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– Estás empezando a hartarme, Sam -suspiró Wyatt.

– Es lo que mejor se me da -repuso Kovac-. La charla que tuvimos ayer me picó la curiosidad, así que releí los artículos sobre el asesinato de Thorne. Un auténtico dramón, Ace, lo había olvidado. Deberías rodar un especial sobre eso, o quizá una película. La cadena podría emitirla para promocionar el nuevo programa.

– El programa tendrá éxito por mérito propio -aseguró Wyatt, muy tenso-. No tengo intención de aprovecharme de lo que sucedió aquella noche.

Kovac lanzó una carcajada.

– Pero si es lo que llevas haciendo toda la vida. ¿Por qué dejarlo ahora?

– ¡No! -gritó Wyatt-. Nunca ha sido mi intención. El giro que dio mi carrera aquella noche no tuvo nada que ver conmigo.

Los vicepresidentes de WB miraron a Wyatt, luego uno a otro y por fin a Gaines, temerosos de haber quedado excluidos de la fiesta.

– Es una historia trágica -explicó Kovac.

– Razón por la que el capitán no quiere sacarla a colación -añadió Gaines, interponiéndose entre Wyatt y Kovac antes de decir a los vicepresidentes-: Un amigo del capitán fue asesinado y otro quedó parapléjico en el tiroteo. Comprenderán que no le gusta revivir aquel trauma.

– No, no lo comprenden -afirmó Kovac-. Aquella noche convirtió a Ace en un héroe. Salvó la vida de otro policía, una historia digna de Hollywood. Cuando Ace alcance el estrellato con el programa, toda América querrá conocerla. Estaba pensando, Ace… -dijo, ladeando la cabeza para ver a Wyatt a pesar del obstáculo que representaba Gaines-. ¿Has seguido en contacto con la viuda de Bill Thorne todos estos años? Se me ha ocurrido que tal vez querría saber que Mike ha muerto.

– No, no estoy en contacto con ella.

– ¿Has conservado el contacto con Mike, pero no con Evelyn Thorne? -se sorprendió Kovac con las cejas enarcadas-. ¿Después de todo lo que pasó?

– Precisamente por todo lo que pasó -murmuró Wyatt.

– Cuando Andy Fallon habló contigo del caso, ¿mencionó si había hablado con ella o con su hija?

– No lo recuerdo.

– Bueno, seguro que figura en sus notas -declaró Kovac-. Lo que pasa es que todavía no las he encontrado. Cuando las localice te lo haré saber, por si te interesa echarme un cable.

– Tenemos que despejar el plato, sargento -anunció Gaines en un intento de alejarlo-. Este segmento se retransmite esta misma noche, a ver si podemos ayudarle a resolver este desastre.

– Qué amable, amigo -se mofó Kovac-; así podré concentrarme en otras cosas. Muchas gracias.

Kovac se alejó con otra mirada al gorila.

– Debería haberse dedicado a la lucha; la gente tiene más clase que en este mundillo.


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