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CARTA 16

Claudia:

No hay traducción para Gestalt. Un conjunto. Para un alemán, puede querer decir forma o nosotros, es algo así como una dupla de figura-fondo. Como te decía cuando era cámara fotográfica: sólo es posible ocuparse de una cosa a la vez; esta cosa es la figura; el resto, todo el resto, es el fondo de eso que me ocupa en este momento.

De instante en instante, algo desde el fondo pasa a primer plano y se transforma en figura, al tiempo que aquella se resuelve o es vuelta al fondo.

De hecho, estas dos formas son las únicas que podemos usar para pasar de una figura a otra. La vuelvo al fondo o la resuelvo.

Una de las expresiones gráficas más claras de este fenómeno, es el de los perfiles y la copa (atribuidos a Dalí). Cada uno puede ver la copa en blanco (sobre fondo negro) o los perfiles en negro (sobre fondo blanco), pero nadie puede ver las dos figuras a la vez. Es claro, ¿no?

Un ejemplo práctico (y que por otra parte es el que July me dio a mí), podría ser el siguiente:

Me estoy ocupando de una interesante conversación con vos. De pronto, siento tensión en mi vejiga, que identifico con mis ganas de hacer pis.

No quiero interrumpir mi conversación y entonces, por un momento, consigo mandar mis ganas de hacer pis de vuelta al fondo y mantener esta conversación como figura.

Sin embargo, si la conversación se prolonga, llegará un momento en que la necesidad de hacer pis se impondrá y ya no podré volverla al fondo.

La única posibilidad que tengo para poder atender la conversación, es suspenderla por unos minutos para ir al baño y continuarla luego. De lo contrario, no podré estar en ninguna de las dos cosas: ni con vos ni con mi pis.

Estar interrumpido es hallarse en una situación donde dos figuras (o más) compiten por ser resueltas. Dos contenidos se desplazan mutuamente, consiguiendo paradójicamente permanecer irresueltas.

Interrumpir, paradójicamente, no es hacerte esperar unos minutos; interrumpir es seguir conversando con vos y estar pendiente de otra cosa.

Para la Gestalt, este tema de las interrupciones, junto a su derivación obvia: las situaciones inconclusas, son el punto de partida fundamental de la tarea terapéutica: conectarse a cada momento con el aquí y ahora.

Este no es un concepto nuevo, ni siquiera "guestáltico". En 1927 un investigador llamado Zaigernik realizó una experiencia que luego sería confirmada por otros científicos del área de la conducta.

Zaigernik tomó una muestra de la población al azar (incluidos niños, adolescentes y ancianos de ambos sexos)Dijo a los sujetos que les iba a proporcionar una serie de tareas (veinte) para que completaran, y que cada una tenía un límite estricto de tiempo. Las tareas eran la solución de problemas matemáticos, el ensartado de cuentas, la copia de figuras y la construcción de objetos con cubos y otros materiales. Daba a los sujetos las tareas y siguiendo su plan, a una parte de individuos les cortaba a la mitad aunque se les permitía acabar realmente. En la otra mitad, los sujetos eran interrumpidos antes de finalizarlas, dejándoles suponer que el tiempo asignado había expirado. El verdadero experimento comenzaba aquí. Una vez completadas o interrumpidas las veinte labores, se les pedía a los sujetos que hicieran una lista de las tareas en las cuales habían trabajado. El resultado: como promedio, los sujetos recordaban doble de tareas incompletas respecto de aquellas que se les había permitido completar. Muchos sujetos pedían al experimentador que les dejase acabar las tareas inconclusas (aun sabiendo que la experiencia había concluido) para terminarlas. Y más aún, en algunos casos, dejándolos solos en las mesas de trabajo, éstos revisaban entre los papeles las tareas inconclusas y hasta registraban el escritorio del experimentador en su busca, para poder terminarlas. El hecho de “recordar” mejor las tareas incompletas que completas, conocido desde entonces Como el efecto Zaigernik, se interpretó en ese momento como la pauta de que existía un sistema de energía motivacional puesta al servicio de una tarea cuando esta se comienza y que, por supuesto, sólo se agota si esta tarea se concluye. En caso contrario, permanece como energía flotante e indisponible para otras tareas.

Desde mi propia manera de comprender el efecto Zaigernik, éste es el más claro ejemplo de cómo las situaciones inconclusas, si bien pueden ser postergadas y enviadas al fondo de nuestra conciencia, quedan allí durante algún tiempo, pero antes o después pugnarán por hacerse figuras para reclamar resolución.

Algunos años después, seguidores de Zaigernik continuaron el experimento de la siguiente forma:

El i. un re-test volvían a darle a los examinados las pruebas no resueltas. Una vez más, dejaban al sujeto concluir el 50% de ellas (cinco) interrumpiéndolos en las otras cinco. Entonces, se le volvía a preguntar en qué pruebas había trabajado y se comprobaba (otra vez) que las pruebas no concluidas eran doblemente recordadas en relación a las otras. Y un dato más: estas últimas pruebas, primero interrumpidas y luego concluidas, no eran más recordadas que aquellas terminadas en el primer intento (cosa de brujos, ¿no?).

Exagerando: si desde mi fondo, infinitas situaciones Pugnan por ser resueltas, no podré abocarme a ninguna figura y mi capacidad de conexión con el aquí y ahora será nula.

Hace pocas semanas, un día viernes, alrededor de las cuatro de la tarde, tuve un fuerte dolor abdominal, me sentí mareado y con un repentino cansancio. (Un médico hubiera dicho que era una indigestión.)

El caso es que no me sentí en condiciones de atender a mis pacientes citados, en especial por mi falta de ganas de atenderlos. Escribí una nota que decía: "Hoy no voy a atender por el resto del día. Siento no haber podido avisar antes".

… Y dejé la nota pinchada en la puerta, antes de irme a casa.

Algunos de mis pacientes no preguntaron, otros preguntaron y les dije que no estaba en las condiciones en que a mí me gusta atender, dado que había cosas que me estaban interrumpiendo. Ema, una de mis pacientes, al recibir esa respuesta se levantó, se acercó, me dio un beso y me dijo:

– ¡Gracias! Yo me sorprendí. Ella volvió a su asiento y me dijo: -Doctor, esto me confirma todavía más que cuando usted está, está!

Cada conjunto de una figura y un fondo es una Gestalt. Cuando una situación se hace figura, es para reclamar una solución. Cuando postergo ésta (como el ejemplo del pis), tengo presente que en algún momento la resolveré y que si no lo hago, aquella situación no resuelta se me impondrá cada vez, interrumpiendo el natural devenir de los hechos en ese momento.

En cambio, si consigo resolver cada figura cuando aparece, si consigo cerrar esa Gestalt que estaba abierta en la figura que reclamaba resolución, si consigo ocuparme de instante en instante de la figura, entonces, en ese momento en que la figura se resuelve y antes de que otra figura (desde el fondo) ocupe el lugar… en ese momento, consigo la armonía total… la absoluta paz interior… el estado de Satori.

En nosotros, los occidentales, este estado dura un instante, porque al instante siguiente, algo del fondo se hace figura y el proceso recomienza.

Algunos orientales consiguen ese estado por días o por semanas.

Hasta que lleguemos a esa posibilidad (cosa que dudo), tratemos de resolver cada vez más situaciones cuando surjan y recuperar una y otra vez la armonía entre afuera-adentro y entre yo y yo mismo.

No te interrumpas… date permiso… date tiempo… date lugar… date todo…

Finalmente, vos sos, para vos, el centro del mundo en que vivís, así como yo soy para mí el centro del mundo en que yo vivo.

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