Claudia:
Ya sabía que tu respuesta a la carta anterior iba a traer el tema de la pareja.
¿Será un conocimiento intuitivo sobre vos, o será una proyección mía y de mis ganas de hablar sobre el tema?
El asunto de la pareja que no se separa, me recuerda siempre la diferencia que suelo remarcar a mis pacientes cuando aparece el tema:
No es lo mismo estar junto al otro, que estar enganchado al otro.
Y esta diferencia es vital.
Juntos quiere decir próximos, en contacto, uno al lado del otro, y obviamente acepta la posibilidad de separación. Enganchados no tiene nada que ver con eso. Enganchados es, como su nombre lo indica, trabados entre sí, cono dos ganchos.
¿Y esto, qué significa?
Significa que una parte de uno llena un agujero del otro, y viceversa.
Yo me hago cargo de todas tus partes estúpidas, a cambio de que vos aceptes hacerte cargo de mis peores rayes. Mientras estemos juntos, yo seré el estúpido y vos el loco. Pero ojo con separarnos: porque si nos separamos, entonces vos deberás volver a ser tan estúpido como antes de conocerme y yo tan zafado como antes.
La posibilidad de separarse no existe, porque al hacerlo, cada uno de los dos tendría que reasumir su propio agujero y llenarlo de sí mismo (cosa que obviamente no estaba dispuesto a hacer cuando aceptó el enganche).
Sólo estando juntos se puede intimar.
Sólo cuando me puedo separar, tiene valor que estemos juntos.
Y relaciono todo esto con mi propia manera de ver la pareja.
Para mí, una pareja no son dos, ni uno, sino tres. Tres individuos diferentes: él, ella y la pareja. Algunas parejas llevan adelante un proyecto de convivencia basado en la postura de la pareja como uno: van a todos lados juntos, trabajan en lo mismo, tienen parejas amigas, todo en unidad. ¡Todo! Y todo empieza a fracasar cuando se dan cuenta de que no consiguen inodoros de dos plazas. Y termina de fracasar cuando alguno de los dos (generalmente, terapia de por medio) comprueba que ha desaparecido como individuo y decide reasumirse como persona.
Hay parejas más "modernas", que intentan un planteo de dos individuos: él y Ella. Donde cada uno aporta algo de sí a la relación, pero cuidando siempre su terreno y dosificando puntillosamente el compartir.
Este puede ser un excelente modelo de relación, pero no es una pareja. Porque la pareja como tal no existe, carece de proyectos, de marcos referenciales. Este individuo pareja, desde su no existir, no crece, no se desarrolla.
Y un día, el último de los muchos puentes que unían esas dos islas se cae, y las islas vuelven a ser islas; independientes, sí. Y también solitarias e incomunicadas.
Dejo para el final el planteo más sutil y seguramente el más frecuente, aunque seguramente también el menos explicitado: "La pareja está compuesta por dos individuos: yo y la pareja (¿Qué tal? ¿Planteo macabro, no?) y lo peor de todo es que hay relaciones en las cuales este planteo, hecho por uno de los miembros, es acatado por el otro, que vive en función de su pareja pero que carece (Sólo él) de vida propia.
Cuando un terapeuta consigue mostrar a un paciente estas situaciones, se gana para sí la fama de "divorcista".
Toda esta perorata me sirve para tratar de comprender por qué es tan difícil la convivencia en pareja: ¡Se trata de compatibilizar los intereses de TRES!
Cuando la armonía entre los tres aparece, es hermoso… yo, ella y nosotros…
… ¡Me emociona!…
Asocio todo esto con una poesía (?) que escribí hace unos años:
En un momento soy yo, conmigo; aparecés vos…
me relaciono, me contacto, te toco, te escucho, te huelo… somos dos.
Me acerco más, te siento, me fundo… somos uno sin dejar de ser dos, somos tres,
los tres vibrando en el mismo nivel…
Y cuando somos tres, entonces…
Mis manos y las tuyas son mis manos, y mis dos bocas,
y mi pene y mi vagina, y mi barba y mis senos;
y mi orgasmo… mi triple orgasmo… el tuyo, el mío, el nuestro.
Es hermoso, muy hermoso,
hacer el amor contigo.