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En el bastante descuidado jardín de la villa, entre los setos de boj y mirando la parpadeante ciudad, yo y mis compañeras de clase aprendimos la vieja danza de acercamiento y alejamiento de la pasión.

Bajo el recitativo de los grillos, a la luz azul de la luna, sentí, por primera vez, el dulce peligro del sexo.

Escribí un poema ese verano más intenso que cualquiera de los poemas que haya escrito después. Incluso hoy, no sé cómo sabía lo que sabía.

«¿Cuándo censuró el verano las cosas corales?» -preguntaba el poema. Y repondía a esa pregunta-: «Sé que la sangre es brutal, aunque cante.»

¿Dónde entra la política en todo esto?

Algunas mujeres que conozco han renunciado a los hombres porque no pueden soportar el dolor.

¿Qué dolor?

El dolor de ver a los hombres de cincuenta años con hijastras de veintiocho años, el dolor de esperar llamadas telefónicas que nunca llegan, el dolor de necesitar demasiado, de querer demasiado, el dolor de estar enfermas por necesitar demasiado, y por eso deciden, de una vez por todas, dejar de desear a los hombres.

Una se puede preparar para esto. Una puede ser como el hombre que entrena a su caballo para que necesite menos comida cada vez, y que se asombra cuando al fin el caballo muere. Se puede vivir sin abrazos, sin folleteo. Se puede sellar la piel, los ojos, la boca.

Pero antes o después el amor vendrá a reclamarte. Y estarás seca como una frágil flor y una ráfaga de viento te arrebatará el pálido color.

Yo prefiero estar abierta al amor, aunque el amor signifique desorden, posibilidad de dolor. ¿Cuántas veces he ordenado las cortinas y los estantes de libros? ¿Cuántas veces he ordenado mi vida?

Odio el caos, pero también sé que me mantiene joven. La anarquía es la fuente sagrada de la vida, y el sexo incuba la anarquía. Los paganos entendían esto mejor que nosotros. Creaban espacios para la anarquía en sus ordenadas vidas. Todo lo que nos queda de eso es el carnaval.

Aborrezco cómo se entiende el sexo en Norteamérica. Una década hacemos como si folláramos con todos, la década siguiente hacemos como que somos célibes. Nunca equilibramos el sexo y el celibato. Nunca aceptamos juntas la búsqueda de Pan y la búsqueda de la soledad, los dos polos de la vida de una mujer. Nunca aceptamos que la vida es una mezcla de dulzuras y amarguras.

Las feministas pueden ser las peores puritanas de todas. Dado que la masculinidad es una fuerza para el desorden, librémonos de la masculinidad para siempre, dirían algunas, Sólo los hombres impotentes pasan el examen. Sólo se considera puros a los hombres gay. Las mujeres de hoy se encuentran en una tautología. Los malos chicos nos atraen, pero los malos chicos son políticamente incorrectos. ¿Significa eso que ser atraída es políticamente incorrecto? Para algunas, desde luego.

También yo he huido del sexo a veces en mi vida. También yo puedo ser puritana. Pero sé que es importante luchar contra el propio puritanismo. Sé que la boca de Baco está llena de una intoxicación púrpura. Su boca puede que también esté llena de dientes puntiagudos, pero allí vive la belleza. La belleza siempre mantiene intimidad con el peligro. La belleza siempre mantiene intimidad con la muerte.

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