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La envidia

Cuando expongo el Fa, frecuentemente hablo sobre el asunto del corazón de envidia. ¿Por qué? Porque la envidia se manifiesta extremadamente fuerte en China. Es tan fuerte que se ha vuelto algo natural y la gente misma ya no la percibe. ¿Por qué los chinos tienen una envidia tan fuerte? Esto también tiene su origen. En el pasado, los chinos fueron muy influenciados por el confucionismo y desarrollaron un carácter introvertido. No expresan su enojo ni su alegría; ellos creen en el autodominio y en Ren. Acostumbrado de este modo, nuestro pueblo entero desarrolló un carácter muy introvertido. Naturalmente, este carácter tiene su ventaja, que consiste en no revelar la fuerza interna de uno. Pero también tiene su desventaja, la que trae sus efectos negativos. Particularmente durante este período final del Fa, su aspecto negativo se hace más evidente, lo cual aumenta la envidia de la gente. Si uno exhibe algo positivo, otros sentirán de inmediato mucha envidia. Incluso uno teme mencionar sus premios u otros beneficios ganados en el trabajo o fuera del mismo, pues, si se enteran, los demás sentirán desequilibrio en sus corazones. Los occidentales lo llaman “envidia oriental” o “envidia asiática”. Toda la región asiática ha sido influenciada por el confucionismo chino, así que también tiene algo de esto. Pero sólo en nuestra China se manifiesta comparativamente más fuerte.

Este fenómeno tiene una vinculación con el igualitarismo absoluto impuesto en el pasado: «Pase lo que pase, de caerse el cielo, todos deben morir juntos»; «si hay un beneficio, divídanlo en partes iguales entre todos»; «¿qué porcentaje diferente en el salario?; todos deben recibir el mismo aumento». Tal mentalidad, ser que todos sean tratados con equidad parece bastante razonable, pero, en realidad, ¿cómo podrían ser todos iguales? Los trabajos son distintos; los grados de responsabilidad en las funciones y los deberes, son diferentes unos de otros. Además, en nuestro universo existe un principio: “Quien no pierde no gana y el que gana tiene que perder”. Entre la gente común, se dice que el que no trabaja no gana, el que trabaja más gana más, el que trabaja menos gana menos y el que más se esfuerza, debe ganar más. El igualitarismo absoluto del pasado sostiene que todos los seres humanos son iguales al nacer y que son las vidas postnatales son las que hacen cambiar a la gente. Creo que esta afirmación es demasiado absoluta y cualquier cosa absoluta es incorrecta. ¿Por qué algunos nacen hombres y otros nacen mujeres, tienen apariencias diferentes o nacen enfermos o deformes? Los seres humanos no son iguales. Desde los altos niveles, podemos ver que la existencia de la vida entera del ser humano ya está puesta allí en otras dimensiones. ¿Cómo podrían ser iguales? Todos desean ser iguales pero si ciertas cosas no están predestinadas en la vida de uno, ¿cómo podrían ser todos iguales? No lo son.

El carácter de los occidentales es comparativamente más extrovertido; se les nota si están alegres o enojados. Este carácter tiene sus ventajas, pero también sus desventajas: la incapacidad para tolerar y resistir. Los temperamentos occidentales y orientales están basados en diferentes conceptos, lo cual trae a la práctica distintas consecuencias. Para los chinos, si uno es elogiado o tratado favorablemente por su jefe, los demás sentirán desequilibrio en sus corazones. Si alguien gana algo más como premio, lo ocultará discretamente en su bolsillo para que otros no se enteren. Hoy en día, es difícil ser un trabajador modelo: «Tú eres el trabajador modelo y trabajas bien, así que deberías venir más temprano por la mañana e irte último»; «ya que trabajas mejor, termina tú todo el trabajo, que nosotros no somos tan capaces». Hay todo tipo de comentarios sarcásticos y cínicos; no es fácil ser una buena persona.

Pero en otros países, la diferencia ya es contundente. Si un jefe encuentra que su empleado hizo bien su trabajo, le dará más incentivos. Y el empleado contará alegremente los billetes delante de los demás diciendo: «Oh, hoy mi jefe me ha dado mucho dinero». Él lo cuenta alegremente a los demás y esto no le trae ninguna consecuencia negativa. Si en China alguien gana un incentivo extra, hasta el jefe le dirá que lo esconda rápidamente y no deje que otros lo vean. En el extranjero, cuando un chico saca cien puntos en un examen escolar, correrá alegremente de la escuela a su casa gritando: «¡Hoy saqué cien puntos en el examen, saqué cien puntos en el examen!». Puede que un vecino abra la puerta y diga: «Hola, Tomás, ¡qué buen niño eres!». Otro vecino abrirá la ventana y dirá: «Hola, Jack, qué bien te ha ido». Si esto ocurre en China, un chico que corre de la escuela a su casa gritando: «¡Saqué cien puntos en el examen! ¡Saqué cien puntos en el examen!», él estará acabado. Los vecinos, ya antes de abrir la puerta, comenzarían a refunfuñar: «¿Qué tiene de extraordinario sacarse cien puntos? ¡¿de qué presumes?! ¿quién no se ha sacado nunca cien puntos?». Dos mentalidades diferentes producen resultados diferentes. Una puede generar corazones de envidia: cuando alguien hace algo bien, los demás no sólo no se alegran, sino que por el contrario, sus corazones se desequilibran; ocurre este problema.

Unos años atrás en China, el igualitarismo absoluto enredó la mentalidad de la gente. Doy un ejemplo específico: alguien cree que en su entidad laboral los demás no son tan capaces como él y cree que puede hacer bien cualquier trabajo; se considera el mejor de todos y en su corazón piensa: «Estoy calificado para ser el director de la fábrica o el gerente; también puedo ser un funcionario de alto rango; creo que hasta podría ser el primer ministro». Probablemente, el jefe también diga que esta persona es muy capaz y que sabe hacer de todo, y asimismo todos sus colegas pueden decir que esta persona es apta, hábil y competente. En su grupo de trabajo o en la oficina, quizás haya alguna otra persona incapaz de hacer cosa alguna. No obstante, un día, esta persona incompetente es ascendida a un puesto superior en vez de la persona competente, y hasta se convierte en su jefe. El corazón de la persona competente se desequilibra y se moviliza por todas partes, quejándose de indignación y con mucha envidia.

Les comento a todos este principio; un principio que la gente común no logra comprender. Tú puedes pensar que eres capaz de hacer todas las cosas, pero esto no estaba predestinado en tu vida; otro es incapaz de hacer cualquier cosa, pero lo tenía predestinado en su vida y por eso él es un funcionario. No importa cómo piense una persona común, eso es sólo el punto de vista de una persona común. A juicio de los seres más elevados, la sociedad humana, simplemente se desarrolla de acuerdo con el orden y las normas específicas del desarrollo. Por lo tanto, ellos no arreglan lo que harás en la vida de acuerdo con tus capacidades. La religión budista habla sobre el principio de la retribución del yeli; ellos arreglan tu vida según tu yeli. Aunque seas muy capaz, si no tienes de, es posible que durante esta vida no obtengas nada. Tú ves que alguien no sabe hacer nada, pero como él tiene mucho de, él puede convertirse en un funcionario de alto rango o tener una gran fortuna. Una persona común no puede ver este punto y siempre cree que tiene que hacer exactamente aquello que le corresponde. Por eso, tal persona compite y pelea durante toda su vida. Su corazón se hiere muy fuertemente y se desequilibra siempre; se siente muy sufrido y cansado. No puede comer ni dormir bien y vive frustrada. Al llegar a la vejez, habrá hecho un gran embrollo en su cuerpo y por eso le vienen toda clase de enfermedades.

Entonces, nadie debe comportarse de este modo y menos aún nuestros cultivadores. Siendo cultivadores, nosotros hablamos de seguir el curso natural. Si algo te pertenece, no lo perderás; si algo no es tuyo, no podrás obtenerlo aunque luches por ello. Por supuesto, esto no es absoluto, de ser así, no existiría el problema del hombre de cometer maldades. En otras palabras, pueden haber algunos factores inestables. Sin embargo, siendo practicantes de gong, ustedes son en principio cuidados por los Fashen del Maestro. Por más que lo deseen, otros no podrán quitarte aquello que te pertenece. Por eso, hablamos de seguir el curso natural. Hay veces que tú piensas que algo es tuyo y otros también dicen lo mismo, y en realidad no te pertenece. Es probable que pienses que eso te pertenecía, pero al final eso no era tuyo. En tal caso, se te pone a prueba para ver si puedes dejarlo o no. Si no puedes dejarlo es porque hay un corazón de apego. Se utiliza esta manera para hacerte abandonar este corazón tuyo de intereses personales; ésta es la razón. La gente común no se ilumina a este principio, y por lo tanto siempre compite y se pelea por beneficios y ganancias personales.

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