– Bueno… -dijo Colin-, creo que tiene usted razón. Ahora, enséñenos ya ese pastel de anguila…
– Sería peligroso abrir el horno en este momento -advirtió Nicolás-. Podría producirse una desecación consecutiva a la introducción de aire menos rico en vapor de agua que el que ahora está encerrado dentro.
– Yo -dijo Chick- preferiría llevarme la sorpresa al verlo en la mesa.
– No puedo menos que aprobar al señor -dijo Nicolás-. ¿El señor me permitiría reanudar mi labor?
– Pues claro, Nicolás, por favor.
Nicolás volvió a su trabajo, que consistía en desmoldar filetes de lenguado en áspic adornados con láminas de trufa, que habrían de servir de guarnición a los entremeses de pescado. Colín y Chick salieron de la cocina.
– ¿Quieres un aperitivo? -preguntó Colin-. Ya he terminado mi pianóctel, podrías probarlo.
– ¿Qué tal funciona? -preguntó Chick.
– A la perfección. Me ha costado ponerlo a punto, pero el resultado ha superado todas mis esperanzas. A partir de Black and Tan Fantasy he conseguido una mezcla verdaderamente prodigiosa.
– ¿En qué principio te basas? -preguntó Chick.
– A cada nota -dijo Colin – hago corresponder un alcohol, un licor o bien un aroma. El pedal corresponde al huevo batido y la sordina al hielo. Para el agua de Seltz hace falta un trino en el registro agudo. Las cantidades están en proporción directa a la duración: a la semifusa equivale un dieciseisavo de unidad, a la negra la unidad, y a la redonda cuatro unidades. Cuando se toca una canción lenta, se activa un sistema de registro para que no aumenten las medidas -lo que daría un cóctel demasiado abundante-, aunque sí el contenido de alcohol. Y además se puede, si se quiere, según la duración de la canción, hacer variar el valor de la unidad, reduciéndolo por ejemplo a una centésima parte, para obtener una bebida en la que se tengan en cuenta todas las armonías mediante una regulación lateral.
– Es bastante complicado, ¿eh? -dijo Chick.
– El conjunto funciona a base de contactos eléctricos y relés. No te doy detalles, tú entiendes de eso. Y además el piano funciona de verdad.
– ¡Fantástico! -dijo Chick.
– Sólo hay algo fastidioso -añadió Colin-, y es el pedal para el huevo batido. He tenido que poner un sistema especial de enganche, porque cuando se toca un ritmo demasiado caliente, caen trozos de tortilla en el cóctel y resulta difícil de tragar. Lo arreglaré, pero de momento basta con tener cuidado. Y el sol grave da crema fresca.
– Me voy a hacer un cóctel a base de Loveless Love -dijo Chick-. Va a ser algo tremendo.
– Está todavía en el cuarto trastero, donde me he hecho un taller -dijo Colin-, porque no he tenido tiempo de atornillar las placas de protección. Ven. Vamos a ver. Voy a ajustarlo para dos cócteles de veinte centilitros aproximadamente para empezar.
Chick se sentó al piano. Cuando terminó la pieza, una parte del panel delantero se abatió con un golpe seco y apareció una fila de vasos. Dos de ellos estaban llenos hasta el borde de una apetitosa mezcolanza..
– Tengo un cierto temor -dijo Colin-. Ha habido un momento en que has dado una nota falsa. Por suerte, estaba en la armonía.
– ¿Pero este cacharro tiene en cuenta la armonía? -dijo Chick.
– No del todo -dijo Colin-. Sería demasiado complicado. Tiene unas pocas limitaciones. Anda, bebe, y vamos a la mesa.