Amadísima:
En una de las primeras cartas, te dije que una de las características de los neuróticos es la inmadurez y agregué que este concepto se relaciona con transferir el apoyo ambiental al autoapoyo.
Bien, ¿qué es el autoapoyo?
John Stevens dice que cuando un hipnotizador consigue hacer entrar a alguien en trance hipnótico y le dice "ahora va a sentir frío", el hipnotizado jerarquiza más la palabra del hipnotizador que sus propias sensaciones.
De alguna manera, todos vivimos hipnotizados.
Nos han repetido tantas veces las mismas cosas… Las hemos escuchado de nuestros padres, tíos, maestros y vecinos… Las hemos leído en libros y revistas… Hemos visto a nuestros seres más queridos acatar esas palabras, sin cuestionarlas jamás…
Y, finalmente, hemos quedado hipnotizados. Creemos más en esas palabras que en nuestro propio sentir.
Y lo que es peor, estamos tan bien entrenados para este proceso, que algunos de nosotros hemos conseguido autoabastecemos de mensajes hipnóticos. ¡Hemos conseguido autohipnotizarnos!
Autoapoyo tiene que ver con deshipnotizarse. Autoapoyo es darme cuenta de que mis pies son suficientemente fuertes para aguantar mi peso.
Autoapoyo es conectarme con mi sentir ("Abandona tu mente y vuelve a tus sentidos", decía Fritz).
Autoapoyo es pedir ayuda sin depender.
Autoapoyo es confiar en mí mismo por sobre todas las cosas.
Autoapoyo es abandonar definitivamente lo que yo llamo la conducta líquida.
Conducta líquida surge de un paralelo entre una propiedad física de los líquidos y una característica de la personalidad neurótica.
Un líquido no tiene forma: se adapta a la forma del recipiente que lo contiene.
Cuando funciono así, tratando de moldearme según lo que los demás me exigen, cuando me creo solamente la suma de las imágenes que los demás tienen de mí, cuando sólo intento responder a las expectativas de los otros, entonces tengo una conducta líquida.
– ¿Qué querés entonces? ¿una "conducta pétrea -¡NO, NO y NO!
Quiero una conducta suficientemente sólida como para afirmarse por sí misma y suficientemente elástica como para no ser estática y adecuarse a la realidad.
Diría que me gustaría tener una conducta plástica. La sociedad ama las «conductas pétreas". Dicen: "¡Qué carácter fuerte tiene ese tipo!" y lo que yo escucho es «Siempre reacciona igual frente a la misma situación". Claro, cómo no va a ser deseable que el otro sea así… A mí me viene bárbaro; él es previsible, puedo contar con la respuesta de él y reasegurarme con que jamás "me defraudará".
¡Qué manejo éste de querer conductas pétreas en los demás!, ¿no?
Cuando en verdad intimo con vos, entonces comprendo que tu conducta sea hoy una y mañana otra diferente, o más aún… ahora una y dentro de un instante la opuesta (difícil, ¿eh? Sí, muy difícil: me gustaría conseguirlo).
Resulta que es diferente ser contradictorio que ser incoherente.
Soy contradictorio cuando digo hoy que sí y mañana que no. (Como me dijo una vez Alejandro: «hoy se escribe con hache y ayer se escribía sin hache".)
En cambio, soy incoherente cuando aquí y ahora digo sí y hago no.
La contradicción es parte de mi salud, de mi actitud plástica, de mi capacidad de cambio, de mi posibilidad de modificarme a través del tiempo.
La incoherencia es parte de mi enfermedad, de mi propia falta de claridad; es un intento de trasladar mi confusión al otro, es un perro que se muerde la cola, es una disgregación de mi persona; es, finalmente, una falta de respeto al otro y a mí mismo.
No hay que confundir ninguna de estas dos cosas: contradicción e incoherencia, con delirio.
¿Qué es un delirante? Adjunto foto del suscripto.