. El astrólogo señala el horizonte.) "…E vidi quattro stelle, non viste mai fuor ch'alla prima gente." Esa es otra de las muy buenas razones por las que no soy ni podría ser nórdico. ¿O yo no me enrosqué en árbol de la prima gente! "O setentrional vedovo sito, poi che privato se de mirar quelle!" En cuanto a tu jactancia sobre los milagros que realizas en sueños, yo, en tu lugar, estaría sumido en negras reflexiones. Qué es la vida, por ejemplo.

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