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¿Yo qué voy a saber?, le diré, yo voy al cine a ver si le han dado entradas a mi madre y de paso me hago las tabernas por si vendo alguna postalita. No son pornográficas, sólo en colores, mire, a cinco céntimos la media docena y estas de purpurina y en relieve a diez, la docena por quince, a elegir, son bonitas para llevar en la cartera o para clavarlas con chinchetas en la pared. También tengo de la colección Los Salvadores de España, Mola, Varela, Yagüe, Queipo, todos, y vea esta del Fundador qué fermi: si la mira fijamente mucho rato y luego levanta la vista, verá la cara en el techo, lo dice aquí en las instrucciones. Y tengo un bloc de fotografías donde el Caudillo está saludando con el brazo en alto, fíjese, se hacen correr las hojas muy de prisa, así resbalando con el dedo, y se produce una película en movimiento con el brazo que sube y baja saludando, mire qué bonito como recuerdo. ¿Le interesa una Parker auténtica?, el cucurucho es de oro, una ganga, precio de amigo o mejor déme usted lo que quiera, hoy tengo un buen día, va, se la regalo, camarada, acéptela como prueba de mi amistad y mi respeto. Pregunte, le diré, pregunte si quiere, yo no tengo nada que ocultar. ¿Una chavala en el dispensario con quemaduras en las uñas y marcas de cinturón en la espalda?, yo no sé nada. ¿Torturas, la Gota de Agua, la Campana Infernal, la Bota Malaya, el Péndulo de la Muerte…? Usted ha visto Los Tambores de Fu-Manchú, camarada, esto sólo se ve en el cine y aun así es mentira, son dobles, le diré, nosotros somos de verdad y sólo vamos a Las Ánimas a estudiar catecismo y que nos den merienda, a veces a ensayar la función, pregunte al señorito Conrado que es nuestro guía y protector. ¿Que lo va pregonando esa catequista gorda, que dice que nos vio? Pero si es una retrasada mental, camarada, si de pequeñita tuvo una embolia, ¿que no sabe usted que no tiene mucho pesquis, pobrecilla, y que es una solterona amargada que anda por ahí diciendo que todo el mundo la quiere violar?

¿Trinxes, salvajes, degenerados nosotros, camarada imperial? ¿La peste del Guinardó, incontrolados, sin colegio, merecedores del Asilo Durán y del látigo, golfos sin entrañas y con navaja? Regístreme, señor, ni un cortaplumas llevo, le diré. ¿Que sembramos el terror en el barrio, que marcamos a las chavalas, las torturamos y les hacemos marranadas? Mire, si algunas vecinas se han quejado sepa usted que no es por eso, es por las guerras de piedras y el jugar con pólvora, balas y botes de carburo. Hemos roto algún cristal sin querer y hasta alguna señora puede haber recibido una pedrada que no era para ella, no lo niego, pero eso de azotar a las niñas con el cinturón, nada, y nadie puede decir que nos ha visto, eso dicen pero son calumnias inventadas por los finolis de Los Luises y los Hermanos, mariquitas que no nos pueden ver del miedo que nos tienen… ¿Que todos somos de la misma ralea, nosotros amigos de esos litris? Ni hablar, camarada, nunca podremos ser amigos, nosotros jugamos con pólvora y ellos con gusanitos de seda. ¿Pinzas de tender la ropa en los pezones de las chicas, un boniato crudo por, que las quemamos los pelitos del?, pero qué cosas, camarada, le diré, en qué país vivimos, fíjese si habrá hecho daño la guerra y el comer tantas farinetas que la gente anda con diarrea cerebral y viendo chekas en todas partes. Qué desgracia, qué vergüenza.

¿El trapero, dice usted, Java buscando a una meuca y cobrando sus buenos duros por denunciarla, y que ya sabe dónde está pero no lo dice para seguir cobrando? No es exactamente eso, señor. ¿Te marcaré, Ramona, aunque te escondas bajo tierra en el último rincón del mundo te encontraré y te marcaré, eso dicen que prometió Java solemnemente en el refugio con la mano sobre la calavera, y que esa catequista nos oyó secundarle en el juramento? Pues mentira y gorda, vaya, ni que fuéramos chulos del barrio chino. Yo no sé nada de furcias rojas ni azules, camarada, yo soy flecha. Pero en secreto, que no me gusta presumir, hoy día todo el mundo presume y hasta pintan las arañas en las esquinas los domingos a pleno sol para que todo el mundo los vea, los fanfarrones, pero a mí me gusta hacerlo de noche con los luceros porque el Fundador merece otro estilo, ¿verdad, camarada? Yo soy así, le diré, igualmente prefiero ir siempre a misa primera por no fanfarronear, y comulgo cada primer miércoles de mes, nada del viernes, te salvas lo mismo y es menos fachendoso, y además mi tío es de Abastos y portante del santocristo de Las Ánimas… ¡Palabra, no me achuche, no me pegue que soy hijo de viuda! Y ahora por qué me empuja, adonde me lleva, por qué me hostia si yo nunca toqué a esas niñas, por favor no sea abusón, que las chicas de la Casa de Familia nos están mirando, qué dirán si me pega, mire a la Fueguiña en primera fila de la terraza para no perder detalle, no se le escapa ningún incendio, ay, no me atice en la calabaza que me salta el azufre y después madre me riñe…

Está bien, sí, claro que la he visto, le diré si tanto le interesa, pero solamente una vez y de lejos, no necesita venir marcando con la Star para que cante: no lo que usted se imagina, porque en realidad Java la estuvo buscando por otro motivo que nadie sabe, camarada, le diré una cosa que yo sólo sé. Nunca lo adivinaría, frío frío, no me guaseo de un ex combatiente mutilado como usted, faltaría más, caliente caliente, por ahí: no hay nadie escondido en la trapería, el hermano de Java dicen que ha muerto en Francia, Era de esos del POUM que escaparon por pelos de una escabechina durante la guerra. Y ahí va esa cosa que yo sólo sé pero agárrese bien, camarada, no se me caiga de la sorpresa: ¿sabe usted de verdad por qué Java ha estado removiendo cielo y tierra para encontrar a una furcia?, no por encargo de nadie, no, no porque la buena de la señora Galán quiera regenerar a su antigua criada o porque su hijo esté interesado en vengarse de algo en lo que ella estuvo implicada, dicen, no, todo eso no es más que la fachada del asunto, pero ¿qué hay detrás de esa fachada?, hoy todo son rumores y embustes sobre denuncias y revanchas y hasta fusilamientos cada nuevo amanecer en la playa, dicen, patrañas inventadas por los rojos que aún quedan, camarada, ya sabe, diarrea cerebral de los que rabian impotentes porque lo perdieron todo en la guerra, la dignidad, la verdad, las agallas, el entendimiento y hasta la memoria verdadera perdieron. No, le diré: la buscaba para llevársela a su hermano cuando aún estaba aquí, señor, para que ella le hiciera compañía de vez en cuando en aquel escondrijo negro, ¿entiende?, no es fácil encontrar una fulana dispuesta a trabajar en esas condiciones y de hecho a Java le daba lo mismo que fuera ésta u otra cualquiera, pero su hermano se había encaprichado de Ramona y tenía que ser Ramona, ¿vale? Y ahora escuche con atención y no me interrumpa, no soy un bocazas, tenga un poco de paciencia, le diré, ¿vale?

Aquellas noticias que se iban convirtiendo en pajaritas de papel día tras día y noche tras noche, amontonadas en la trapería, fue lo primero que me extrañó. Luego, en sucesivas tardes invernales tan iguales y grises que se confundían en el recuerdo, cuando el frío invitaba a sumergirse en la montaña de papeles calientes de sucesos, cuando nuestras aventis nos hacían creer que la trapería era el ombligo del mundo, entonces, por encima del rumor de la lluvia y de la llamada lejana de la sirena de un buque, oíamos el paciente raspar de una lima, pasos sobre cáscaras de almendras, pasos repetidos e iguales, de enjaulado, una tos tabacosa y terriblemente solitaria, y, si estaba ella, susurros y jadeos y su risa nerviosa, de pronto, como un látigo. ¿Cómo pueden trabajar en esas condiciones y con alegría, cómo puede una puta acostarse con tanto cadáver? Está bien, dejemos eso. ¿Estuvo alguna vez en la trapería, usted?, le diré, y puede que diga sí, incluso es posible que tiempo atrás la hubiese registrado: porque también usted, cumpliendo órdenes, la está buscando, pero hágame el favor de atar cabos, le diré, todo el mundo anda tras ella por diversos motivos, pero usted reflexione, camarada, ate cabos y verá: parece un complot, a que sí.

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