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– Julián.

–  Monta tu caballo.

Sophy vaciló.

– ¿Qué va a hacer, milord?

– Cuando lo haya decidido, te lo diré. Mientras tanto, te daré una muestra de la exageradamente desagradable experiencia de tener que preocuparte por ello.

Sophy avanzó lentamente hacia su caballo.

– Sé que está furioso, Julián. Y quizá me lo merezco. Pero quiero saber cómo va a castigarme. En verdad, no creo ser capaz de soportar el suspense.

Julián le rodeó la cintura con las manos tan inesperadamente que ella se sobresaltó. La subió a la silla de montar con una violencia apenas contenida. Luego se quedó allí parado, mirándola con gran frialdad.

– Si va usted a hacerle trampas a su marido, Señora Esposa, le aconsejo que aprenda a soportar el suspense de preocuparse por su venganza Y yo me tomaré la mía, Sophy. Nunca lo dudes. No es mi intención permitirte que te conviertas en la misma perra que fue mi primera esposa. Una perra incontrolable.

Antes que ella pudiera responder, Julián dio media vuelta y subió a su corcel. Sin formular una sola palabra, emprendió el galope de regreso a casa, dejando a Sophy atrás. Ella llegó media hora después que él y, para su desazón, descubrió que el personal alegre y ruidoso que había habitado la casa en los últimos días se había alterado mágicamente. Eslington Park se había convertido en un lugar sombrío y prohibido.

El mayordomo la miró con ojos muy tristes cuando apareció en el vestíbulo.

– Estábamos preocupados por usted, milady -le dijo suavemente.

– Gracias, Tyson. Como verá, me encuentro bien. ¿Dónde está lord Ravenwood?

– En la biblioteca, milady. Ha dado órdenes de que no se lo moleste.

– Ya veo. -Sophy caminó lentamente hacia las escaleras, mirando con nerviosismo las puertas ominosamente cerradas de la biblioteca. Vaciló un momento. Se levantó las faldas y subió las escaleras a toda velocidad, sin importarle las miradas preocupadas de los sirvientes.

Julián salió a la hora de la cena, para anunciar su venganza. Cuando se sentó a la mesa, con una implacable mirada, Sophy se dio cuenta de que había tramado la venganza en compañía de una botella de rosado.

Un silencio prohibitivo reinó en el comedor. Sophy tuvo la sensación de que todas las imágenes pintadas en el cielorraso la miraban con expresiones acusadoras.

Estaba haciendo lo imposible por tragarse su pescado cuando Julián despidió al mayordomo y al otro criado con un gesto de su cabeza, indicándoles que se retirasen. Sophy contuvo la respiración.

– Me marcharé a Londres por la mañana -dijo Julián, hablando por primera vez.

Sophy alzó la cabeza, con una luz de esperanza encendida en sus ojos.

– ¿Iremos a Londres, milord?

– No, Sophy. Tú no irás a Londres. Yo voy. Tú, mi querida y calculadora esposa, te quedarás aquí, en Eslington Park. Te concederé tu más preciado deseo: podrás pasar lo que queda de estos tres adorados meses en absoluta tranquilidad. Te doy mi palabra solemne de que no te molestaré.

Entonces Sophy cayó en la cuenta de que la abandonaría allí, en esas tierras de Norfolk. Tragó saliva, visiblemente azorada.

– ¿Me quedaré sola, milord?

Julián sonrió con salvaje civilidad.

– Prácticamente, si te refieres a acompañantes o a un marido acosado por la culpa que cae rendido a tus pies para complacerte. Sin embargo, tendrás un personal excelente y muy eficiente a tu entera disposición. Tal vez puedas entretenerte curándoles las carrasperas y los ataques de hígado.

– Julián, por favor. Prefiero que me golpee y que terminemos ya con todo esto.

– No me tientes -le aconsejó secamente.

– Pero yo no quiero quedarme aquí sola. Parte de nuestro acuerdo era que no me iba a dejar aquí abandonada mientras usted iba a Londres.

– ¿ Y te atreves a mencionar ese loco acuerdo después de lo que has hecho?

– Lamento que no le agrade, milord, pero usted me dio su palabra respecto de ciertos aspectos antes de casarnos. En mi opinión, ha estado a punto de quebrantar un juramento y ahora va a hacerlo otra vez. No es… honorable de su parte, milord.

– No intentes sermonearme respecto del honor, Sophy. Eres una mujer y poco sabes del tema -gruñó.

Sophy se quedó mirándolo.

– Estoy aprendiendo rápidamente.

Julián maldijo y arrojó a un lado su servilleta.

– No me mires como si pensaras que no tengo honor. Te aseguro que no estoy violando mi juramento. Irás a Londres pero no hasta que cumplas con tus obligaciones de esposa.

– Mis obligaciones.

–  Cuando termine el tan mentado plazo de los tres meses regresaré aquí a Eslington Park para discutir el asunto. Confío en que para entonces habrás decidido que puedes tolerar que te toque. De una manera u otra, madam, tendré lo que quiero de este matrimonio.

– Un heredero y nada de problemas.

Julián esbozó una triste sonrisa.

– Ya me has causado unos problemas muy serios, Sophy. Disfrútalo ahora mientras puedas, porque jamás volveré a permitirte que crees más dificultades de esta magnitud en mi vida.

La mañana siguiente, Sophy estaba de pie, deprimida, entre las estatuas de mármol del vestíbulo, con la cabeza levantada en gesto desafiante, mientras observaba a su esposo prepararse para la partida. Mientras el mayordomo se encargaba de cargar el equipaje en el carruaje, Su señoría despedía a su esposa con fría formalidad.

– Es mi deseo que disfrute de su matrimonio en estos dos meses y medio venideros, madam.

Amagó a retirarse pero se detuvo abruptamente, con un improperio, al advertir que una de las cintas del cabello de Sophy se había salido de su lugar. Se detuvo para reacomodarla con un movimiento rápido e impaciente y luego se marchó. El ruido de sus botas quedó haciendo eco en los pisos de mármol.

Sophy aguantó una semana del duro castigo y luego su espíritu natural revivió. Cuando esto sucedió, no sólo decidió que ya había padecido lo suficiente por su delito, sino que además había cometido un error táctico en el trato con su nuevo esposo. El mundo tomó un brillo diferente cuando tomó la determinación de seguir a Julián a Londres.

Si ella tenía que aprender algunas cosas respecto de un esposo con autoridad, bueno, él también tendría que aprender otras tantas de una esposa autoritaria. Sophy decidió empezar el matrimonio de nuevo.

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