– Una vez más, ciudadanos, esta es una fotografía del asesino a quien todo el mundo busca esta noche.
Wyatt poseía lo que con frecuencia se denominaba «aspecto de águila». Mirada penetrante, mandíbula cuadrada, un rostro que infundía temor y confianza a un tiempo.
– He aquí el rostro del agente Derek Rubel, asesino conocido de un compañero suyo y sospechoso de otros delitos brutales. Este hombre anda suelto en nuestro país, y se requiere el valor y la diligencia de los ciudadanos para llevarlo ante la justicia. Si ven a Derek Rubel, no se acerquen a él bajo ninguna circunstancia; es un hombre extremadamente peligroso. ¿Qué debe hacer, ciudadana Jane?
– Ir al teléfono más próximo y llamar a la policía -responde la mujer.
Wyatt se dirige a otra persona del público.
– ¡Anotar el número de la matrícula!
– ¡Ser proactivo! -exclama el público al unísono.
En aquel momento aparece en pantalla el número de teléfono y la dirección de la página web.
El televisor se apaga.
Admirable.
Un testimonio del poder de la redención y la penitencia.
Un servicio a la comunidad. Dar poder a quienes carecen de él.
Regresa la agitación. Un temor que quema la boca del estómago y mana hacia el exterior.
Temor al descubrimiento.
Temor a la muerte.
Temor al conocimiento interno de las propias capacidades cuando se ven amenazadas.
Parece que el mundo gira con mayor rapidez, se empequeñece cada vez más, haciendo inevitable el descubrimiento.
Solo es cuestión de tiempo.
El pensamiento se repite sin cesar mientras la mirada escudriña las fotografías de la muerte.
Solo es cuestión de tiempo.
Kovac debe morir.