E s un orgulloso que nada sabe, que desvaría en disputas y vanidades, de donde nacen envidias, contiendas, blasfemias, suspicacias, porfías de hombres de inteligencia corrompida y privados de la verdad, que tienen la piedad por materia de lucro, y a mí no me la dais, Mario, a vosotros lo que os fastidia de Higinio Oyarzun es el Dos Caballos, hablemos francamente, y que a los quince años de estar aquí, haya entrado en sociedad, cosa que ni tú ni los de tu camarilla habéis conseguido, ni conseguiréis, por la sencilla razón de que sois unos hurones, para qué vamos a engañarnos, que ni tenéis trato ni sabéis poneros derecha la corbata. Sí, ya lo sé, vas a decirme que no interesa, lo de la zorra, no están maduras, la de siempre, mira que eres, pero con Valen la otra noche, tú dirás, como un enano, ¡cómo lo pasaste!, y no olvides que los Rojo son de la mejor gente de aquí, para que te hagas una idea, lo que sucede es que como él es catedrático del Instituto, tienen que hacer a los dos paños, a ver. Pero si Vicente no fuera catedrático, ya te lo digo desde aquí, ¡de qué pisábamos nosotros su casa!, por mucho que a Valen la vistan los escritores y así, que lo que hace ella es reírse de vosotros, como lo estás oyendo, que Valen, aunque no lo parezca, es tremenda, se ríe hasta de su sombra, no te hagas ilusiones. Y qué cena nos dio, de sueño, que sobró de todo, hasta langosta y caviar, y cómo estaba la langosta, Mario, y qué bien servido todo, ni las bodas de Canaan, como yo digo, que si tú no te propasas, una de las noches más felices de mi vida, fíjate, menuda cena, que como ella te dice "veniros a tomar una copa el sábado", le quita importancia, te piensas que va a ser otra cosa. Pero tú estuviste en un tris de armarla, querido, mira que eres, y te advierto que lo presentí, que no te lo creerás, te lo juro, nada más llegar, en cuanto entramos y vi a Solórzano y a Higinio, pensé, como te lo digo: "Mario se apoquina en un rincón o da el espectáculo", si te conoceré, en cuanto eché la vista encima a Oyarzun, que no sé de dónde esa manía, que a mí me parece un muchacho correcto, y no es hablar a lo bobo, que ya me viste, y un rato bien agradable que pasé con él, que no es que vaya a decir que tenga una gran facha, porque no, porque no la tiene, no es un Adonis si es lo que quieres saber, pero dentro de lo menudito, con ese olor a tabaco de pipa y esas corbatas que son la preciosidad, acaba por hacerse atractivo, mira lo que son las cosas. Higinio es uno de esos hombres que te dan el pego, porque de entrada no resulta, de acuerdo, pero a medida que le tratas te vas dando cuenta de que tiene algo, que me preguntas y ni idea, que empiezo por decirte que no sé si es que viste bien o que sabe llevar la ropa, que son dos cosas muy distintas, aunque esto para ti sea chino. Pero para que vayas aprendiendo, cariño, y no lo digo con segundas, hay gentes que cuando se visten para una fiesta parecen endomingadas, dan un poco de grima, así como si se hubieran quitado la pana para ir de boda, ya me comprendes, y otras que no, que es el caso de Higinio, una soltura, una gracia especial, que este muchacho, con todo lo menudo que es, le pones un chaqué y como el pez en el agua, me juego la cabeza. Se le ve a la legua que es hombre de sociedad, nada de advenedizo, y al que te diga que es un chismoso, ni hablar, todo lo contrario, para todo el mundo tiene una palabra amable, mira que motivos le sobran para estar engreído, pues como si nada, tan sencillo, date cuenta a mí, de vernos por la calle y adiós y adiós, pues, en seguida, con tus libros, que qué preparabas y que si saldría algo nuevo este año, realmente interesado. Y no digas, que tú con él, mejor es no hablar, con que si es un correveidile y un confidente, que tú dirás, cualquier otro, después de las campañas de "El Correo" y de lo de Fito Solórzano, ignorarte era poco, pues él, no, como te lo digo, como si fueras el mejor escritor de España, que yo no digo que escribas mal, entiéndeme, lo único los argumentos, pues él todo elogios, lo único que a veces se te iba un poco la mano, ya ves tú, un poco, un buenazo, eso es lo que es, que a otra cosa no, pero a ojo clínico pocas me ganan. Y lo mismo con lo de papá, no te creas, con lo de la corbata, "puede quitársela mañana, niña; España es, de hecho, una Monarquía", que yo en la luna, oye, te lo confieso, pero a él no le pareció raro, "es cosa hecha; esto está hecho desde el año catapún, pero las señoras jóvenes, entonces, no habíais nacido", una galantería, figúrate, que yo, los aparente o no, ya tengo mis añitos, por más que Paco el otro día, que estaba igual que cuando paseábamos por la Acera, qué más quisiera. Porque no sé si te he dicho que Paco me ha llevado dos veces en su coche, Mario, con siete días de diferencia, a la misma hora y en la misma parada del autobús, que también es casualidad. Pasé mi bochorno, no te creas, que menuda cola y yo que me veo venir un Tiburón rojo y, ¡plaf!, frenazo, pero como en las películas, "¿vas al centro?", que yo violenta, si es Paco, imagina, un siglo sin verle, y Crescente fisgando todo el tiempo desde el motocarro y yo acomplejada, lógico, "pues, sí", a ver qué iba a decirle, que ni me dio tiempo de pensarlo, abrió la portezuela y me colé. ¡Qué cambiazo el de Paco, querido, es que por mucho que te diga no te lo puedes imaginar! Otro hombre, eso, lo que se dice otro hombre. Los ojos sigue teniéndolos ideales para mi gusto, más bonitos, si cabe, de un azul verdoso, entre de gato y de agua de piscina, y, con los años, no sé cómo explicarte, ha cogido aplomo, que yo recuerdo de chico, un chisgarabís, y ahora representa, parece alguien, y habla correctamente, que antes era una juerga. Pues ahí le tienes, con su Tiburón, apaleando millones, que yo no sé bien dónde me dijo que trabajaba, desde luego tiene algo que ver con lo del Polo, no me hagas mucho caso, aunque buen ojo abrí cuando habló de las casas. A Higinio, en cambio, no me atreví a decirle una palabra, que fui boba, yo misma lo comprendo, que al fin y al cabo él era del Patronato, pero, fíjate, con el tiempo que ha pasado, que entonces, lo reconozco, me llevé un berrinche espantoso, pero no le iba a ir ahora con el cuento, estaba fuera de lugar me parece a mí y, además, iban cargados de razón, que algún día te convencerás, calamidad, de que en esta vida cuentan más los amigos que los títulos. Pero si tú vas y te plantas haciéndoles cara, criticándoles a todas horas, no queriendo ser concejal, negándote a firmar sus actas, ¿es que te van a dar una casa, encima? Estarían locos, Mario, desengáñate, y soy la primera en reconocer que tú no tienes la culpa, que si a ese don Nicolás que Dios confunda le hubiesen dado su merecido a su hora, otro gallo nos cantara, porque el don Nicolás y el Aróstegui y el Moyano, que más adelantaría rapándose esas barbas asquerosas, como yo digo, y toda la camarilla, el P. Fando incluido, que antes yo me pensé que era de otra pasta, te han hecho mucho daño, la verdad. Que ya me conozco la teoría de don Nicolás, "en el mundo actual, un escritor o es crítico o no es nada", palabras y nada más que palabras, que el caso es embaucar a la gente joven, carne de cañón ni más ni menos, que yo no sé a santo de qué andan ahora los chicos tan alborotados. No le trago, fíjate, al don Nicolás ese de mis pecados, que será todo lo inteligente que tú quieras pero a mala persona no le gana nadie y además se le ve venir, que ésa es otra. Quitas a su pandilla y no sé de una sola persona de la que hable bien, ¡madre, qué lengua!, mira que los versos que le sacó al pobre Cánido. Claro que Cánido era lo de menos, que a mí no me la da, y además, no me avergüenzo de decirlo, a mí me gustan horrores las poesías de Cánido, digáis lo que digáis, que será todo lo anticuado que quieras pero pegan divinamente y se entienden de maravilla, no es como las de ahora, que hay que ver los poetas también, hijo, en clave, no los resisto, y él corriendo por ahí que "ni los versos de Cánido son versos sino versículos, ni los textos de Solórzano son textos sino testículos", que Moyano, bien que se lo oí, que "Fito era de los de a puro huevo", ya ves tú, ¡qué educado!, que ni él sabe lo que quiere decir con eso. Y yo no voy a salir ahora con que Solórzano hable bien, que sería una bobada, pero tampoco mal, habla corriente, eso de ni llamar la atención por una cosa ni por la otra y, en definitiva, si a él le apetecía editar sus discursos en la Casa de la Cultura, si tenía ese capricho, pues bueno, otros tienen otros, no hace mal a nadie me parece a mí, si costeaba la edición, el pie de imprenta era lo de menos, que hay que ver cómo os pusisteis, ni que os quisiera fusilar, que no sólo le decís que no y que antes dar cerrojazo a las ediciones, que tampoco era para tanto, sino que, encima, andáis corriendo por ahí que con un discurso era suficiente, que en los otros bastaba sustituir "abrevadero", por "teléfono" o por "fuente" o por "cementerio", que no he visto peor intención en mi vida, como lo oyes. Aunque digáis misa, eso son ganas de molestar, cariño, que os pasáis de rosca, todo el día de Dios pinchando e incordiando, y luego, a ver, nadie os puede ver ni en pintura, lógico, ya ves la gente que vino ayer por casa, fuera de media docena de personas que merezcan la pena, mozalbetes y desarrapados, que así nos crece el pelo. Si te digo mi verdad, no me explico cómo todavía no te han metido en cintura, créeme, porque después de lo de José María tú debías haber andado con más ojo, cuando más a la vista de los antecedentes de tu padre, de los de a mí no me metan en líos, pero rojo también, no sé si de Lerroux o de Alcalá Zamora, pero desde luego rojo, que menudo nido tu casita, hijo, ni buscada con candil. Menos mal que estaba lo de Elviro en Madrid y la guerra, que, mal o bien, al fin y al cabo la hiciste, eso es cierto, pero lo de José María era gordísimo, no me digas, un hombre significado, como para poner a toda la familia en cuarentena, fíjate, que me hacía reír tu padre, qué pesado, con que si fue él quien no le dejó ir a la oficina, que eso era lo de menos, date cuenta, que cuando se proclamó la República salió con la bandera y estuvo en el mitin de Azaña en la Plaza de Toros, que hay testigos, que no es una invención. Tú te cubres con Elviro, Mario, pero eso no basta, que será un caído y todo lo que quieras, pero también está lo del otro, que yo no sé cómo te atreves a hablar de tolerancia y comprensión y que si no podemos estar toda la eternidad como Caín y Abel, que eso a ellos, a José María y a los de su cuerda, caínes, más que caínes, que te pones en ridículo cada vez que dices en público que tus dos hermanos pensaban lo mismo, habrase visto, que José María aquí se pasaba y Elviro, allí, no llegaba, siempre con tus crucigramas, calamidad, que la pones a una la cabeza loca, en vez de hablar claro. Lo mismo que con los héroes de los dos lados, o que sin un acto de expiación colectivo sería muy difícil arrancar, o que si muchachos con los ojos limpios que querían una España distinta, unos y otros, pero que la política y el dinero lo echaron todo a perder. Cómo vas a comparar, ¿estás tonto?, pero si ni a misa iban, hijo de mi alma, que la has cogido modorra con el dinero, que el dinero lo tienes o no lo tienes pero no puede pensar, ni que fuera una persona, que vosotros con tal de hacer una frase sois capaces de vender el alma al diablo. Es como lo de José María, cuando sale Charo con que dijo antes de matarle que no era la primera vez que un justo moría por los demás, ganas de hablar, que a saber qué dijo José María si es que dijo algo, que estaría muerto de miedo y rezando el Señormíojesucristo, como todos en ese trance, natural. La gente de la cáscara amarga, por la cuenta que le tiene, es muy aficionada a sacar frases y a pulirlas como a los dorados, que hay quien se alimenta de frases como yo digo, qué aburrimiento. Hay que ver la guerra que te dan a ti las palabras, cariño, que lo que dice Valen, a fuerza de darlas vueltas en la cabeza ya no sabes dónde pones los pies, que luego queréis arreglar el mundo y no sabéis de la misa, la media, que éste es el chiste, y os creéis que lo sabéis todo. Escucha, Mario, aquí, para ínter nos, cada vez que Borja se dormía arrullado por la 5.a sinfonía y tú decías, "éste es el intelectual de la familia", yo perdía la cabeza, te lo confieso, porque por nada del mundo quisiera tener un hijo intelectual, una desgracia así, antes que Dios se lo lleve, fíjate. Convéncete de una vez, Mario, los intelectuales con sus ideas estrambóticas, son los que lo enredan todo, que están todos medio chiflados, porque creen que saben pero lo único que saben es incordiar, lo único, fíjate bien, y sacar a los pobres de sus casillas que el que no acaba de rojo, acaba de protestante o algo peor. Daría media vida por meterte esto en la cabeza, querido, que ya no sé en qué tono decírtelo, que hay personas que me paran en plena calle, y no es una ni dos, siempre lo mismo, que si te has hecho rojo, imagina qué situación, con qué cara voy a contestarlos, que, luego, cada vez que te veía comulgar, me entraba un escalofrío por la espalda que no quieras saber, porque por mucho que en mi fuero interno pretenda disculparte, hay cosas que no pueden conciliarse, cariño, por ejemplo, Dios y "El Correo", pero así, sin contemplaciones, que es algo que sale de ojo. El Señor no gusta de las medias tintas, cariño, y Él me perdone pero yo creo que ese Juan XXIII, que gloria haya, ha metido a la Iglesia en un callejón sin salida, que no es que diga que fuese malo, Dios me libre, pero para mí que lo de Papa, le venía un poco grande, o, a lo mejor, le pilló demasiado viejo, que todo puede suceder. Yo no soy una mojigata ni una intransigente, Mario, ya me conoces, pero este buen señor ha hecho y ha dicho cosas que asustan a cualquiera, no me digas, porque si a estas alturas, también va a resultar que los protestantes son buenos, acabaremos por no saber dónde tenemos la mano derecha.