Claudia: mirada
Cierro los ojos y te veo. Con tu misma mirada inteligente y escrutadora, tu pícara sonrisa, tu rostro hermoso.
¡Qué agradable recibir tu carta! ¿Cuánto hace que te fuiste del país? ¿Dos años, tres? A veces, me parecen siglos y otras, tengo la sensación de que fue ayer cuando te vi subir al avión rumbo a una nueva etapa de tu vida…
¿Te acordás? Ese día, en nuestra despedida, te regalé El libro del Ello. En la primera página te escribí: "La salud consiste solamente en darse cuenta de que lo que es, es".
Y bien… es cierto, ese Patrick Troll que firma las cartas del libro era mi bisabuelo paterno. Como de costumbre, tu capacidad asociativa y tu intuición funcionan a las mil maravillas. Siempre creí que este "conocimiento" que tenés de las cosas es uno de tus más encantadores dones.
Mientras escribo esto, aparece ante mí la imagen de mi bisabuelo. Envidio su talento, su brillantez, su originalidad y sobre todo, su capacidad creativa.
Es maravilloso leer sus cartas y darse cuenta de que todo eso fue escrito prácticamente sin tener conocimientos de las teorías freudianas respecto de la estructura de la personalidad, el inconsciente o el psicoanálisis mismo.
Para su época, bisabuelo era un precursor, un agente de cambio. Sus apreciaciones, indudablemente psicoanalíticas, aunque él no lo supiese o se empeñara en negarlo eran, en ese momento, otro de los símbolos de la transición entre la era victoriana y el comienzo de la era industrial.
Lo revolucionario de la teoría psicoanalítica fue de tal magnitud que aún hoy día, muchos de mis colegas siguen creyendo válidas, a pie juntillas, aquellas apreciaciones básicas y siguen considerando absolutamente intocables aquellos arcaicos conceptos terapéuticos.
¡Qué petulante! Me siento como si estuviera cometiendo una herejía.
Yo, con mis treinta y tres años y dándome el lujo de criticar a "mis mayores"…
Bueno, ¿y por qué no? Después de todo, si este mismo razonamiento hubiera frenado a Freud, a Groddeck o a Troll, no hubiésemos tenido acceso a su sabiduría.
Vamos… ¡adelante!… que si bien es dudoso que haya en esto que digo alguna sabiduría, no es menos dudoso creerme que yo sea capaz de frenarme para no cometer "herejías"…
Lo concreto es que "poco a poco" me he dado cuenta de lo anticuado de todo el funcionamiento de sus teorías. El psicoanálisis se me ocurre como un motor Ford 39 puesto a impulsar una carrocería 1984. Es cierto que es un excelente motor y que con una pequeña adaptación podría impulsar ese auto. Pero no es menos cierto que no siempre será lo mejor, que difícilmente será lo más efectivo, que nunca será lo más rápido.
No por eso vamos a olvidar que sobre ese motor se desarrollaron todos los otros, repito: todos los otros.
Como de costumbre, ninguna postura absoluta me es útil para transmitirte lo que quiero.
No me gustaría que creyeras que soy un equilibrista, quiero decir alguien que busca el equilibrio. ¡No! Equilibrio es estatismo, es igualdad, es indiferenciación, es muerte. No hay ser humano más equilibrado con su medio ambiente físico-químico que un cadáver.
Más bien soy un amante de la armonía, un enemigo de los absolutos y un enamorado de la posibilidad de que A y anti A coexistan en interdependencia. ¿Recordás el símbolo del Yin y el Yang? la completud, el todo. El círculo representa la totalidad.
Desde una mirada estática, este todo no es más negro más blanco. Hace falta del negro y del blanco (los opuestos) para integrar un todo. Y lo que es más interesante, mirando el antiquísimo símbolo, notamos que ni todo lo blanco es blanco (contiene un punto negro), ni todo lo negro es negro (pues contiene un punto blanco).
Si a esta visión estática le agregamos el movimiento, lo contemplamos dinámicamente, podremos imaginar que el
punto blanco en lo negro y el punto negro en lo blanco se agrandan, ocupando cada vez más espacio del color opuesto. Llegará un momento en que todo lo que era blanco será negro y viceversa; pero es sólo un instante, porque al siguiente, un punto negro nace en lo blanco y un punto blanco nace en el mismísimo centro de lo negro.
Nada es absoluto… nada es permanente… (ni siquiera esta frase).
Después de todo, no hay luz sin oscuridad; no hay valor sin miedo; no hay cerca sin lejos; nada existe sin su opuesto. Ya me siento como cuando nos encontrábamos en el consultorio, dejando correr mi ser, siendo ahora. Sin ocuparme de ser coherente o comprensible o ninguna otra cosa. Simplemente siendo.
A veces, cuando consigo esto, dejarme ser, me contacto con una sensación de plenitud, de paz y de amor que amplía mi conciencia hasta trascender de mí.
Lo que me abre esta puerta es el no condicionamiento, es el no pensar, es el no prever…
Y ahora me doy cuenta de que es el no. Es decir, la nada, el vacío fértil. El único lugar desde donde puedo recibir todo porque tengo espacio para todo. Kashnamurti escribe:
«UNA TAZA SOLO SIRVE CUANDO ESTA VACIA" Recuerdo ahora la sensación de confusión que sentí la primera vez que leí esto. No conseguía entender qué significaba. (Cuántas veces me he perdido en la búsqueda del significado, tratando de encontrarlo a través del intelecto, de mi parte computarizada:
¡Boing! ¡Bing! ¡Strup! -¡Qué horror!-)
Entonces, la salida fue -como otras veces- sentirme taza. imaginarme a mí mismo como una taza. Una taza llena… Llena de leche, pensé… La leche es algo útil, nutritivo, importante, vital. ¿De qué otra cosa podía imaginarme lleno yo en mi omnipotencia? Me imaginé llevando mi contenido donde fuera más útil. Pero, ¡oh, sorpresa!… no podía darlo sin vaciarme y si lo hacía, dejaba de ser la taza llena… Y lo que me hizo sentir peor: yo sólo podía servir para esa leche, caliente o fría, recién ordeñada o podrida…
¡No! No era eso lo que quería para mí. No es eso lo que quiero ahora para mí. Quiero vaciarme…
Para poder llenarme…
Para no estar nunca lleno…
Para ser la esencia de mí mismo. Para vivir…
Ojalá puedas seguir mi delirio cuando leas esta carta… Aunque después de todo, quizás no sea importante, Quizás, más que decirte, me digo y vos seas sólo una excusa, la más hermosa excusa para dejarme ser en este momento, aquí y conmigo.