– ¿Recuerda a Andy Fallon, señora Thorne? Vino a visitarla hace poco.
La mujer cogió la fotografía sin dejar de sonreír.
– ¡Qué apuesto! ¿Es su hijo?
– No, señora. Es el hijo de Mike Fallon. ¿Recuerda a Mike Fallon? Era policía y vino a su casa la noche en que murió su esposo.
No sabía si Evelyn había oído una sola palabra, aunque parecía que no.
– Crecen tan deprisa -suspiró la mujer antes de levantarse e ir a una pequeña librería que albergaba numerosas revistas y una Biblia-. Yo también tengo fotos -anunció mientras sacaba una revista del fondo del montón, Redbook-. Cree que se las llevó todas. No le gusta mostrar fotos de la familia, pero tenía que quedarme algunas.
Sacó un sobre de entre las páginas de la revista y de él extrajo un par de fotos.
– Mi hija -dijo con orgullo, alargándoselas a Kovac.
No quería tocarlas, como si evitando tocarlas, mirarlas siquiera, pudiera mantener a raya la verdad. Pero Evelyn Thorne se las puso en las manos.
En la fotografía se la veía más joven y un poco más delgada. Llevaba el cabello distinto… Pero resultaba imposible confundir a Evelyn con la hija de Bill Thorne: Amanda Savard.